![]() |
Lixeiro de Ismael Ramos. Edicións Xerais. |
Blog sobre libros donde voy dejando mis lecturas de poesía, novela y cualquier texto literario que me haya interesado, para extender la conversación que mantenemos con los libros durante la lectura.
Eres igual a ti, y desigual, lo mismo que los azules del cielo.
Juan Ramón Jiménez
lunes, 10 de marzo de 2025
Lixeiro. Ismael Ramos. Edicións Xerais.
miércoles, 5 de febrero de 2025
SONORA de Chus Pato
Di Chus Pato que a morte da nai situouna na rompente da estirpe. A morte da nai é o lugar no que a poeta se sitúa fronte as nove ondas que, como ela mesma explica na “nota da autora”, compoñen este libro. Situarse nese lugar, na orfandade, permite á poeta observar a forma, a xeometría completa. Atopei aí un paralelismo con Ararat de Louise Glück, sen embargo, se en Glück advertín unha calculada distancia, un tratamento aséptico da morte do pai, en Sonora a poeta mergúllase (“nese voo compromete a vida”), interpela (“madre, desátate!”), ensaia (poemas coma Desde o sur, entrando pola porta do sur), dislócase (“todos os meus órganos lle ceden un lugar”). O poema pon en tensión a palabra (“unha lingua de lume nos órganos de fonación”) e estoura ( particularmente en A miña cantiga chámase fronteira). Tras el queda un pouso de misterio, incorruptible (“un embrión medra e escoita”).
Interésame o proceso que levou á poeta a ese lugar que se sustancia en nove ondas. Como quen fai unha cata arqueolóxica, trato de avaliar as capas, o sedimento. Parece un proceso xeolóxico, algo que se artellou con paciencia. Mineral (“pensando nun territorio maiormente granítico”), vexetal (“ás veces, por azar, un pétalo de rosa/resiste na pedra”), orgánico (“así medra o musgo riba de nós”). As múltiples referencias, as alusións, dedicatorias, a anécdota, o xogo.
Este é un poemario sobre a morte da nai, pero remata con tres poemas dedicados a Alba Cid, Gonzalo Hermo e Oriana Méndez, tres poetas novos. Nada aquí parece fortuito. Non esquezamos que a estrutura de Sonora é a de nove ondas, nove círculos concéntricos. Se a morte da nai sitúa á poeta na rompente da estirpe, tamén nos di noutro poema “o ethos ou punto central é gris /nel converxen todos os radios desta roda que non ten comezo nin final”. Como a lectura de Sonora.
martes, 5 de noviembre de 2024
TRAS DO CEO. Manuel Rivas
Disque a última obra de Manuel Rivas, Tras do ceo, é unha novela negra. Unha vez lida e desfrutada, paréceme que, máis alá das etiquetas, o que estamos é ante un ecosistema, complexo e diverso, que se vai despregando a través da narración caótica e un tanto salvaxe -como de círculos concéntricos sobre a auga- dun dos personaxes, Dombodán. Pero, a pesar do que poida parecer nalgúns momentos -sobre todo ás impacientes-, esa aparente dispersión na narración, acaba por reconducirse ata precipitarnos nun final de auténtico vertixe. O que converte a esta novela nun exercicio literario soberbio, onde a palabra respira libremente.
martes, 9 de enero de 2024
Lectura: La habitación de Nona de Cristina Fernández Cubas
Tengo que empezar diciendo que disfruté mucho la lectura de la Habitación de Nona de Cristina Fernández Cubas con la que la ganadora del Premio Nacional de las Letras del 2023 ganó el Premio Nacional de Narrativa en 2016. A través de estos relatos (de muy distinta extensión), Cristina Fernández Cubas realiza una demostración hábil y efectiva del arte de contar historias en un sentido clásico, puesto que a través de estos relatos se articula una genealogía del género a la par que la autora va a desplegando un universo propio.
