Eres igual a ti, y desigual, lo mismo que los azules del cielo.

Juan Ramón Jiménez


viernes, 30 de septiembre de 2011

PRIMAVERA,VERANO, OTOÑO, INVIERNO....Y PRIMAVERA


Imagen de la película de Kim ki-duk de la que tomé prestado el título




PRIMAVERA


Llené mi cuenco con el primer verdor
y en él
fuiste el viento cálido
que engendra la anémona



VERANO


Desmigas mi corazón
“mequierenomequiere”
Shhhhhhhhh
Aguardamos con los pies descalzos en una plegaria
Silencio
Rompe la ola del beso
en espuma violenta
sobre la arena de nuestras bocas
A su compás
bailan los columpios en los parques
marejadas de niños se elevan hacia el sol
piececitos violetas lo bombardean de patadas
inofensivas
y de juguete
Se desternillan los zapatos
con los cordones sin atar
 




OTOÑO

El otoño se desliza por las estrías de la hoja
Estremecimiento en la espina dorsal
Las ropas caen
Nos ponemos las pieles del revés
Bosques sin pudor
nos descosemos el uno al otro
las costuras





INVIERNO


Calcetamos un par de alas para que el amor vuele
y regrese a nosotros en copos de nieve




Y....PRIMAVERA


Tú y yo
nos amamos con el zumbido de la abeja
Es tiempo de amor
Es tiempo de milagro




jueves, 29 de septiembre de 2011

O CARBALLO COME PEDRAS(versión en español)








Muchos años atrás, cuando la Isla de Cortegada no estaba tapizada de verde y de laurel. Cuando aún no habían llegado los hombres a construir sus casas para años más tarde abandonarlas. Y sólo el cielo observaba como ésta se dejaba acunar, mansa, en el regazo del Atlántico, quien le susurraba una nana. En esos tiempos-como decía-justo en el corazón de la isla, un solitario roble recitaba sus  penas tanto hacia el sol como hacia la luna.


Ay! de mí que estoy sólo

y tengo ojos

para ver

enfrente de mí

al pueblo de Carril

rebosante de árboles

rebosante de pájaros

rebosante de gentes

Y tengo orejas para escuchar

sus  risas

sus cantos

Pero tengo raíces

en vez de pies

Y tengo ramas

en vez de brazos

Para nadar esa distancia

que nos separa

Tan cerca

Tan lejos

Ay, ay!!!

Y pasaron décadas de afilar el tiempo en soledad. Mugiendo una tristeza que le arrancaba escalofríos a las piedras, mientras las noches eran más oscuras, porque las estrellas se negaban a asomarse, heridas de pena. Y cuando lo hacían sus lágrimas resbalaban por las mejillas del cielo, semejantes a perseidas. Incluso la luna decidió ponerse de espaldas y por primera vez nos mostró su cara oculta. Aunque en la tierra los hombres embotados en sus cosas parecían no darse de cuenta, porque cierto es que, a pesar de tanta mistificación, los hombres muy de vez en cuando se paran a mirar el rostro de la luna.

Llegó un día en el que las rocas-por cuyas espaldas, como ya dijimos, se deslizaban escalofríos de tanto escuchar los lamentos del roble-decidieron acercarse hasta él, para preguntarle el motivo de su pena, darle lo pésame y otras formalidades sociales. Porque, como toda la naturaleza sabe, las piedras disfrutan de observar la cortesía, y la única ley de urbanidad para la que están ciegas es aquella de apartarse del camino cuando alguien pasa. Pero eso ya son cosas de la Sra Gravedad.


El caso es que las piedras se acercaron al roble, cuidadosas, y en fila india. Iban encabezadas por la más longeva, quien, debido a una ley no escrita pero por todas acatada, se erigió en portavoz.

-¿Qué le ocurre estimado vecino, que desde el lugar que ocupamos, y a pesar de nuestra discreción natural, no podemos evitar escuchar sus lamentos?

