-Un solo instante de amor, que condense toda una vida. Así como una única gota de agua contiene la esencia del océano…-dijo la joven del dominó rosa, con aquella risa cristalina sobresaliendo por entre la boca de plástico. Casi podía ver como el espectro solar se quebraba en miríadas de colores cada vez que ella reía… Pero olvidaba-continuó- que el Bufón es el único en la corte que no puede entenderlo. Porque ha consagrado su corazón a la carcajada del Rey, y por lo tanto ha acabado por secarse. Ya no le queda una sola gota que pueda hurtar al amor Real….-y así con un gesto que a él le pareció demasiado grotesco para la persona encantadora que se ocultaba tras la máscara, le hizo una reverencia.
El Bufón, se volvió a observar como sus pies colgaban por encima del canal. A pesar del desánimo no cesaba de columpiarlos, como si en toda su vida nunca hubiera hecho otra cosa. Mientras, trataba de evocarla. Traía a su mente la imagen serena de aquella joven que se pasaba los días deambulando por los pasillos. En aquel aspecto aparentemente indolente él no podía dejar de percibir la entereza de una inquebrantable resolución. De vez en cuando se volvía hacia los muros, con aquellos ojos azules en los que se transparentaba una pregunta. Se crispaban sus manos en un puño, y un leve pliegue adornaba su entrecejo…. En un gesto tan efímero como la vida de las olas...
Finalmente la veía doblegarse, toda coronada de espuma. Pero en los pasillos permanecía durante horas aquella fragancia a mar y algas. “Por eso nadie la comprende, y nadie se atreve a amarla. Ella tiene un olor diferente, y por eso la llaman loca…”
-Si al menos tuvieras la bondad de decirme tu nombre….-dijo ella, sentándose repentinamente a su lado.
-El único nombre válido es aquel con el que el mundo me conoce….-contestó él amargamente.
-¿Hefesto?...Ese es un nombre de personaje, no un nombre de persona…En un mundo tan repleto de personajes, no he tenido la dicha de toparme con una sola persona… Pensé, que quizás tú, que ocultas tu verdadero aspecto bajo esa forma contrahecha, podrías mostrarme a un verdadero hombre…. Dado que tu comportamiento es completamente afectado, quizás poseas una intimidad sin la más mínima huella de afectación…. Porque tu voz suena siempre distorsionada, tal vez en ella pueda percibir esa indescriptible vibración que sólo se encuentra en el lenguaje de los pájaros.
-Hace tanto tiempo que nadie me llama por mi verdadero nombre que temo que lo he olvidado, mi dulce Dairen
-Oh! eso no puede ser…Sería una desgracia. Dame un solo nombre con el que pueda nombrarte. Sólo podemos poseer aquello que tiene nombre…El rey ya posee a Hefesto, dime a quién puede poseer la desdichada Dairen
-Invéntatelo, pues-la retó…
- Pero para que pueda darte un nombre tienes que revelarte, del mismo modo en que se nos revelan desde el cielo las estrellas….
- Quizás esas estrellas que contemplamos en este momento ya estén muertas. Y tan solo estemos nombrando espectros…
-Un espectro es mucho más que una máscara. Al menos es la huella de lo que algún día fue…
-Es raro escuchar esas cosas, viniendo de una bella enmascarada…….-dijo él sonriendo tristemente.
Con un movimiento rápido, la joven desalojó la máscara de su rostro. Era la primera vez que el Bufón contemplaba aquella cara de cerca. Quiso tocar el rubor de aquellos pómulos antes de que el dominio de si misma le hiciera recuperar la impavidez. Anheló capturar entre sus dedos aquella sombra roja. Y se dijo a si mismo que un rubor, a pesar de lo efímero, puede ser el único rasgo auténtico de un rostro. Entonces los ojos de ella espejearon, como la arena que de repente acoge en su seno al mar. Y entre lágrimas únicamente dijo:
-Tú habrás quedado atrapado en el personaje Hefesto, pero yo estoy varada en la playa de mi delirio….