Es necesario destacar la facilidad con la que Cristina Fernández Cubas atrapa al lector en lo que está contando sin artificios y con la sencillez de quien va tejiendo una tela de araña de la que no quieres escapar hasta acabar la historia. La fascinación y el misterio se vehiculan a través de lo cotidiano, lo familiar hacia lo que la autora dirige nuestra mirada con destreza. Las cosas no son lo que parecen, pero descubrir lo que la realidad oculta depende, en gran medida, de la propia percepción.
Creo que es esta cotidianidad tras la que bien nos puede estar aguardando el asombro la que contribuye a generar el clima que otorga unidad a estos relatos, pero, sobre todo, en esa invitación de la autora a festejar la capacidad de fabulación del ser humano. Porque lo que sucede en los relatos no tiene que ver tanto con la aventura, sino con la inclinación de los personajes a transcender los límites de lo cotidiano y proyectarse hacia otras realidades.
Sin duda conviene destacar el relato que da título a esta serie, La habitación de Nona, en el que se concentran de manera impecable todas las claves del género, incluyendo el elemento sorpresivo que nos descoloca y que a la par nos coloca en el lugar del propio narrador. Resulta que el relato es efectivo en cuanto que dota de dimensión aquello que tenemos ante los ojos, pero que, en la sucesión de los días, hemos desaprendido a ver. En ocasiones se trata de una misma.
jueves, 4 de enero de 2024
Lectura: Mañana y tarde de Jon Fosse
Decidí leer a Jon Fosse no por haber ganado el Nobel, sino
por la multitud de menciones que, a raíz del Nobel, referían lo singular y
poético de su escritura. Movida por la curiosidad y, aprovechando la
publicación por Nórdica de alguna de sus novelas, me incliné por Mañana y tarde,
cuyo título me recordó a la segunda novela de la genial Virginia Woolf, Noche y
día, y, casualmente (o no…) creo que el estilo narrativo de esta Mañana y tarde
le resultaría interesante a la propia Virginia y, en cierto modo, parece
emparentado con alguna a de sus novelas como Al faro o Las olas.
Mañana y tarde nos habla de un nacimiento y una muerte,
limitándose a contar estos dos momentos que, a vuelta de página, parecen no
otra cosa que el haz y el envés de una hoja. Lo hace con la voz de un narrador omnisciente
cuyo ritmo narrativo asume, por momentos, las características de un monólogo
interior, de tal modo que el narrador parece anularse y el lector tiene la
impresión de que las sensaciones que emanan de la novela lo hacen a través de
los personajes, principalmente de Johannes. Creo que esto funciona, fundamentalmente,
por una cuestión de estilo. La sucesión de oraciones y párrafos que se rompen
de manera abrupta, sin puntos, favorecen esa sensación de fugacidad,
volatilidad y reiteración que caracteriza al pensamiento.
Creo recordar que fue Julio Cortázar el que dijo que “sólo
hay una forma de contar una historia”, me parece que aludiendo a cómo la forma
en la que narramos influye en la historia en sí. En el caso de Mañana y Tarde
resulta todavía más evidente. Y esto, a mí particularmente, es una de las
razones que me estimulan a la hora de leer.
Por ejemplo, considero un acierto que gran parte de ésta se
desarrolle al deambular de Johannes que, de este modo, nos hace partícipes de
su extrañeza en esa “tarde” de una vida cuyas pinceladas se van deslizando a
medida que anda, siente, recuerda. La vida de Johannes no es contada sino que se
evoca a través de la vacilación de su pensamiento a la par que camina y el
lector avanza con él.
Esta historia que, al centrarse en esos dos momentos que son
el nacimiento y la muerte, acota la vida, lo que nos sugiere es que, más allá
del acontecimiento y la aventura, ésta se sostiene en lo cotidiano. Un café, un
cigarrillo, el ritual de dos vecinos que se cortan mutuamente el cabello, la
persistencia de las losas en la entrada de una casa.
