Eres igual a ti, y desigual, lo mismo que los azules del cielo.

Juan Ramón Jiménez


miércoles, 21 de mayo de 2014

LLUEVE



No se puede marcar la lluvia,
ni señalar con piedra o rama
la ráfaga que nos pasó rozando.
Las gotas que humedecen tu piel
se desdibujan antes de señalar al norte.

Para orientarse en la noche mejor escoger
un punto fijo,
algo así como una estrella.

No se puede marcar la lluvia, no
con esa doblez que uno hace
en la hoja de un libro
para localizar el poema que le conmueve,

sin embargo su golpear
colma ese verso
que te regresa.

viernes, 16 de mayo de 2014

RESISTENCIAS, CONVIVENCIAS, TEMBLORES



Por mucho que la cerque, la oscuridad es impotente ante la llama temblorosa de una vela. Su fragilidad es el tajo. Al principio apenas la esquirla. Pero suavemente ablanda esa negrura que parecía infranqueable y metálica. Va separando cada una de sus capas, con la delicadeza de los dedos separando los labios del sexo que anhelan. La densidad es menor, y los objetos redibujan sus formas con mano imprecisa. La oscuridad se violenta y pugna. Enardece contra la llama a su ejército de cuervos enlutados. La llama tiembla y resiste. Déjame creer que todo temblor es resistencia. Así, a temblores, resiste la brizna de hierba abriéndose paso bajo la tierra, aunque sea inevitable que perezca quemada bajo la helada del exterior. Asimismo la llama jamás se aquieta, sino que se apura hasta consumirse. Y en ese lapso la oscuridad permanece impotente. Porque la oscuridad no es soplo o saliva sobre la yema de unos dedos. Tampoco es la concavidad de una mano privándola de oxígeno. La oscuridad no es accidente. El suyo es el gesto sencillo de la mariposa agitando sus alas en torno a la bombilla. Atraída ferozmente por su luminosidad. Espantada por la marca que queda sobre los ojos cuando se mira mucho tiempo al sol.

Ahora entiendo la blancura de tu cuerpo: en él se recoge la luz cuando es de noche.

Y tu cuerpo es más cuerpo. Así como es más nieve la nieve adherida a la negra montaña.


el árbol
en cuyas ramas queda prendida
la luz
como gotitas de una lluvia anterior
hasta que el viento sopla
y las libera

así tiemblan al amanecer
los cuerpos de los hombres

viernes, 2 de mayo de 2014

SOBRE LO INTRANSFERIBLE



Un nido adentro
el silencio
cabaña hecha con ramas de transparencia
por manitas de niño
piedra de un hogar que transportamos
desde la infancia
por todas nuestras edades
tal y como hacían las mujeres
en los clanes nómadas

Quisiera pasarlo de mi regazo al tuyo
pero volátil como el cuerpo de la nieve
se evapora al roce
compartirlo igual que pan
y observar tu dedo jugando sobre el mantel
con sus migajas
reencontrarlo como al perro
que a hurtadillas alimentábamos
por debajo de la mesa

En el extravío
empuño mi silencio
como a un faro
o el cielo a la estrella del norte

¿de qué costado mana el viento
que aviva su lumbre?

martes, 22 de abril de 2014

PERSECUCIÓN



Articular lo callado
al espíritu que habla con la voz de la nieve
pasos sobre copos que se acumulan exactos
huellas que apuntalan la luz
el temblor
las esquinas del sueño

martes, 1 de abril de 2014

SOBRE LA INSIGNIFICANCIA DE LA FLOR



La flor, pequeña y sin culpa, se abre desde cada una de tus muertes. Tan exigua, sus raíces te zanjan silenciosamente, se sustentan de esqueletos anónimos, sus hojas se jalean bajo la lluvia fortuita. Los delicados pétalos violentan tu piel, y tu corazón rota hacia arriba como el de una gestante. Es la aleta plateada desplazando masas de océano. Insignificante gota que de la nube resbala para lavar el aire. La flor no sabe de soledad aunque nazca sola. Eres tú quien apuntala un desierto alrededor, la flor simplemente se dirime. De entre lo vivo sólo el hombre es la discordia: la flor no disputa a otras flores los rayos de sol, naturalmente se orienta hacia él. Y aunque florezcan apelotonadas en el mismo parterre, sombra o luz no serán destino, sino mera contingencia. Sólo el hombre se aferra a la franja de tierra que lo vio nacer, a pesar de su evidente carencia de raíces. Pero cuando la flor se marchite no será sobre la humanidad que se apoyará el rocío.           

martes, 25 de marzo de 2014

DE LO QUE SUCEDE AL OTRO LADO DE MI VENTANA



Y el árbol engulló al pájaro. El árbol agitándose con la violencia del océano, o la angustia de un fantasma. Vi al pájaro acercándose con curiosidad al árbol. O quizás quería consolarlo. Y entonces ya no lo vi más. El árbol se lo apropió con el gesto ágil con el que la serpiente se hace con otra de sus víctimas. Y entonces el árbol se calmó, como si estuviera haciendo la digestión del pájaro, o como si el pájaro fuera no más que un sacrificio a su violencia. Me pregunté si nunca vence la docilidad, si para que un pájaro consuele los vientos del árbol debe dejarse engullir. Me imaginé los frágiles huesecillos del pájaro entre las ramas del árbol. La experiencia voluptuosa de aplastarlos, su blancura. Si en la noche de lenta digestión la luna se asomaría para hacerlos brillar. Si el árbol, como el cocodrilo, en algún momento lloraría a su víctima.