Eres igual a ti, y desigual, lo mismo que los azules del cielo.

Juan Ramón Jiménez


miércoles, 31 de agosto de 2011

HAY UNA QUE ESCRIBE....


Imagen: Edna Romero




Hay en mí una que rabia
Que se revuelve
Que aúlla
Que se sacude sopapos en la cara
y se arranca los pelos de raiz
sin temor a la calvicie
Que se mete los dedos sin piedad
hasta vomitar palabras
para satirizar a los ángeles
Que escupe vinagre
en las heridas abiertas
Y exhibe
sin decoro
su inmundicia
y la desnudez
de sus alforjas
Una que forja una espada con su canto
Mientras colecciona heridas en la garganta
Y corazones a puñados

PENA DE LOBO (fábula leída en el envés de un poema)


Imagen: Barbara Bezina



Quizás esta historia podría haber sido un cuento....



En la noche
el alma de la piedra
aflora
con la forma de un lobo
que sobre ella
aúlla a la luna

Poco a poco
su lamento
le rasga la garganta
como el arco
la cuerda del violín
Hasta que un temblor lo sacude
y la música
se hace sangre

En la mañana
el cazador
encuentra el cadáver
soñando sobre un lecho
de diminutas rocas
Como miríadas de estrellas
que cansadas de brillar
en la cresta del cielo
con un gesto de despecho
deciden al unísono
apagarse
y caerse

El lobo
permanece impertérrito
con las fauces abiertas
en un último aullido
de bienvenida a la  muerte
La que fue su vida yace
en ese charco carmesí
todavía caliente
en el que la carne precaria del hombre
parece soñar un corazón


martes, 30 de agosto de 2011

SUEÑOS


Imagen: Nanoo-G





Me duermo inocente
pero en sueños
se me aparece tu rostro
Y en sueños muerdo la almohada
Y en sueños
desgañito mi sexo
Y lloro
un llanto tañido
con las lágrimas de mi flujo

Eres la tentación
que canta en mi noche silente
y silba
piando por mis demonios*

Encadéname a tu mástil
Desgárrame la piel
con el latigazo de tus olas
Fatiga hasta el último de mis alientos
Esquila la lana de mis pudores
Desnúdame esta maldita desnudez
Y no dejes ni un asidero
en mi cuerpo
al que se sujete mi razón

Y que me encuentren en la playa
con las algas de tu sexo
ahogándome la boca



*En galego se suele decir "o que pola noite asubía, polo diaño pía"(el que por la noche silba, por el demonio pía)

PECADO


Rachel Weisz (la pongo aquí porque es la mujer que yo amaría...)




Soy Eva
sinuosa como una serpiente
mi cuerpo lo carga el diablo

DESEO


 Desnudo en la bañera de Pierre Bonard



Arrastro mi feminidad por las cuestas
como a mi particular Roca de Sísifo
Rumio contra las paredes
la cuenta atrás de mi clítoris
Grito a los cuatro vientos
que llevo una bomba entre las piernas
TIC-TAC-TIC-TAC
La gente se aparta
huye despavorida
Camino con las piernas separadas
Abierta
Entre ellas la medida justa
del sexo que no me atraviesa
Al llegar a casa
me lavo el coño
me lo enjabono
una y otra vez
Me restriego este deseo de ti
hasta que estalla el orgasmo
un luminoso y humeante
hongo blanco
un tsunami en mi bañera
y otro
y otro
y otro….

lunes, 29 de agosto de 2011

EL CUENCO

Mujeres Haitianas de Paul Gauguin


Dame una palabra
para mi cuenco vacío
-te dije.

DESOLADOR
-contestaste.