Creo que narrar esto es ambicioso, pero, como ocurre a lo
largo de esta novela desde el propio título con respecto a la convivencia de
los contrarios, a la vez la novela se despoja de pretensiones para tratar de
asir la sencillez. Por supuesto, atendiendo a los temas tratados, hay espacio
para lo místico y lo alegórico (ese barco…). También para lo poético.
En definitiva, una novela singular de la que no pensaba que
hallaría muchas cosas que decir, precisamente por la dificultad de definirla y
porque leerla es compartir esa extrañeza de Johannes. A medida que leía pensaba
en esa imagen de la luna que permanece en el cielo cuando ya es de día y es
azul, temblorosa sobre un firmamento transparente y brillante, tan parecida a
un espectro: hermosa e inaprensible.
Decidí leer a Jon Fosse no por haber ganado el Nobel, sino
por la multitud de menciones que, a raíz del Nobel, referían lo singular y
poético de su escritura. Movida por la curiosidad y, aprovechando la
publicación por Nórdica de alguna de sus novelas, me incliné por Mañana y tarde,
cuyo título me recordó a la segunda novela de la genial Virginia Woolf, Noche y
día, y, casualmente (o no…) creo que el estilo narrativo de esta Mañana y tarde
le resultaría interesante a la propia Virginia y, en cierto modo, parece
emparentado con alguna a de sus novelas como Al faro o Las olas.
Mañana y tarde nos habla de un nacimiento y una muerte,
limitándose a contar estos dos momentos que, a vuelta de página, parecen no
otra cosa que el haz y el envés de una hoja. Lo hace con la voz de un narrador omnisciente
cuyo ritmo narrativo asume, por momentos, las características de un monólogo
interior, de tal modo que el narrador parece anularse y el lector tiene la
impresión de que las sensaciones que emanan de la novela lo hacen a través de
los personajes, principalmente de Johannes. Creo que esto funciona, fundamentalmente,
por una cuestión de estilo. La sucesión de oraciones y párrafos que se rompen
de manera abrupta, sin puntos, favorecen esa sensación de fugacidad,
volatilidad y reiteración que caracteriza al pensamiento.
Creo recordar que fue Julio Cortázar el que dijo que “sólo
hay una forma de contar una historia”, me parece que aludiendo a cómo la forma
en la que narramos influye en la historia en sí. En el caso de Mañana y Tarde
resulta todavía más evidente. Y esto, a mí particularmente, es una de las
razones que me estimulan a la hora de leer.
Por ejemplo, considero un acierto que gran parte de ésta se
desarrolle al deambular de Johannes que, de este modo, nos hace partícipes de
su extrañeza en esa “tarde” de una vida cuyas pinceladas se van deslizando a
medida que anda, siente, recuerda. La vida de Johannes no es contada sino que se
evoca a través de la vacilación de su pensamiento a la par que camina y el
lector avanza con él.
Esta historia que, al centrarse en esos dos momentos que son
el nacimiento y la muerte, acota la vida, lo que nos sugiere es que, más allá
del acontecimiento y la aventura, ésta se sostiene en lo cotidiano. Un café, un
cigarrillo, el ritual de dos vecinos que se cortan mutuamente el cabello, la
persistencia de las losas en la entrada de una casa.
Creo que narrar esto es ambicioso, pero, como ocurre a lo
largo de esta novela desde el propio título con respecto a la convivencia de
los contrarios, a la vez la novela se despoja de pretensiones para tratar de
asir la sencillez. Por supuesto, atendiendo a los temas tratados, hay espacio
para lo místico y lo alegórico (ese barco…). También para lo poético.