-No digas eso Dairen, a ti te trajeron un nombre de un país muy lejano. Alguien que procede de tan lejos nunca estará varada. Sólo aguarda a que el océano le devuelva el movimiento….
-Ahora recuerdo que a mí también hace mucho tiempo que nadie me nombra…
-Dairen….-al decir esto posó la mano sobre la suya y deslizó sus dedos
entre las rendijas. Constituyendo entonces una sola mano.
-No me sueltes-suplicó ella
-No, no lo haré
Entonces ambos miraron al agua, y como si al contacto de sus manos, compartiesen una única voluntad, precipitaron sus cuerpos hacia el canal, en esos momentos circundado por la más absoluta oscuridad. Al penetrar en el agua continuaron enlazados, y aunque la inercia del propio impacto los devolvió a la superficie, pronto el peso de las ropas de él los arrastró hacia el fondo. Ella sacó un pequeño puñal que llevaba escondido en algún lugar cerca del pecho y comenzó a desgarrarlas. Una vez liberado, ambos nadaron hacia el interior, buscando alejarse del bullicio y el estrépito del carnaval, del que, desde la lejanía, eran más conscientes que durante la conversación anterior, pues mientras hablaban, sin pretenderlo, habían conseguido aislarse del mundo. A lo lejos podían intuir la presencia de unas antorchas, que como fuegos fatuos, estaban en continuo y caótico movimiento. “Hefesto-escucharon-..El rey se aburre. El rey te busca”. Ella le miró sobresaltada, y con el sonido de aquellas voces restallando en el silencio, ambos reanudaron la marcha, al unísono. No tardaron mucho en llegar a una de aquellas islas que se alojan en el interior del canal. Ella parecía cansada, así que en cuanto hicieron pie él la tomó entre sus brazos. Acariciándole el rostro ella dijo:
-Así que este es Hefesto, el Bufón. Siempre supe que aquel gorro y aquellas ropas eran lo único grotesco de su aspecto. Si bien se dice que el hábito no hace al monje, al rasgarse las vestiduras sí que libera a la persona….
El la miró con la primera sonrisa verdadera que sus labios pudieron dibujar tras las muecas de tantos años.
-Así que esta es Dairen, aquella a quien cuyo nombre vino a buscarla desde tierras muy, muy lejanas. Aquella a la que algunos llaman loca. Aquella cuya locura hace del grotesco Bufón, de nombre Estor, un ser afortunado….¿Sabes?, antes pensaba que Dairen olía mar. Ahora por fin sé, que es el mar el que huele a Dairen…
Blog sobre libros donde voy dejando mis lecturas de poesía, novela y cualquier texto literario que me haya interesado, para extender la conversación que mantenemos con los libros durante la lectura.
Eres igual a ti, y desigual, lo mismo que los azules del cielo.
Juan Ramón Jiménez
martes, 24 de mayo de 2011
EL PERFIL
Se amaron como fuego
Al día siguiente
sobre su lecho
lo único
que pudieron encontrar
fue un montón de cenizas...
Al día siguiente
sobre su lecho
lo único
que pudieron encontrar
fue un montón de cenizas...
lunes, 23 de mayo de 2011
PENSAMIENTOS DESESTRUCTURADOS
Imagen: Dani CC Rider
Disfrutaba arrojando piedras al agua. Sólo para ver como la superficie se estremecía. Saberse capaz de alterar algo, sublimando la monotonía de la propia vida. Obviando las pequeñas hecatombes que aquel indolente gesto suyo ocasionaba en aquella franja de mar. Y ahí estaba de nuevo el sol dándose de bruces contra las pequeñas olas. Como si no supiese hacer otra cosa. Las olas lo único que hacían era nacer y morir, en medio de estos dos movimientos, un instante de suprema belleza. Como un único beso de amor.
El ser humano es el ser que todo lo mide. Sin embargo el sol no medía la distancia que mediaba entre el mar y él. Tampoco le importaba que el mar sólo respondiese a las invocaciones de la luna. A los seres humanos no nos gusta darnos de bruces contra nada. Ni siquiera contra aquellos a los que amamos. Antes de precipitarnos hacia ellos, les pedimos el carnet y le decimos “asegúrame que no me voy a dar de bruces”. Aunque lo pretenda, yo no soy ninguna excepción….