Y vi un paisaje agreste
en el envés de tus párpados
Y reconocí un llanto seco
en el tañer de tu campana

Me fui descalza
en busca del mar

Pasados unos días
lo traje para ti
Con cautela
Rebosando mi cuenco
Dejando a mi paso
una estela de gotas

Creí que éste era
un cuenco de palabras
-dijiste-

Has de saber
que lo que define el destino del cuenco
no es su uso
sino aquello que lo colma
-contesté


En ese preciso momento
un único rayo de luz
partió la superficie del agua

Y vi un paisaje de estrellas
en el envés de tus párpados
Y reconocí una canción de verano
en el tañer de tu campana

Y aquella noche
nos colmamos
en los brazos del otro



PROPOSICIÓN

Chagall




  I
Hagámonos  un ovillo
con el que juegue a placer
el gato pardo del deseo

Anudémonos las pieles
dejando únicamente
un cabo suelto
a cuyo extremo haremos volar un barrilete*

Construyamos una torre de orgasmos
con la que trepar hasta el jardín de la noche
Llenémonos los bolsillos de estrellas
antes de que se marchiten
sobre las ramas del cielo

II
No te asustes
si al dormir
se cuelga de mis pestañas
una lágrima
Es tan solo la gota de rocío
que se desprende del alba de mis sueños






*Siempre amé la palabra "barrilete", que en Argentina sería el equivalente de "cometa" aquí en España

Hace unos cinco años, en un acceso de locura, me acosté en la carretera que llega desde Ribadavia a Prexigueiro, ante el impacto de un cielo saturado de estrellas.  Este sábado, en el mismo lugar, me encontré el mismo cielo. Sí, sin duda era el mismo. Creo que de eso va este poema...

viernes, 26 de agosto de 2011

JUEGOS





CADA CUAL QUE UBIQUE AQUÍ LA FOTO QUE LE PLAZCA A SU IMAGINACIÓN











Después del sexo a ella le gustaba correr hacia el espejo para contemplar el rubor de sus mejillas. Él la observaba, a través del humo de su cigarrillo, y se sonreía pensando en lo joven que le parecía en aquellos momentos. De pronto, al aspirar el tabaco se percató de cómo se mezclaba con el sabor de ella en la boca. Aquello le disgustó, porque lo devolvió a la realidad, donde amor y sexo son efímeros, apenas un instante. Durante la conjunción de sus cuerpos era algo que olvidaba, hasta que el rastro de ella desaparecía del paladar. No sabía la razón, pero aquella tarde necesitaba jugar a prolongar el sexo de manera indefinida. Así que aplastó el cigarro contra la piel del cenicero, hasta que hubo exhalado su último aliento de humo, y se levantó. Se colocó entre ella y el espejo, y se arrodilló. Sintió el vello que cubría su vagina, revuelto y pegajoso. Todavía impregnado de las anteriores secreciones. Lo olió, aspiró, tiró de él ligeramente con sus dientes. Tanteó con su lengua la rendija, y penetró en ella lentamente. Tal y como había deseado, ella no separó las piernas. Seguía observando detenidamente su rostro en el espejo, como si las sensaciones le fueran comunicadas, no a través de su vulva, sino a través de las variaciones de ese rostro, que como parte del juego trataba de mantener imperturbable, y como un lago aparentemente en calma de vez en cuando parecía erizarse con los pasos de una ligera brisa. Entonces sí, separó los labios exteriores con sus dedos y abrió su boca con avidez, buscando la pulpa, hincando en ella sus dientes, hasta arrancarle todo el jugo. Ella apenas se movía, continuaba con el juego de la estatua. De vez en cuando algo parecido a un gemido parecía quebrarse en su boca. Tenía las manos relajadas sobre sus cabellos, y sólo cuando llegó al orgasmo tiró con fuerza de ellos. Aquel fue el único movimiento que se permitió a la estatua. Una vez hubo terminado, ninguno de los dos sabría decir cuánto tiempo permanecieron en aquella posición….

Por fin ella se movió y se dirigió a la ducha para abrir el grifo, pero el la detuvo e hizo un gesto negativo con la cabeza.
-No, hoy no me borres-le dijo.-Permite que sea la noche quien lo haga.
Ella le miró y no dijo nada.