En definitiva, una novela singular de la que no pensaba que
hallaría muchas cosas que decir, precisamente por la dificultad de definirla y
porque leerla es compartir esa extrañeza de Johannes. A medida que leía pensaba
en esa imagen de la luna que permanece en el cielo cuando ya es de día y es
azul, temblorosa sobre un firmamento transparente y brillante, tan parecida a
un espectro: hermosa e inaprensible.
viernes, 1 de diciembre de 2023
Lectura: Ninguén queda de Brais Lamela
A semana pasada rematei de ler Ninguén queda, a primeira novela de Brais Lamela. Neste caso, dicir que se trata dunha primeira novela podería inducir a erro, posto que estamos ante unha voz nova, fresca, pero dunha extraordinaria madurez. Aínda que, pensándoo, seguramente sexa lugar común afirmar que unha primeira novela é “sorprendentemente madura” para invocar que non se trata dunha primeira novela máis.
Deixando isto a un lado, Ninguén Queda cóntanos a historia (en clave autoficción) dun mozo galego que reside en Nova York mentres realiza a súa tese sobre os asentamentos de colonización da Terra Cha, auspiciados pola ditadura franquista na década dos 60 e con carácter de experimento sociolóxico. Persoalmente, descoñecía esta historia, pero unha das cousas que primeiro me chamou a atención é o emprego da palabra “colonización”, a naturalización sistémica dun concepto tan negativo para a nosa mirada presente (no caso de que ti e máis eu sexamos das que intentamos deconstruír a nosa visión eurocéntrica do mundo).
Poderíamos dicir, en base a isto, que existe un fío narrativo principal, que é o que vai desenvolvendo o protagonista no seu camiño para a realización da súa tese, e outro, como unha intrahistoria que é a dos antigos habitantes de Ernes (os novos colonos), de carácter máis científico. Ás veces estes fíos parecen transcorrer alternativamente, pero noutras semellan coincidir nun nó. Creo que isto sucede cando o humano se impón nesa intrahistoria. De feito, hai un momento respecto á investigación doutoral no que sentín que de súpeto estaba ante algo máis, que había algo inesperado agardando que me impelía a avanzar e que o escritor resolve á perfección, pero, sobre todo, con emoción.
Sen embargo, isto que pode entenderse como aparentemente sinxelo, non o é. Un dos grandes temas da novela son os espazos e como os habitamos, algo co que me sinto concernida neste momento vital e convidoume a reflexionar. Durante o seu transcurso o escritor emprega distintos elementos narrativos (cadernos de rexistro, libros, cartas, incluso testemuños gravados e orais) que se van superpoñendo. Nesta novela na que as arquitecturas teñen un papel tan importante gústame pensar que estes elementos funcionan dese modo, como habitacións que se abren, pero non para que vaiamos penetrando (quizais nalgúns casos), senón que nos envolven.
Esta é sen dúbida unha novela cun claro carácter político, tanto pola historia que o narrador escolle para a súa tese, como polas cousas que conta sobre a súa vida cotiá, a precariedade, os pisos compartidos, a migración, a habitabilidade e as persoas (as súas emocións, enfermidades, os afectos), a tribo que fai do hábitat fogar. O caso é que acabei lendo con lentitude as apenas 170 páxinas na súa edición en galego, a cargo de Euseino?, posto que vanse incorporando conceptos e elementos (sobre todo na súa vertente máis ensaística) que se abren como bifurcacións polas que transitar e provocan reflexións nas lectoras que deixan en suspenso, por momentos, o fío narrativo.
Agora que me poño a contar esta experiencia da lectura, penso que en realidade tamén funciona como un espello entre as distintas épocas e persoas das que se fala. Que a pesar da distancia de anos, esas vidas non son exactamente distantes e que teñen máis elementos en común dos que poida parecer nun primeiro momento. Posto que aquí cadaquén bascula entre o arraigo e o desarraigo. A ese lugar non sei como chamalo. Quizais, as grandes cidades do século XXI tamén nos abocan a ser un modelo determinado de sociedade e nós tamén formemos parte dun experimento sociolóxico que non logramos distinguir, entregadas a este simulacro de liberdade ao que chaman consumo.