-Estoy solo…. (suspiro. Suspiro. Suspiro….)

-Eso no es así. Estamos nosotras que contamos mucho más de dos docenas.

-Pero- anteponiendo todos mis respetos-, no sois otra cosa que piedras y como tal siempre estáis tan impertérritas y calladas, que casi me muero del susto cuando os habéis acercado. No puedes ni imaginar con que fuerza me latió el corazón cuando me percaté de que abrías la boca para saludarme.

-De acuerdo, se puede decir que generalmente no estamos muy activas, pero es que vivimos tantos años que nuestro ritmo vital y muy, muy, muy leeeento-dijo la piedra con su voz cavernosa-. Sólo en contadas ocasiones, si lo decidimos, podemos igualar nuestro ritmo a vuestro ritmo de seres mortales…. Pero, también están las olas del mar que cuando se sienten felices se pasan el día saltando y dibujando volteretas. Saludando con esos hermosos paños blancos de espuma. No me digas que no escuchas sus risas infantiles, como migas de pan señalando el camino para volver a casa. Y sus cánticos salados que le sonrojan las mejillas hasta la mismísima luna.

-Pero sólo se divierten entre ellas y ni siquiera se dignan a acercarse hasta aquí para refrescar mis ramas en su piel efervescente. Que bajo el sol del verano tendrían el cielo ganado se lo hubiesen hecho. Y pienso que esto que no sería poca cosa porque para mí que esas ya le vendieron su alma al diablo en cambio de tanta desvergonzada belleza.

-Están los peces del mar

- Pero los peces pasan el día rebuznando

-Creo que anda errado, vecino…

-No, no. Que tengo razón

-Bien duro de mollera es este roble- pensó el parlamentario-Y luego hablan de las piedras….

-Están las estrellas del cielo

-Pero no saben cantar

-Y la luna…

-Se pasa la noche mirándose en el mar como sí fuera un espejo. Menuda narcisista!!!!

-¿Y el sol?

-Está todo el día peinándose


-Permítame decirle que es usted un poco exigente estimado vecino


- Tampoco pido tanto….Sólo quiero escuchar las risas del viento carcajeándose entre las hojas de otros árboles. Y el canto de los pájaros alzándose desde el escenario de las ramas de mis vecinos. Que mi sombra se encuentre a lo largo del día con la sombra de otros robles, y se besen en los labios, y se atusen los bigotes. Que las hojas de otros árboles, próximos a mí, si conviertan en un refugio bien fresco para los días de la canícula. Que los rayos del sol se reflejen en las gotas de rocío sobre las hojas de millares de árboles, y se eleven hacia el cielo como un cántico de sirenas matutinas….

-¡Basta, basta!, exclamó la piedra. Creo que ya le entiendo. Supongo que la superficie de esta isla parecería una calvorota si la observáramos desde más altura, pero nosotras, como padecemos de vértigo, vivimos a ras del suelo.


-Y que voy a hacer entonces (lamento. …lamento….) Viviré lustros, décadas, siglos y siempre soloooooo. Casi sería mejor que me partiera un relámpago


-No dramatice vecino. La cosa es bien sencilla


-¿?


-Chicas, deliberemos-dijo la piedra que de entre todas llevaba la batuta


Y las piedras se apertaron, con las cabezas juntas y gachas, y los brazos por encima de los hombros de las otras. Y de esta guisa comenzaron a murmurar…. Después de un tiempo asomó la cabeza de la piedra que se había erigido en portavoz, y, desmigándose del grupo, se acercó al roble.

-Su problema es de bien fácil solución para nosotras. Y como somos muchas y la mayor parte ya vivimos montones de años como piedras, no nos importa sacrificarnos para que sea un poquito más feliz.

-Perdone vecino, pero no le entiendo..

-No hace falta. Déjelo en nuestras manos. Sólo tiene que hacer lo que yo le diga. Pero debe saber una cosa. Acerque su oreja que no quiero que me escuchen el mar, ni los peces.