Fue hasta el armario y lo abrió. Estuvo un rato buscando hasta que encontró un vestido de color crema, de tela muy ligera. Se lo ofreció diciendo:
-Ponte esto. Pero sólo esto. Y los zapatos, claro.

En silencio ella lo tomó y lo deslizó sobre su cuerpo desnudo. Era casi como si no llevara nada puesto. Sólo el olor y la pátina del sexo. Tampoco se puso perfume

Cuando llegaron al restaurante la mayoría de sus amigos estaban ya sentados a la mesa. Por lo general tenían esa costumbre tan extendida de sentarse mujeres y hombres separados a uno y otro lado de la mesa, como si formasen dos bandos bien diferenciados. A ellos siempre les había gustado desequilibrar esa armonía, y como encontraron dos asientos juntos, se sentaron uno al lado del otro. Durante la cena, no les pareció que la conversación fuera muy animada. En el bando de las mujeres se hablaba de niños y una futura boda. En el de los hombres el tema principal de conversación era Mourinho. Ellos se pasaron el tiempo conversando con lo olores. Ella le tomaba la mano y aspiraba con fuerza sus dedos. Él se apoyaba en su hombro, y hacía lo propio. Entonces le parecía sentir un olor dulzón subiendo de entre sus piernas. Y una erección comenzaba a desperezarse bajo sus pantalones. En los postres ella volvió a tomarle la mano y la retuvo entre la suya, durante bastante tiempo, sobre la mesa. Pero de repente las movió colocándolas bajo el mantel, encima de su rodilla. Fue deseslizándose en la silla, poco a poco, hacia la mesa, hasta que él pudo sentir la tela del vestido, ligeramente arremangado. Al estirar los dedos, siempre con su mano entre la de ella, tocó el vello ensortijado. Permanecieron así durante un rato, tratando de acompasar las respiraciones que se habían acelerado. Entonces ella acercó ambas manos hacia sí, y él sintió la blandura de su carne. Ahora era ella quien le conducía, decidida a no soltarle. Los dedos de ambos se aproximaron al resquicio, esta vez abierto de para en par, porque sin disimulo había separado las piernas. La vulva estaba húmeda, todavía impregnada del sexo de la tarde. La manode ella comenzó a moverse, como marcándole el compás, justo en ese momento inició una animada conversación con su amiga Irene, quien se sentaba enfrente. Los dedos parecían bailar al hilo de las palabras, o quizás eran ellos los que tiraban de las frases, y el comprendió que de nuevo estaba jugando a la estatua, pero esta vez era una estatua parlante. Las caricias se sucedieron a distintos ritmos e intensidades. De vez en cuando introdujeron los dedos en el interior de la vagina. Uno, dos, tres…Descifraba los orgasmos por la tensión previa, y el temblor posterior de sus piernas. A punto estaba de arrancarla de la silla, y llevársela al baño, y allí, sobre el lavabo penetrarla con la misma impiedad ante el entorno que ella parecía mostrar. Y hacerla gritar, gritar, y gritar….hasta que aullara la estatua. Pero cuando se estaba levantando de la silla, los demás le acompañaron, pues ya era hora de irse del restaurante. A pesar de su turbación, rápidamente se percató de la mancha que se había dibujado sobre la banqueta de ella-cuando por fin reunió las fuerzas para ponerse en pie. A tiempo suficiente de empujarla hacia la mesa, y ocultarla oportunamente bajo el mantel.

jueves, 25 de agosto de 2011

HOY ME APETECE ESCRIBIR AQUÍ MI ESTADO...