La vida de un hombre es una sucesión de puntos. Puntos de partida y puntos de llegada. Y la distancia que media entre ellos es simplemente un vacío. Nací, crecí, amé, trabajé, parí y morí. La vida sintetizada en seis puntos. Suficientes para trazar nuestra propia estrella. ¿Pero por qué todo tiene que ser tan geométrico? ¿Qué importa que la distancia más corta entre dos puntos sea la línea recta? El establecer un objetivo limita la propia expansión. La libertad. El punto al que queremos llegar condiciona nuestras propias decisiones. Anula nuestra voluntad. Es casi hacer un hoyo y esconder la cabeza como los avestruces. Aunque el hoyo nos lo hayamos diseñado nosotros, con la ayuda de un arquitecto muy vanguardista y muchas horas de terapia.
Supongo que no sé de qué hablo. Todo se debe a que venía caminando por la playa. Con ese tedio que nos invade al mediodía, un día festivo. En mi cabeza resonaba el Carrusel Deportivo. No es que realmente lo estuviera escuchando, pero es inevitable, para mí el Carrusel Deportivo es como la magdalena de Proust….. La desazón del regreso a casa desde la aldea, las tardes de domingo, y la inevitable idea (sin palabras, sin andamios) del suicidio ensombreciendo el corazón de una niña, atravesada por la acostumbrada nausea de aquellos que siempre se marean en el coche. La mamá sujetando los largos cabellos mientras la niña expulsa en el arcén los restos del cocido de la abuela y la gruesa capa de grasa que coronaba la sopa. Hace tiempo que ya no quiero matarme los domingos, salvo que por alguno de esos juegos macabros del destino me tropiece con la sintonía del Carrusel Deportivo. Y claro, cuando tardes como la de hoy, intuyo el tedio, mi emisora mental sintoniza ese maldito dial. Así que me pongo a pensar, cosa mala, porque el pensamiento en movimiento, en mi caso me lleva irremisiblemente a la divagación. Y si se prolonga demasiado en el tiempo, a algo muy parecido al delirio. Lo mío es pensamiento desestructurado. Algo propio de personas desestructuradas….
Disfrutaba arrojando piedras al agua. Sólo para ver como la superficie se estremecía. Saberse capaz de alterar algo, sublimando la monotonía de la propia vida. Obviando las pequeñas hecatombes que aquel indolente gesto suyo ocasionaba en aquella franja de mar. Y ahí estaba de nuevo el sol dándose de bruces contra las pequeñas olas. Como si no supiese hacer otra cosa. Las olas lo único que hacían era nacer y morir, en medio de estos dos movimientos, un instante de suprema belleza. Como un único beso de amor.
El ser humano es el ser que todo lo mide. Sin embargo el sol no medía la distancia que mediaba entre el mar y él. Tampoco le importaba que el mar sólo respondiese a las invocaciones de la luna. A los seres humanos no nos gusta darnos de bruces contra nada. Ni siquiera contra aquellos a los que amamos. Antes de precipitarnos hacia ellos, les pedimos el carnet y le decimos “asegúrame que no me voy a dar de bruces”. Aunque lo pretenda, yo no soy ninguna excepción….
La vida de un hombre es una sucesión de puntos. Puntos de partida y puntos de llegada. Y la distancia que media entre ellos es simplemente un vacío. Nací, crecí, amé, trabajé, parí y morí. La vida sintetizada en seis puntos. Suficientes para trazar nuestra propia estrella. ¿Pero por qué todo tiene que ser tan geométrico? ¿Qué importa que la distancia más corta entre dos puntos sea la línea recta? El establecer un objetivo limita la propia expansión. La libertad. El punto al que queremos llegar condiciona nuestras propias decisiones. Anula nuestra voluntad. Es casi hacer un hoyo y esconder la cabeza como los avestruces. Aunque el hoyo nos lo hayamos diseñado nosotros, con la ayuda de un arquitecto muy vanguardista y muchas horas de terapia.