El roble cogió la piedra entre sus manos y la arrimó a su oreja. Del diálogo que tuvieron sólo podemos transcribir una última frase que no sabemos de qué modo apareció en la Isla de Pascua, escrita en una hoja, que tras procurarle una indigestión, fue vomitada por una botella. “Las piedras no somos lo que semejamos, shhhhhhhh”


Y- suponemos que siguiendo las instrucciones de la piedra- el roble la tomó y la metió en su boca, para luego escupirla unos metros, hacia el este, dibujando un parábola de trapecista. Al posarse la piedra, como era de suponer, prorrumpió en un golpe seco contra al suelo, para en seguida ponerse a temblar, como si padeciera el baile de san vito. En el instante siguiente la piedra comenzó a crecer, mudando los colores de su piel. Comenzaron a brotarle numerosos brazos que en realidad no eran brazos sino ramas, en las que pronto comenzaron a brotar unas hojas verdes y hermosas, palpitantes de vida.


El roble prorrumpió en aclamaciones de entusiasmo, y en seguida cogió otra de las piedras que se amontonaban con las manos levantadas de voluntarias, gritando: A mí, a mí!!. Metió otra en la boca y la escupió. Al instante un pajarito dorado salió volando para posarse en el árbol vecino y comenzar a cantar. La siguiente vez una víbora se deslizó por su garganta, para asomar luego por la boca con dos ojos como carbunclos. Para luego bajar por  el tronco del roble haciéndole unas cosquillas que se moría de la risa.

Y así surgieron los laureles, las alfombras de hierba, los tréboles de cuatro hojas y los cojos. Las corrientes de aire se deslizaban por los labios de los árboles como se fueran armónicas, surgiendo de ellas lo mismo sonido hechizante, tanto que las víboras se pusieron a bailar colgadas de los árboles con la cabeza para abajo. E innumerables milagros que hicieron de la Isla de Cortegada la eclosión que actualmente es.


Suponemos que el Carballo es hoy feliz con todos esos seres queridos alrededor suyo. También suponemos-y con esto no queremos lo reprenderle- que es un árbol insaciable. Porque, aún hoy en día, podemos verlo con un par de piedras metidas en su boca. No podemos evitar preguntarnos qué nuevo milagro tendrá lugar. Árbol, ciempiés, mariposa, tojo, gaviota, colibrí….Sólo el tiempo tiene la palabra. Lamentablemente nosotros nunca lo sabremos. No podemos olvidar que el ritmo vital de los árboles y de las piedras no se rige por los mismos parámetros que el de las personas. Es mucho más leeeeeento


CICLO DE LA LLUVIA

Imagen: Sophie Thouvenin




Precipitaciones

Llueve, y en cada una de esas gotas el cielo se suicida.
El cuerpo calado, violado de lluvia.
Poblada de pequeños edenes, en cada uno vuela un ángel iridiscente
que ya nunca se ganará sus alas




Evaporación


Me desnudas la ropa mojada
como a una niña
me frotas con la toalla y el pelo en torbellino
lo mismo que mamá tras el baño de los sábados
Y de igual modo, yo me dejo hacer
Huelo a castañas asadas,  la goma de mis katiuskas
De repente el mundo es fácil
un pez en la red de nuestro abrazo




Condensación


Apuntalar la noche caída
con nuestros cuerpos
Amordazar al viento insilenciable
Desorientar la penumbra con la luz de una caricia
Almacenar en nuestras pieles
palabras que emulen a los pájaros
y luego
echarlas a volar








Triste se puso la lluvia
al ver tantos paraguas…



miércoles, 28 de septiembre de 2011

GOTEO






Nudillos de agua apremian el cristal de esta noche
corro hacia ti manchada de deseo





Ven a mí como lluvia de verano
y vete
Olvidado sobre mi cuerpo
olor a tierra mojada