Hoy el mundo parece empeñado
en tomar mi corazón entre sus manos
En apretarlo
Y estrujarlo
hasta arrancar un latido
de este músculo seco
re-seco
apenas más grande que mi puño

Deben ser enormes
las manos del mundo
Me han dado tanto impulso
que hoy
CREPITO

EXORCISMOS

Imagen extraída de la web. Desconozco el autor





Necesitaría una sonrisa
para ponerle a este día
Iría a mendigarla a tu alcoba
pero no sé qué pensaría
la mujer que duerme a tu lado

Necesitaría un olvido
que engullera los dos ojos
del gato negro que esta mañana
me miraba
vacío
desde un charco de sangre

Necesitaría una canción
que me acunara entre sus brazos
y silenciara este mar de palabras
que como un llanto
me sube por la garganta
y me ahoga


Pero sobre todo necesito
un dique
que contenga la herida
que dejaste abierta
en este corazón
que sobre la noche horizontal
se desangra




miércoles, 24 de agosto de 2011

A DENTELLADAS

Imagen: Daria Endressen





Sufro destierro
en este cuerpo
que parece no abrigar
más vida
más aliento
que el de esta poesía

Tan solo cuando escribo
un latido de luz
atraviesa la corteza
de este corazón
ennegrecido por el desuso

Muérdelo
aliméntate de él
quizás sólo tus dientes
le devuelvan la sangre



ARROGANCIA


 As rúas de Ribadavia : O prodixio de Galicia(según un concurso da TVG)





A veces tengo la pretensión
de creerme un ser extraordinario
atrapado en una vida ordinaria



¿A alguien más le pasa??? Me ocurrió esta misma mañana.....


CANTIGA DA MOUTA DE PO

Imagen extraída de la web, desconozco el autor



Son só unha mouta de po
que se vai pousando nas cousas
pero que nunca posúe nada

Nalgures,
noutra época
andiven pendurada
dun raio de luz
e peiteei as guedellas
dunha estrela

As veces
se teño sorte
un refacho de vento
me ergue
e sostén
por enriba do mundo
esgazada do tempo
Entón paréceme albiscar
o doce ollar da eternidade



CANCIÓN DE LA MOTA DE POLVO

Soy sólo una mota de polvo
que se va posando en las cosas
pero que nunca posee nada

En algún lugar
en otra época
estuve colgada
de un rayo de luz
y peiné los cabellos
de una estrella

A veces
si tengo suerte
una ráfaga de viento
me levanta
y sostiene
por encima del mundo
desgajada del tiempo
Entonces me parece atisbar
el dulce mirar de la eternidad










martes, 23 de agosto de 2011

RAZONES

 


La corriente de poesía
que sopla a través de mí
jamás derivará en un viento
capaz de secar las lágrimas
de los ojos de un niño

El amazónico caudal de mis versos
será sólo sequía y aridez
ante la sed y la hambruna

Mis ciudades de letras
nunca servirán de cobijo en la intemperie
a los desheredados de la tierra

Los escudos forjados
con el metal de mis metáforas
no impedirán
que los proyectiles de plomo
atraviesen el corazón
de los olvidados

Mi voz
es demasiado balbuceante y torpe
como para devolverles el sonido
a tantas bocas amordazadas
desde el alba de los tiempos

Si sé
que toda palabra es en vano
entonces
por qué escribir
Por qué
escribir
por….


lunes, 22 de agosto de 2011

MANUAL DEL PERFECTO ALPINISTA


Schiele



Por muy intrépido que sea el alpinista
ha de avenirse a una serie de consejos
antes de emprender la conquista
de las cumbres nevadas de mis nalgas
y deslizarse con balanceo temerario
a través de la hendidura secreta
que late escondida entre ellas

Debe conducirse con tiento
y colocar los pies con firmeza
(nota: si se siente demasiado torpe con los pies,
no lo oculte
emplearemos como apoyo las rodillas)
porque a cada avance
corre el riesgo de zozobrar
Para evitarlo
agárrese a las paredes rocosas
sin temor a despellejarse las manos
y por supuesto
clave las uñas
aunque pared y dedo se hagan sangre
No tenga prisa
palpe cualquier ondulación del terreno
cualquier posible oscilación
Explore cavidades
y grutas
En ellas encontrará manantiales
que alivien temporalmente la sed
que sin duda le asaltará
en el transcurso de tan duro ascenso
Saboree la nieve en su boca
juguetee con el hielo entre su lengua
deje que naturalmente se derrita,
nunca lo apure
Y no se sorprenda
si escondido en el corazón del glaciar
encuentra un río incandescente
(recuerde que no muy lejos
entre las dos cumbres nevadas
se erige una falla volcánica)
Navéguelo
Desvístale el cauce
Oscile lentamente
entre el caudal hirviente
y el caudal helado
Permita que ambos se mezclen
Y tómese el tiempo que quiera
en recuperar energías

