Eres igual a ti, y desigual, lo mismo que los azules del cielo.

Juan Ramón Jiménez


miércoles, 31 de agosto de 2011

PENA DE LOBO (fábula leída en el envés de un poema)


Imagen: Barbara Bezina



Quizás esta historia podría haber sido un cuento....



En la noche
el alma de la piedra
aflora
con la forma de un lobo
que sobre ella
aúlla a la luna

Poco a poco
su lamento
le rasga la garganta
como el arco
la cuerda del violín
Hasta que un temblor lo sacude
y la música
se hace sangre

En la mañana
el cazador
encuentra el cadáver
soñando sobre un lecho
de diminutas rocas
Como miríadas de estrellas
que cansadas de brillar
en la cresta del cielo
con un gesto de despecho
deciden al unísono
apagarse
y caerse

El lobo
permanece impertérrito
con las fauces abiertas
en un último aullido
de bienvenida a la  muerte
La que fue su vida yace
en ese charco carmesí
todavía caliente
en el que la carne precaria del hombre
parece soñar un corazón


martes, 30 de agosto de 2011

SUEÑOS


Imagen: Nanoo-G





Me duermo inocente
pero en sueños
se me aparece tu rostro
Y en sueños muerdo la almohada
Y en sueños
desgañito mi sexo
Y lloro
un llanto tañido
con las lágrimas de mi flujo

Eres la tentación
que canta en mi noche silente
y silba
piando por mis demonios*

Encadéname a tu mástil
Desgárrame la piel
con el latigazo de tus olas
Fatiga hasta el último de mis alientos
Esquila la lana de mis pudores
Desnúdame esta maldita desnudez
Y no dejes ni un asidero
en mi cuerpo
al que se sujete mi razón

Y que me encuentren en la playa
con las algas de tu sexo
ahogándome la boca



*En galego se suele decir "o que pola noite asubía, polo diaño pía"(el que por la noche silba, por el demonio pía)

PECADO


Rachel Weisz (la pongo aquí porque es la mujer que yo amaría...)




Soy Eva
sinuosa como una serpiente
mi cuerpo lo carga el diablo

DESEO


 Desnudo en la bañera de Pierre Bonard



Arrastro mi feminidad por las cuestas
como a mi particular Roca de Sísifo
Rumio contra las paredes
la cuenta atrás de mi clítoris
Grito a los cuatro vientos
que llevo una bomba entre las piernas
TIC-TAC-TIC-TAC
La gente se aparta
huye despavorida
Camino con las piernas separadas
Abierta
Entre ellas la medida justa
del sexo que no me atraviesa
Al llegar a casa
me lavo el coño
me lo enjabono
una y otra vez
Me restriego este deseo de ti
hasta que estalla el orgasmo
un luminoso y humeante
hongo blanco
un tsunami en mi bañera
y otro
y otro
y otro….

lunes, 29 de agosto de 2011

EL CUENCO

Mujeres Haitianas de Paul Gauguin


Dame una palabra
para mi cuenco vacío
-te dije.

DESOLADOR
-contestaste.

Y vi un paisaje agreste
en el envés de tus párpados
Y reconocí un llanto seco
en el tañer de tu campana

Me fui descalza
en busca del mar

Pasados unos días
lo traje para ti
Con cautela
Rebosando mi cuenco
Dejando a mi paso
una estela de gotas

Creí que éste era
un cuenco de palabras
-dijiste-

Has de saber
que lo que define el destino del cuenco
no es su uso
sino aquello que lo colma
-contesté


En ese preciso momento
un único rayo de luz
partió la superficie del agua

Y vi un paisaje de estrellas
en el envés de tus párpados
Y reconocí una canción de verano
en el tañer de tu campana

Y aquella noche
nos colmamos
en los brazos del otro



PROPOSICIÓN

Chagall




  I
Hagámonos  un ovillo
con el que juegue a placer
el gato pardo del deseo

Anudémonos las pieles
dejando únicamente
un cabo suelto
a cuyo extremo haremos volar un barrilete*

Construyamos una torre de orgasmos
con la que trepar hasta el jardín de la noche
Llenémonos los bolsillos de estrellas
antes de que se marchiten
sobre las ramas del cielo

II
No te asustes
si al dormir
se cuelga de mis pestañas
una lágrima
Es tan solo la gota de rocío
que se desprende del alba de mis sueños






*Siempre amé la palabra "barrilete", que en Argentina sería el equivalente de "cometa" aquí en España

Hace unos cinco años, en un acceso de locura, me acosté en la carretera que llega desde Ribadavia a Prexigueiro, ante el impacto de un cielo saturado de estrellas.  Este sábado, en el mismo lugar, me encontré el mismo cielo. Sí, sin duda era el mismo. Creo que de eso va este poema...