Vísteme de agua
Resbala sobre mi piel una y otra vez
Y luego dejémonos secar al sol






Fui lluvia sobre ti
y en la tierra caliza de tu cuerpo
germinó una flor blanca





Llenémonos como copas hasta arriba
Y luego
el uno contra el otro
brindemos




O CARBALLO COME PEDRAS

Illa de Cortegada (Carril. Ría de Arousa)





Ayer cuando bajaba del trabajo el mar estaba hermoso y calmo, abrazando con dulzura a Cortegada. Aunque soy la peor fotógrafa que existe, no pude evitar hacer unas tomas, que apenas revelan la belleza concretándose en el instante. Recordé entonces uno de mis primeros cuentos, que escribí en gallego, hará cosa de año y medio. La culpable de todo fue mi amiga Bego, que tenía que trabaja como guía en las visitas a la isla. Un viernes noche, ante una copa de vino, me contó que tenía que prepararse una historia para los niños, acerca de un carballo que se situa en el centro de la isla y que tiene como dos piedras atravesadas en una hoquedad que parece una boca, por la que ella lo llamó "o carballo come pedras". Estuvimos charlando un rato acerca de esto, y al día siguiente, al levantarme, me encaminé furibunda hacia el ordenador, para escribir esta historia. Bego me cautivó cuando me dio a conocer la versión de la misma que comenzó a contarle a los niños. Siento que muchos no podáis entenderla. A ver si me animo con una traducción. 






A Bego







Moitos anos atrás, cando a Illa de Cortegada non estaba tapizada de verde e de loureiro. Cando aínda non chegaran os homes a construir as súas casas para anos máis tarde abandoalas. E só o ceo observaba como ésta se deixaba arrolar, mansiña, no colo do Atlántico, quen lle rumoreaba unha cantiga de berce. Neses tempos-dicíamos-xusto no corazón da illa, un solitario carballo recitaba as suas penas tanto cara o sol como cara a lúa.

Ai! de min que estou só
e teño ollos
para ver
enfronte de min
ó pobo de Carril
cheíño de árbores
cheíño de páxaros
cheíño de xentes
E teño orellas para escoitar
as suas risas
os seus cantos
Mais teño raíces
en vez de pes
E teño ponlas
en vez de brazos
Para nadar esa distancia
que nos separa
Tan preto
Tan lonxe
Ai… ai!!!

E pasaron décadas de afiar o tempo en soidade. Muxindo unha tristura que lle arrancaba arrepíos ás pedras, mentres as noites escurecían, porque as estrelas negábanse a asomar, mancadas de pena. E cando o facían as súas bágoas escorregábanse polas meixelas do ceo, semellando perseidas. Ata a lúa decidiu poñerse de costas e por primeira vez amosounos a sua face oculta. Aínda que na terra os homes embotados nas suas cousas semellaron non darse de conta, porque o certo é que, a pesar de tanta mistificación, os homes moi de cando en vez míranlle o rostro a lúa.

Chegou un día no que as rocas-que como xa dixemos padecían arrepíos polas costas de tanto escoitar os lamentos do carballo-decidiron achegarse ata él para preguntarlle o motivo das suas penas, darlle o pésame e outras formalidades sociaís. Porque, como toda a natureza sabe, as pedras gozan de observar a cortesía e a única lei de urbanidade para a que están cegas e aquela de apartarse do camiño cando alguén pasa. Pero eso xa son cousas da Sra Gravidade.

O caso é que as pedras achegáronse ata o carballo, a modiño, e en fila india. Ían encabezadas pola máis lóngeva, quen, debido a unha lei non escrita pero por todas acatada, erixiuse en portavoz.

-¿Qué lle ocorre estimado veciño, que dende o lugar que ocupamos, e a pesar da nosa discreción natural, non somos quen de non escoitar os seus lamentos?

-Estou só….(suspiro. Suspiro. Suspiro….)

-Non tal. Estamos nos que contamos moito máis de duas ducias.