Llegará la hora de reiniciar el ascenso
muy, muy despacio
Tantee el terreno
pues en el camino
tropezará con durezas imprevistas
Pero no olvide
que oculta entre la roca
se halla la grieta oscura,
incandescente,
humeante
Y al fondo
la pulpa rosada del volcán

Una vez localizada la falla
Inicie el descenso
ayudado de la cuerda
atada bien prieta a su cintura
Realícelo mediante pequeñas sacudidas
Que irá incrementando
en ritmo y fuerza
hasta la embestida final
Entonces déjese caer
derrámese
colúmpiese
gravite envuelto en el vapor
del magma ardiente

Llegado el momento de la consumación
ondeará blanca su bandera

CENIZAS

Ilustración: Manuel Martínez Ortiz




El amor ya no me arropa

Durante el sueño
las mantas se desprenden del lecho
blandamente
y el frío se abate sobre mí
con el filo acerado de una estrella

Giro sobre mi eje
buscando el calor de tu cuerpo
pero tú no estás

En una noche de borrasca
olvidaste el camino de regreso
Salí a buscarte
con los hombros desnudos
y la falda arremangada
En mis pies
no más que unas tristes sandalias

Me enterré en el barro hasta las ingles
Empapada
con la última lumbre de mi amor
le prendí fuego al corazón
e hice de él un faro
para orientarte
en tu navegar por el océano de fango

Al día siguiente
el sol desde su trono
GRITÓ
que ya no volverías
La postrera llama
se dejó morir en mi pecho
Y del amor
y el corazón
no me quedó otra cosa
que un puñado de cenizas

Sé que he de dejarlas cabalgar
a horcajadas del viento
Tan solo aguardo a que pase por mi puerta

Quizás…
Mañana




Adoro las conexiones transoceánicas. Hoy Miriam publicó en una entrada la foto perfecta para este poema...

viernes, 19 de agosto de 2011

SIMONE Y JEAN PAUL


Por cierto, esta era la portada del libro. Así que las letras sí eran rojas...