viernes, 26 de agosto de 2011

JUEGOS





CADA CUAL QUE UBIQUE AQUÍ LA FOTO QUE LE PLAZCA A SU IMAGINACIÓN











Después del sexo a ella le gustaba correr hacia el espejo para contemplar el rubor de sus mejillas. Él la observaba, a través del humo de su cigarrillo, y se sonreía pensando en lo joven que le parecía en aquellos momentos. De pronto, al aspirar el tabaco se percató de cómo se mezclaba con el sabor de ella en la boca. Aquello le disgustó, porque lo devolvió a la realidad, donde amor y sexo son efímeros, apenas un instante. Durante la conjunción de sus cuerpos era algo que olvidaba, hasta que el rastro de ella desaparecía del paladar. No sabía la razón, pero aquella tarde necesitaba jugar a prolongar el sexo de manera indefinida. Así que aplastó el cigarro contra la piel del cenicero, hasta que hubo exhalado su último aliento de humo, y se levantó. Se colocó entre ella y el espejo, y se arrodilló. Sintió el vello que cubría su vagina, revuelto y pegajoso. Todavía impregnado de las anteriores secreciones. Lo olió, aspiró, tiró de él ligeramente con sus dientes. Tanteó con su lengua la rendija, y penetró en ella lentamente. Tal y como había deseado, ella no separó las piernas. Seguía observando detenidamente su rostro en el espejo, como si las sensaciones le fueran comunicadas, no a través de su vulva, sino a través de las variaciones de ese rostro, que como parte del juego trataba de mantener imperturbable, y como un lago aparentemente en calma de vez en cuando parecía erizarse con los pasos de una ligera brisa. Entonces sí, separó los labios exteriores con sus dedos y abrió su boca con avidez, buscando la pulpa, hincando en ella sus dientes, hasta arrancarle todo el jugo. Ella apenas se movía, continuaba con el juego de la estatua. De vez en cuando algo parecido a un gemido parecía quebrarse en su boca. Tenía las manos relajadas sobre sus cabellos, y sólo cuando llegó al orgasmo tiró con fuerza de ellos. Aquel fue el único movimiento que se permitió a la estatua. Una vez hubo terminado, ninguno de los dos sabría decir cuánto tiempo permanecieron en aquella posición….

Por fin ella se movió y se dirigió a la ducha para abrir el grifo, pero el la detuvo e hizo un gesto negativo con la cabeza.
-No, hoy no me borres-le dijo.-Permite que sea la noche quien lo haga.
Ella le miró y no dijo nada.

Fue hasta el armario y lo abrió. Estuvo un rato buscando hasta que encontró un vestido de color crema, de tela muy ligera. Se lo ofreció diciendo:
-Ponte esto. Pero sólo esto. Y los zapatos, claro.

En silencio ella lo tomó y lo deslizó sobre su cuerpo desnudo. Era casi como si no llevara nada puesto. Sólo el olor y la pátina del sexo. Tampoco se puso perfume

Cuando llegaron al restaurante la mayoría de sus amigos estaban ya sentados a la mesa. Por lo general tenían esa costumbre tan extendida de sentarse mujeres y hombres separados a uno y otro lado de la mesa, como si formasen dos bandos bien diferenciados. A ellos siempre les había gustado desequilibrar esa armonía, y como encontraron dos asientos juntos, se sentaron uno al lado del otro. Durante la cena, no les pareció que la conversación fuera muy animada. En el bando de las mujeres se hablaba de niños y una futura boda. En el de los hombres el tema principal de conversación era Mourinho. Ellos se pasaron el tiempo conversando con lo olores. Ella le tomaba la mano y aspiraba con fuerza sus dedos. Él se apoyaba en su hombro, y hacía lo propio. Entonces le parecía sentir un olor dulzón subiendo de entre sus piernas. Y una erección comenzaba a desperezarse bajo sus pantalones. En los postres ella volvió a tomarle la mano y la retuvo entre la suya, durante bastante tiempo, sobre la mesa. Pero de repente las movió colocándolas bajo el mantel, encima de su rodilla. Fue deseslizándose en la silla, poco a poco, hacia la mesa, hasta que él pudo sentir la tela del vestido, ligeramente arremangado. Al estirar los dedos, siempre con su mano entre la de ella, tocó el vello ensortijado. Permanecieron así durante un rato, tratando de acompasar las respiraciones que se habían acelerado. Entonces ella acercó ambas manos hacia sí, y él sintió la blandura de su carne. Ahora era ella quien le conducía, decidida a no soltarle. Los dedos de ambos se aproximaron al resquicio, esta vez abierto de para en par, porque sin disimulo había separado las piernas. La vulva estaba húmeda, todavía impregnada del sexo de la tarde. La manode ella comenzó a moverse, como marcándole el compás, justo en ese momento inició una animada conversación con su amiga Irene, quien se sentaba enfrente. Los dedos parecían bailar al hilo de las palabras, o quizás eran ellos los que tiraban de las frases, y el comprendió que de nuevo estaba jugando a la estatua, pero esta vez era una estatua parlante. Las caricias se sucedieron a distintos ritmos e intensidades. De vez en cuando introdujeron los dedos en el interior de la vagina. Uno, dos, tres…Descifraba los orgasmos por la tensión previa, y el temblor posterior de sus piernas. A punto estaba de arrancarla de la silla, y llevársela al baño, y allí, sobre el lavabo penetrarla con la misma impiedad ante el entorno que ella parecía mostrar. Y hacerla gritar, gritar, y gritar….hasta que aullara la estatua. Pero cuando se estaba levantando de la silla, los demás le acompañaron, pues ya era hora de irse del restaurante. A pesar de su turbación, rápidamente se percató de la mancha que se había dibujado sobre la banqueta de ella-cuando por fin reunió las fuerzas para ponerse en pie. A tiempo suficiente de empujarla hacia la mesa, y ocultarla oportunamente bajo el mantel.