Costado abierto en mi demencia
la noche
La estrella a la que siendo niña
pedí un deseo
brilla de ferocidad
-un cuerpo es el
síntoma de una fiebre-
Te ciño un sexo
y suelto a los perros
de mi sangre
de mi sangre
Te ciño un sexo
para invocarme grito
-¿cómo se purga el
animal sino gritando?-
Te ciño un sexo
como quien peina los cabellos
a la muñeca de su locura
le pone bonitos vestidos
vela su inocencia hasta dormir
10 comentarios:
Purgar ese animal es purgarse uno mismo, a ojos cerrados, a vidas abiertas.
Beso Vera.
Más que un perro, parece una sangre hirviendo de jaurías... Un abrazo.
Sí, esencialmente ese animal es lo que somos, Sarco. Besos!
Y van llenos de fauces y de miedos, Darío. Abrazo.
Gritando se purga al animal que somos, sin excepción.
Besos.
Al plenilunio aullamos...Beso, María.
y aquí en los versos, se ha purgado, ha gritado, y han encontrado escape.
besos
y cómo alivia, Sandra...Bicosss
me ha encantado este poema Vera.
gracias.
un besote.
Gracias, David. Bicos!!
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