Afortunadamente, a novela tamén nos conta que, ás veces, a man humana é quen de rehabilitar terreos que, en décadas anteriores, a mesma man humana condenou ao baldío. De aí que nesta novela tamén hai lugar para a poesía.
Ninguén queda acaba de publicarse en Castelán como No queda nadie por la editorial Cuatro lunas
martes, 19 de julio de 2022
Lectura: Las malas de Camila Sosa Villada.
“Las
malas”, de Camila Sosa Villada era una lectura pendiente y pospuesta. Ese libro
del que lees artículos, del que te hablan y sabes que leerás, pero que olvidas,
quizás porque, a estas alturas, no crees que existan lecturas impuestas u
obligatorias, sino más bien te dedicas a las lecturas placenteras. Así que una
huye un poco de ese “tienes que leerlo”, no porque no confíe en el criterio de
la recomendación, sino que, en realidad, una también reconoce que existe cierto
placer en lo fortuito, en caer en la lectura a destiempo o en un tiempo propio
e insospechado. Todo esto para decir que este esbozo es, quizás, algo extemporánea,
pero no haber llegado ahora.
He
leído “Las malas” con fruición, entusiasmo, placer hedonista y conmoción. Lo he
leído después de “Ustedes brillan en lo oscuro” -un libro de relatos de Liliana
Colanzi que merece una relectura antes de hablar de él- y he sentido que los
libros se daban el relevo de algún modo, aunque uno sea novela y otro relato, aunque
los temas sean tan distantes. Existe cierta escritura al otro lado del
Atlántico en la que la palabra se desprende de sus limitaciones, se dimensiona
ya no sólo en lo poético, sino en lo extraordinario, en lo onírico. Y puedes
estar leyendo una novela como Las malas, basada en la propia experiencia de la
autora, Camila Sosa, y la comunidad de travestis con la que convivió parte de
su juventud, y no extrañarte cuando lo onírico se entrevera con la realidad, es
más, eso onirismo dota de intensidad esa realidad a la que nos transporta. La
hace, de algún modo, más manifiesta.
Es
a través de esa palabra desposeída de imposición que Camila Sosa nos muestra la
dureza de las vidas llenas de violencias de unas mujeres que se vuelven
invisibles para sobrevivir y cuyas cartas están marcadas con la derrota, su
destino es la enfermedad o una muerte temprana, el oprobio de una sociedad que
sólo les permite crecer a los márgenes, pero, como esas flores que a veces
crecen en las lindes del camino o la carretera, son capaces de abrirse a la
belleza. Esto también nos lo cuenta Camila Sosa a través de una prosa a veces
desgarrada, otras delicada, incluso sutil, pero también festiva y opulenta por
momentos. La narradora logra que empaticemos con la tragedia de cada uno de los
personajes que nos va mostrando, pero, sobre todo- o al menos yo lo sentí así-
nos hace empatizar cuando son felices, cuando se lanzan a la esperanza, cuando
tejen las redes que las sostienen en su fragilidad y precariedad. Porque es a
través de esa fragilidad que se abren a nosotras. Porque ahí, por la herida, es
que penetra el daño, pero también la dicha.
En
un libro como este es difícil obviar el patriarcado, la sociedad inquisidora, a
los hombres que ejercen la violencia sobre aquellas a las que reconocen
indefensas. Son muchas las formas de opresión, de burla y de maltrato. Afortunadamente,
existen otros hombres, incluso hombres sin cabeza, que también contribuyen a
que estas mujeres puedan ejercer la esperanza. Porque el libro, me gusta
pensar, va de eso, del derecho a ejercer la esperanza. Porque es la imposición
de la heteronormatividad la que crea la mirada diferente e inquisidora, pero,
en realidad, todas nos parecemos mientras soñamos.