No soy de ese tipo de personas que suelen evocar el pasado(creo que esto hace años no era así. Solía identificar perfectamente las semanas, y los momentos cruciales de mi vida, y esto sólo era posible si una se pasa mucho tiempo separando las hebras de la madeja que conforman. Como si de ubicar las piezas de un ábaco se tratara….), ni siquiera para hacer balance de “mi tiempo”. Tampoco es que viva de cara el futuro, porque me resulta absurdo dotar de sustancia (y pensamiento) aquello que está por venir. No tengo ni idea de qué va a desear mi “yo” cuando el futuro se torne presente, así que prefiero concederle esa libertad que deviene de toda imprecisión. Y tampoco quiero que mi “yo” futuro se vea limitado por las concepciones de las que pueda dotarle un “yo “ presente, incompleto (no es que mi  “yo” futuro vaya a serlo. Pero en todo caso será el “yo” que se corresponde con ese tiempo) y demasiado ocioso.  Entonces debería quedarme el presente, pero ni por esas. Muchas veces siento que ni siquiera tengo los pies bien asentados en el momento, y la vida pasa,  y yo continúo montada en el vagón de un tren, como un viajero que ni piensa, ni le da importancia al viaje, lo único que le llama la atención es toda esa serie de estaciones minúsculas, que otea desde la ventana y la lejanía, y que van ganando tamaño a medida que la locomotora se aproxima. Hasta que finalmente la estación es la ventana. Me rasco la cabeza y comienzo a ubicar mis maletas en el compartimento superior, donde los pasajeros almacenamos el equipaje. Y tras hacer ademán de levantarme, el pitido del tren que se pone en marcha me sienta de nuevo, y me deleito contemplando como la estación que era una ventana, se va empequeñeciendo a medida que nos alejamos. Y la ventana vuelve a ser ventana con todo un mundo inventándose ahí fuera.
Todo esto que he escrito-que no deja de ser una mera quebrada de pensamientos escritos a bote pronto-no me exime de que a veces el pasado se me eche encima. A todos nos pasa. Ninguno es lo suficientemente rápido en la carrera como para que todo lo vivido se quede siempre atrás. Hay instantes que se desembarazan de la cadena del suceso y desembarcan en el presente con la misma rotundidad e ímpetu con el que se dieron cuando les tocó el turno. A veces es un olor el que los lleva sujeto a sus riendas. Otras es el arrastrarse de una brisa por tu cuerpo. El crujido de la madera bajo tus pies. O un lugar que se viste de cierta luz…..El caso es que esto ocurre. A todos nos ocurre, creo. Y entonces aquella que fui confluye con aquella que soy. Y soy consciente de la plenitud de lo vivido, y de la maleabilidad del tiempo.
El caso es que hoy me ha ocurrido eso, y debería haberlo intuido. Porque parece que esos momentos van precedidos de signos, incluso mucho antes de que los agarre del cogote esa mano que los sustrae de su tiempo. El libro que estoy leyendo, un comentario que alguien hace en un blog,…pero de repente leo una entrada en otro blog de los que soy asidua, y Zas!!!
Fue en Compostela. A los pocos meses de comenzar el primer curso. Caminaba yo por la Rúa Nova de Abaixo, cuando me encontré delante de una librería. Aunque debía de llevar muy pocos meses abierta, por fuera mostraba un aspecto clásico y acogedor. Como de sentirse en el lugar que desde siempre a uno corresponde. Lo que quiero decir es que no se parecía en nada a uno de esos supermercados de libros con los que poco a poco van copando nuestras calles las grandes cadenas, desplazando a las librerías y al librero de toda la vida. Tenía un gran recibidor de madera, sobre el que los pasos sonaban con un golpe seco, y uno casi se imaginaba ascendiendo hacia sí una dorada nube de polvo. Aquel recibidor era exterior (una especie de porche, adyacente a la parte delantera de la librería), y tenía a ambos lados dos grandes escaparates de cristal. Me estuve un buen rato mirando los libros. Es sorprendente lo hermosos que son en actualidad los libros por fuera. Lo atrayentes y seductoras que son sus tapas, sus ilustraciones, e incluso las fundas protectoras. Como si el valor de los mismo no residiera imperativamente en el contenido. O como si ese valor tuviera que evidenciarse ya desde la cubierta. Pero yo como soy un poco boba, y adoro lo bello, me quedo atrapada por la luminosidad del envoltorio, como si de una sala de exposiciones, con sus cuadros desnudos (únicamente vestidos