El cuadro es de Chagall
A veces lo único que quiero es aislarme en la palabra. Recogerme en ella en posición fetal, y fingir que nunca he conocido mundo y vida más que ella. La palabra es matriz y es tierra. Es órdago, espina, y seno. La columna dorsal del viento. Embrión en la herida. El único modo de amar que siento mío. El tesoro que para ti guardo y que cada día arrojo al mar en el vientre brillante de sucesivas botellas. Mis únicas lágrimas en estos últimos tiempos están dolientes de vocales, de acentos, y silencios. Porque la palabra, como la música, también se compone de silencios. Es aquello que nunca supe que buscaba, y la analítica de cada gota de mi plasma. El arrullo consolador de mis latidos. El veneno exhalado por tus besos. La aspereza y el espesor de tus ausencias. Sin ella ya no hay gozo, ni sexo, ni pálpito. No hay tristeza sin palabra, sólo un infamante vacío del que huyo, y al que sé que ya no pertenezco. Eso a lo que algunos llamarían paz y calma, en mi caso no sería otra cosa que una desoladora nada. Y si hay un miedo sollozando entre mis párpados, es la sospecha de que puede llegar un día en el que calle. O en el que tú ya no estés….