-Pero, antepoñendo todos os meus respetos, vos sodes pedras e sempre estades tan quediñas e caladas, que case morro do susto cando vos vin acercarvos. Non podes nin imaxinar cómo me latexou o corazón cando me decatei de que abrías a boca para saudarme.

-Dacordo, pode dicirse que xeralmente non estamos moi activas, pero é que vivimos tantos anos que o noso ritmo vital e moi, moi, moi leeeento-dixo a pedra coa sua voz cavernosa-. Só en contadas situacións, se o decidimos, podemos igualar o noso ritmo ao voso ritmo, seres mortais….. Pero, coido que tamén están as ondiñas do mar que cando están ledas se pasan o día brincando e dando volteretas. Saudando con eses fermosos panos brancos de escuma. Non me digas que non escoitas as suas risas infantís, como faragulliñas de pan sinalando o camino para voltar a casa. E os seus cánticos salgados que lle arrebolan as meixelas hata a mesmísima lúa.

-Pero só se divirten entre elas e nin sequera se dignan a achegarse por aquí para refrescar as miñas ponlas na sua pel efervescente. Que baixo o sol do veran terían o ceo gañado se o fixeran. E coido que non sería pouca cousa porque para mín que esas xa lle venderon a sua alma ó diaño en troco de tanta desvergoñada beleza

-Están os peixes do mar…

- Pero os peixes pasan o día rebuznando

-Creo que anda errado, veciño…

-Non, non. Que teño razón

“Ben duro de mollera é este carballo”, pensou o parlamentario. “E logo falan das pedras….”

-Están as estrelas de ceo

-Pero non saben cantar

-¿E a lúa?

-Pasa a noite mirándose no mar como si fora un espello. Miúda narcisista!!!!

-¿E o sol?

-Está todo o día peiteándose

-Permítame dicirlle que é vostede un pouco exixente estimado veciño
- Tampouco pido tanto…Só quero escoitar as risas do vento esmendrellándose entre as follas doutras árbores. E o canto dos paxaros erguéndose dende o escenario das ponlas dos meus vecinos. Que a miña sombra se atope ó largo do día ca sombra doutros carballos, e se biquen nos beizos, e se atusen os bigotes. Que as follas doutras árbores, pretiñas de mín, se convirtan nun refuxio fresquiño para os días da canícula. Que os raios do sol se reflictan contra as gotiñas de rocío nas follas de milleiros de árbores, e se eleven cara o ceo como un cántico de sereas matutinas. …..

-¡Basta, basta!, exclamou a pedra. Creo que xa lle entendo. Supoño que a superficie desta illa semellaría unha calvorota se a observáramos dende máis altura, pero nos, como temos vertixe, vivimos ao ras do chan.

-E que vou facer entón. (Lamento. Lamento…) Vivirei lustros, décadas, séculos e sempre soooooo. Case sería mellor que me partise un lóstrego

-Non dramatice veciño. A cousa é ben sinxela

-¿?

-Mozas, deliberemos-dixo a pedra que de entre todas levaba a batuta

E as pedras se apertaron, coas cabezas xuntas e gachas, e os brazos unhas por riba das costas das outras. E desta guisa comezaron a murmurar…. Logo dun tempo asomou a cabeza da pedra máis vella e, desmigándose do grupo, achegouse ó carballo.

-O seu problema é de ben doada solución para nos. E como somos moitas e a maior parte xa vivimos moreas de anos como pedras, non nos importa sacrificarnos por mor de que sexa un chisco máis feliz.

-Perdoe veciño, pero non lle entendo..