lunes, 6 de junio de 2022
Lectura: Lo que hay de Sara Torres
Es inevitable que lo que leemos engarce con nuestras vidas, como si leer entrañase la predisposición a que el flujo de la novela irrigue en lo cotidiano. Mientras leo “Lo que hay”-primera novela de la poeta Sara Torres-, J. me recomienda un documental titulado “Alén” -palabra galega que designa el “más allá”- cuyo tema es la muerte y sus rituales, por lo que iniciamos una conversación sobre cómo afecta a nuestras sociedades el desprenderse, de manera paulatina, de los rituales de los que nos habíamos dotado para afrontar la muerte y el duelo. La asociación de estos rituales con lo religioso parece alejarnos, cada vez más, de los mismos, con lo que es posible que también estemos renunciando a nuestras herramientas para vivir la muerte del otro, del ser querido, sin dotarnos de otras. En la lectura me preguntaba si este libro no sería sino una liturgia, un ritual de la escritora/protagonista para asimilar la muerte de la madre, con sus aledaños de enfermedad, corrupción del cuerpo querido y de los recuerdos asociados a él. De algún modo, mientras nos conduce por su duelo, nos va dando claves sobre los duelos duelos propios -los que han sido y los que serán-.
A su vez, también el duelo de la
protagonista por la muerte de su madre se entrevera con otro, el de la pérdida
de la amante. Subyace ahí la culpa: el de la madre no es un duelo exclusivo,
sino que está atravesado por otras emociones de pérdida. Algo que supone una
especie de infidelidad-un concepto que sobrevuela y sobre el que se reflexiona
de manera recurrente en la novela-. Sin embargo, nos preguntamos si esto es
coincidencia o si acaso muerte y amor no son más que el haz y el envés de una
misma hoja. Al fin y al cabo, el cuerpo es ese instrumento del que nos servimos,
pero del que la enfermedad y el deseo nos convierten en siervas. Particularmente,
me parece natural que esos duelos coincidan en el tiempo y, en cierto modo, se
regulen. La vida habitualmente haya los mecanismos para topar el dolor y que no
nos asole. En este caso el uno y el otro se topan.
Esa culpa que subyace desde la
primera frase de la novela tiene, a mi parecer, una dimensión más plena, la de la
tensión entre la narradora y el deseo de las otras, la exigencia sobre su
persona. Conviven ahí la hija que la madre querría, la pareja que su pareja
querría e incluso la amante que la amante querría. La narradora se debate en la
culpa por no satisfacer y encarnar el deseo de las otras, lo cual implicaría la
renuncia a su propio deseo. Esto, a su vez, va enlazando con otro concepto
interesante que se plantea, la cuantificación del amor. Qué amor es más intenso
y mejor según su categoría ¿El amor de una hija a su madre, el amor de la
relación socialmente aceptable, el amor de la amante? A cada categoría se le
supone un valor que no establecemos nosotras- nuestro deseo se construye con
materiales prestados- y, en cierto modo, los convierte en excluyentes, como en
una monogamia de los afectos.
Ocurre en algún momento durante el
proceso de pérdida -cuando lo reconocemos del todo irreversible- que nos
sabemos despojadas del cuerpo amado, pero también del conflicto. Sólo nos queda
el amor que sentimos como un absoluto, en la integridad del concepto. La
pregunta a solventar durante el duelo es qué hacer con ese amor sin objeto. El
objetivo quizás sea transitar la culpa.
Esta es una novela del cuerpo,
del deseo y de la pérdida. Acompañar a Sara por los vericuetos de su duelo, en
este ejercicio de honestidad que es la novela, resulta además un placer
estético. Su narrativa poética dota a la historia de la imprescindible pausa.
Porque es el lenguaje preciso de la poesía el que abre la posibilidad, el que
la dota de amplitud. El que nos llena los ojos de luz en la Barceloneta y nos
deja en la boca el sabor de las amantes. Y, por momentos, no sabemos si leemos
a Sara o la somos…. ¿Qué más podemos pedir que lo que hay?
“El fuego que irrumpe no viene de
fuera, está adentro, en el texto de la carne”.