Supongo que no sé de qué hablo. Todo se debe a que venía caminando por la playa. Con ese tedio que nos invade al mediodía, un día festivo. En mi cabeza resonaba el Carrusel Deportivo. No es que realmente lo estuviera escuchando, pero es inevitable, para mí el Carrusel Deportivo es como la magdalena de Proust….. La desazón del regreso a casa desde la aldea, las tardes de domingo, y la inevitable idea (sin palabras, sin andamios) del suicidio ensombreciendo el corazón de una niña, atravesada por la acostumbrada nausea de aquellos que siempre se marean en el coche. La mamá sujetando los largos cabellos mientras la niña expulsa en el arcén los restos del cocido de la abuela y la gruesa capa de grasa que coronaba la sopa. Hace tiempo que ya no quiero matarme los domingos, salvo que por alguno de esos juegos macabros del destino me tropiece con la sintonía del Carrusel Deportivo. Y claro, cuando tardes como la de hoy, intuyo el tedio, mi emisora mental sintoniza ese maldito dial. Así que me pongo a pensar, cosa mala, porque el pensamiento en movimiento, en mi caso me lleva irremisiblemente a la divagación. Y si se prolonga demasiado en el tiempo, a algo muy parecido al delirio. Lo mío es pensamiento desestructurado. Algo propio de personas desestructuradas….
viernes, 20 de mayo de 2011
SOBRE PRINCESAS
Mientras camino
voy perdiendo
los zapatos
Empeñados
en caerse
Y convertirme
en Cenicienta
Miro hacia atrás
y no veo príncipe alguno
calzándose mis pasos
Pienso seriamente
en reprender al dependiente
Pues le dije bien clarito
que nada
de zapatos románticos
Trato de fijarlos
nuevamente
a mis pies
pero
ajenos a mi voluntad
vuelven a caer
Todavía no han sonado
las doce
Digo
Por qué habría yo
de querer ser Cenicienta
Para siempre
deudora de mis vástagos
Poseedora de título
nunca tendré reino
Además para ser Cenicienta
hay que dormir infinitas noches
en un lecho de cenizas
El mío siempre ha sido
mullido
calentito
lúbrico
Yo tengo vocación
de princesa del guisante
voy perdiendo
los zapatos
Empeñados
en caerse
Y convertirme
en Cenicienta
Miro hacia atrás
y no veo príncipe alguno
calzándose mis pasos
Pienso seriamente
en reprender al dependiente
Pues le dije bien clarito
que nada
de zapatos románticos
Trato de fijarlos
nuevamente
a mis pies
pero
ajenos a mi voluntad
vuelven a caer
Todavía no han sonado
las doce
Digo
Por qué habría yo
de querer ser Cenicienta
Para siempre
deudora de mis vástagos
Poseedora de título
nunca tendré reino
Además para ser Cenicienta
hay que dormir infinitas noches
en un lecho de cenizas
El mío siempre ha sido
mullido
calentito
lúbrico
Yo tengo vocación
de princesa del guisante
jueves, 19 de mayo de 2011
ODA A TU LENGUA
Hay un ósculo adherido
a la superficie compacta de tu boca
Que tiene la medida exacta
Que guarda la divina proporción
En la orilla de nuestro lecho húmedo
nos extasiamos en cábalas
sobre cómo encajarlo
Te suplico que pongas en marcha
toda la artillería pesada
Siento asomar el filo de tus dientes
que avanzando a mordiscos abisales
descienden hasta las simas oceánicas
Tu saliva evaporándose en la lava
que irrumpe
al horadar
la superficie volcánica
Entregada bajo el peso ecuestre de tu mar
Pero es con el advenimiento
de tu lengua
cuando en la cueva
comienzan a florecer
estalagmitas
Tan solo un cuerpo poblado
de deliciosos estremecimientos
Tras el vértigo
cesan en su baile los planetas
que convergen
en un único punto
Cronos congelado
En alguna dimensión ignota
explosiona un universo nuevo
Los planetas se entregan a su baile