-Non fai falla. Deíxeo nas nosas máns. Só ten que facer o que eu lle diga. Pero debe saber unha cousa. Arrime a sua orella que non quero que me escoiten o mar, nin os peixes.
O carballo colleu a pedra entre as suas mans e arrimouna a sua orella. Do diálogo que tiveron só podemos transcribir unha última frase que non sabemos de que modo apareceu na Illa de Pascua, escrita nunha folla, que tras procurarlle unha indixestión, logo foi vomitada por unha botella. “As pedras non somos o que semellamos, shhhhhhhh”

E, supoñemos que seguindo as instruccións da pedra, o carballo colleuna e a meteu na sua boca, para logo cuspila uns metros, cara o leste, debuxando un parábola de trapecista. Ó pousarse a pedra, como era de supoñer, prorrumpiu nun golpe seco contra ó chan, para deseguido poñerse a tremer, como se padecerá o baile de san vito. No instante seguinte a pedra comezou a medrar, mudando de cores a sua pel. Comenzaron a brotarlle numerosos brazos que en realidade non eran brazos senon ponlas, onde pronto comezaron a brotar unhas follas verdes e fermosas, palpitantes de vida.

O carballo prorrumpiu en aclamacións de entusiasmo, e deseguido colleu outra das pedras que se amotoaban cas máns erguidas e voluntarias, gritando “¡a mín, a mín!”. Meteu outra na boca e cuspiuna. Ao instante un paxariño dourado saiu voando para pousarse na árbore veciña e comezar a cantar. Da seguinte vez e unha víbora deslizouse pola sua gorxa, para asomar logo pola boca con dous olliños como carbunclos. Para logo baixar polo tronco do carballo facéndolle unhas cóxegas que morría da risa.

E así xurdiron os loureiros, as alfombras de herbas, os treboliños de catro follas e os coxiños…As correntes de aire se deslizaban polos beizos das árbores como se foran armónicas, xurdindo delas o mesmo son enfeitizante, tanto que as víboras se puxeron a bailar colgadas nas ponlas ca cabeza para abaixo. E innumerables miragues que fixeron da illa de Cortegada a eclosión que actualmente é.

Supoñemos que o Carballo é hoxe feliz con todos eses seres queridos o seu arredor. Tamen supoñemos, e con isto non queremos repréndelo, que é unha árbore insaciable. Porque, ainda hoxe en día, podemos velo cun par de pedras metidas na sua boca. Non podemos evitar preguntarnos qué novo miragre terá lugar. Árbore, cempés, avelaiña, toxo, gaivota, colibrí….Só o tempo ten a palabra. Lamentablemente nos nunca o sabremos. Non podemos esquecer que o ritmo vital das árbores e das pedras non se rixe polos mesmos parámetros co das persoas. É moito máis leeeeeento



martes, 27 de septiembre de 2011

DESCONOZCO LA RAZÓN, PERO DE REPENTE TE EXTRAÑO





 A  J.N.D. (quien probablemente nunca lo lea...)


PALABRAS YESCA I

Él y yo solíamos deshojar palabras yesca, 
como quien interroga margaritas
Les prendíamos fuego y observábamos 
mientras se elevaban en el aire
ingrávidas 
majestuosas
hasta que la llama expiraba
y desgranaban nieve de volutas
en tirabuzón sobre nuestras cabezas
En la boca
aquel insoslayable sabor a humo








PALABRAS YESCA II

Ceremonial de palabras yesca
purificarse en el fuego del verso
y en cenizas levanta el vuelo el poema



lunes, 26 de septiembre de 2011

VUELOS


Imagen: Irina Kotova






Caminaré “pajarito” por tu vida
“eluctando” estrellas sobre la arena
con el andar candoroso del que tiene alas
Una telaraña de efervescente espuma
que efímera se evapora al sol

Tan solo al hacernos carne
ascenderé
alto
muy alto
hasta reducirme
a una estría del cielo
(y entre mis alas el diámetro del mundo)
Volaré sobre tu cabeza
en garabatos de ave rapaz
Y a mi descenso embestiré
en un vértigo de zarpas
Conquistando
hasta el último baluarte insurrecto de tu cuerpo

Me inscribiré sobre el lienzo de tu piel
en una ola embravecida de estrellas
que mucho han de tardar en arrancarte