de luz), se tratara. Pues lo que digo, estuve un buen rato mirando embobada, y analizando la temática y los autores que allí se me ofrecían. Me congratulé de no encontrar entre ellos los típicos best sellers ni autores superventas. Pronto me percaté que uno de los escaparates estaba invadido por libros escritos por mujeres. Con títulos y autoras marcadamente feminista. Entonces fue cuando miré hacia la entrada y vi sobre la puerta el nombre de la librería: María Balteira. María Balteira, para quien no lo sepa, era el nombre de una “soldadeira” gallega, la más famosa. Las “soldadeiras” eran mujeres que acompañaban a los ejércitos en sus desplazamientos para entretenerlos cantando y bailando, y a cambio recibían como pago una “soldada”(de ahí su nombre). Como digo, María Balteira, fue la más famosa de todas. Muy apreciada entre la soldadesca por su belleza y habilidades, fue también muy denostada por una vida demasiado “licenciosa” para la época. Se conservan varias “cantigas de escarnio” de las que es protagonista. Entre los que escribieron sobre ella se encuentra Alfonso X. Se la acusaba entre otras cosas de jugar a los dados y hacer trampas. También la consideraban culpable de yacer tanto con clérigos como con seglares. Por todo esto no es de extrañar que sea un personaje representativo para el feminismo gallego.
Pero a lo que iba….Me encontraba yo llenándome los ojos con los libros esparcidos por aquel escaparate, cuando de pronto me topé con el libro que-yo sin saberlo- me esperaba aquella mañana. Era un libro de tamaño mediano, más bien grande, y bastante grosor. Tenía las tapas blancas, y en el se veía en una fotografía en blanco y negro, a Jean Paul Sartre, en uno de los puentes de París, con todo el aspecto de aguardar algo(seguramente el clic del fotógrafo. Pero a mí me hacía pensar que estaba aguardándome), y con su pipa en la mano. El título, que yo ahora recuerdo en letras rojas, “Cartas a Sartre”. He de decir que soy una auténtica devota de las casualidades anunciadas. El hecho de que un libro me persiga como aquel (porque aquel libro me perseguía. En películas, conversaciones, otros libros… el libro se me aparecía con el aspecto de la galleta de Alicia diciéndome “cómeme”, bueno, en este caso “léeme”)lo hacía, no es motivo para que yo me encaminé a una librería en dirección a él. No, siempre me digo, que si he de leerlo, el libro ya se avendrá en el momento oportuno. Como si me gustase pensar que mi vida es guiada por una especie de fatalidad (a veces pienso que se trata simplemente de una especie de indolencia. Pero luego concluyo, que en realidad a mí me divierte que las cosas sucedan así). Mi hermana Paula siempre decía que con la ropa hacía lo mismo. Pasábamos por un escaparate, veíamos una camiseta o un vestido que me gustaba y ella me decía “entremos y pruébatelo”. Y yo siempre le decía “hoy no , otro día”. A lo que ella siempre objetaba que la próxima vez quizás no estuviese. Y yo, encogiéndome de hombros, sentenciaba “si es para mí, estará”. Me pregunto si hago así con todo. Pienso que con la escritura me pasó lo mismo. Siempre pensé en lo mucho que me gustaría escribir. Tuve unos pequeños conatos, apenas podríamos denominarlos pinitos. Pero no terminé de arrancarme e ir hacia la escritura. Y un buen día, hace menos de dos años, la escritura me alcanzó.
Creo que lo único con lo que no actúo así es con los hombres. Si un hombre me gusta no dejo que ninguna fatalidad se entrometa. Pienso que algunos hombres me son imprescindibles, al menos en el momento en el que los vivo. Sería una lástimas dejarlos caer en otras manos que  no sean las propias (aquí me refiero a ese factor fatalidad del que hablo, por supuesto), así que voy al grano. No aguardo el momento oportuno. El momento oportuno soy yo (aquí temo que he de parecer un poco sobrada…)