repeliéndose
en despechadas órbitas
Cronos humillado
Vencido
por los delirios lingüísticos
que provocas
en mi tierno clítoris big bang
a la superficie compacta de tu boca
Que tiene la medida exacta
Que guarda la divina proporción
En la orilla de nuestro lecho húmedo
nos extasiamos en cábalas
sobre cómo encajarlo
Te suplico que pongas en marcha
toda la artillería pesada
Siento asomar el filo de tus dientes
que avanzando a mordiscos abisales
descienden hasta las simas oceánicas
Tu saliva evaporándose en la lava
que irrumpe
al horadar
la superficie volcánica
Entregada bajo el peso ecuestre de tu mar
Pero es con el advenimiento
de tu lengua
cuando en la cueva
comienzan a florecer
estalagmitas
Tan solo un cuerpo poblado
de deliciosos estremecimientos
Tras el vértigo
cesan en su baile los planetas
que convergen
en un único punto
Cronos congelado
En alguna dimensión ignota
explosiona un universo nuevo
Los planetas se entregan a su baile
repeliéndose
en despechadas órbitas
Cronos humillado
Vencido
por los delirios lingüísticos
que provocas
en mi tierno clítoris big bang
MUJER FATAL
Si de la rosa elegí las espinas
¿Por qué entonces dudo
ante la sangre
que tengo entre las manos?
Vuelvo las palmas hacia el cielo
Buscando una palabra infranqueable
Para no sucumbir a este aguacero
Y salir indemne
del contacto tibio
De tus lágrimas
El amanecer nos encuentra
desnudos
de carnes flácidas
y rostros desgraciados
El espejo prescinde de nosotros
La luz se astilla contra la puerta
Antes de irme te dejo
una soga en la mesilla
como pago a los servicios prestados
Despacito y con buena letra
anoto en una hojita
las señas del lugar
donde se ubica el árbol más alto
Respiro
Vestida ya es otra cosa
¿Por qué entonces dudo
ante la sangre
que tengo entre las manos?
Vuelvo las palmas hacia el cielo
Buscando una palabra infranqueable
Para no sucumbir a este aguacero
Y salir indemne
del contacto tibio
De tus lágrimas
El amanecer nos encuentra
desnudos
de carnes flácidas
y rostros desgraciados
El espejo prescinde de nosotros
La luz se astilla contra la puerta
Antes de irme te dejo
una soga en la mesilla
como pago a los servicios prestados
Despacito y con buena letra
anoto en una hojita
las señas del lugar
donde se ubica el árbol más alto
Respiro
Vestida ya es otra cosa
miércoles, 18 de mayo de 2011
MUÑECA DIVIDIDA
Sin duda soy una mujer desgajada
Escindida
Rota
Impotente presencio
como mi lengua contradice
lo que habla mi boca
Si mis pasos se dirigen al norte
mi sombra se alarga hacia el sur
Y mis pies titubean a ambos márgenes
del desfiladero abrupto que es mi sexo
En cuyo fondo alcanzo a ver
la palpitante cinta azul
de un pequeño río solitario
Muñeca dividida soy
Cada imagen viva es velada
por un rostro de humo sobre un paño
Tuve piedad
y me arrodillé frente a él
En el único acto de amor
de mi vida
sequé su sudor
gota a gota
Esa es toda mi culpa
ese es mi destino
Verónica soy
Escindida
Rota
Impotente presencio
como mi lengua contradice
lo que habla mi boca
Si mis pasos se dirigen al norte
mi sombra se alarga hacia el sur
Y mis pies titubean a ambos márgenes
del desfiladero abrupto que es mi sexo
En cuyo fondo alcanzo a ver
la palpitante cinta azul
de un pequeño río solitario
Muñeca dividida soy
Cada imagen viva es velada
por un rostro de humo sobre un paño
Tuve piedad
y me arrodillé frente a él
En el único acto de amor
de mi vida
sequé su sudor
gota a gota
Esa es toda mi culpa
ese es mi destino
Verónica soy
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