Ese fue el día en el que me alcanzó el libro. Y ya no me demoré más en el escaparate. Con el corazón batiendo sus alas contra el pecho, entré en la librería. Iba tan entusiasmada con aquel encuentro, que ni siquiera reparé en la voz de librera. Voz de la que en las siguientes ocasiones me enamoré, y que todavía hoy resuena en mi mente con los acordes más graves de un violoncelo.  Me pregunto ahora acerca del aspecto que debí presentar ante ella. Algo parecido a un yonkie a punto de recibir su dosis de heroína. O el rubor febril que nos invade previamente al instante del sexo. Algo así, imagino….El caso es que cuando por fin tuve mi libro, salí fuera, y en medio de la acera le quité la bolsita de papel marrón en la que estaba metido (uf, cuántas de aquellas bolsitas llegué a coleccionar. Seguro que si reviso en mis bolsos de aquellos tiempos asomarían sus fauces, todas arrugadas, pues solía meter en ellas mis libros para protegerlos del berenjenal que suele ser el bolso de una mujer). Entonces tuve un extraño y extraordinario momento de conciencia física del libro. Me comí con los ojos aquella imagen, lo olí, hojeé sus páginas sólo para ver cómo sonaban. Y el mundo era un teatro oscuro, en el que en aquellos momentos un solo foco iluminaba al actor que estaba en escena. Y el que estaba en escena, en ese instante, era yo.  He de decir que en aquellos tiempos esto me pasaba mucho. Quizás porque erraba por las calles durante horas, sin querer darle un rumbo a mi existencia, así que me quedaba prendada de las cosas más tiernas y tontas (es increíble cómo la rutina de todos los día nos acaba inhibiendo para estos momentos cuasi lujuriosos).
Hoy en el blog de Nina, este momento me sobrevino, como un estremecimiento. En él leí una de las muchas cartas que contiene el libro. Me pasé toda una época leyendo aquellas cartas. Amé a Simone, y a Jean Paul, con la conciencia de que yo sería en su mundo no más que una Sorokine, o una Vedrine, o un pequeño Best (bueno es un decir, en realidad yo no sería para ellos nada de eso, en fin…). Un satélite girando alrededor de ellos dos. En mis lecturas me sorprendía cada día, la desnudez de aquellas cartas. Existía tal comunión entre ellos dos que no había nada que no pudieran decirse, nada que no pudieran hacer si les placía. Quizás por eso su relación se mantuvo siempre. Porque siempre había predominado entre ellos la apertura, y no los límites. Debe ser tan difícil encontrar con alguien una comunión literaria, política, filosófica y física, y no pretender constituirse en el mundo del otro, y el otro en tu mundo. Quizás la conciencia de esa comunión es la que les permitió amarse libremente. Y curiosamente creo que en la historia no existen muchos nombres tan enlazados. Por eso cuando visité su tumba, en París, escribí “indivisibles pero independientes”. Sus restos moran bajo la misma lápida. Comparten sus nombres el espacio de la misma placa en una placita encantadora.
Uno de los personajes de una de las historias de La Mujer Rota de Simone no para de repetir que jamás podrá amar a alguien al que no estime. Supongo que entre ellos siempre existió esa estima y admiración mutua. Por lo que no tenían razones para dejar de amarse.
Creo que en cierto modo me pasa lo mismo, necesito estimar a aquellos que quiero. Siempre he admirado la fuerza y entusiasmo de mi pareja actual ( y si algún día dejara de verlo así, creo que algo se quebraría..). Recuerdo que hace seis años , cuando apenas llevábamos un mes juntos (un mes conociéndonos), hicimos un viaje en coche por el norte de España. Pasamos la noche en un pueblo que se llamaba el Desfiladero de la Ermida (cerca de Potes). Un paraje encantador, ubicado en una franja de tierra estrecha, como un pequeño apéndice de un desfiladero, y con la cinta de un río atravesándolo. Dormimos en una preciosa posada al pie de la carretera. Durante la cena la camarera tomó mal la comanda y cuando trajo los platos, a mí me sirvió una ensalada mixta en vez de una ensalada de pasta. Cuando le comenté lo que había pasado me dijo que yo le había pedido una “ensalada mixta”, me dio la espalda y se fue hacia la barra. Como yo siempre he sido una persona tímida y bastante educada, me limité en mi estupefacción a callarme la boca. Entonces mi pareja me dijo “ahora sí que me pareciste débil”. Evidentemente me sentó como un jarro de agua fría, pero fue un toque de atención. Así como yo pongo listones, los demás también lo hacen. Creo que siempre he sido una persona fuerte(mi timidez es la que a veces me hacía huir de ciertos enfrentamientos). Pero ahora lo soy más que hace seis años. A veces pienso que la fuerza es simplemente el impulso para levantarse cuando uno se cae. Como yo soy torpe, no paro de caerme, lo que implica que he de levantarme muchas veces.
En fin, al que haya llegado hasta aquí, gracias. Seguramente no he dicho gran cosa. A veces, simplemente, me limito a expulsar las palabras. ¿Verborragia o palabrería?