Eres igual a ti, y desigual, lo mismo que los azules del cielo.

Juan Ramón Jiménez


martes, 24 de septiembre de 2013

EPITAFIO



La palada de tierra que nos colma la boca
cuando morimos,
una última palabra al filo de la mudez:
tu cadáver,
poema póstumo y penado

ave caída sobre el asfalto que,
privada de vuelo, conserva su lírica.

15 comentarios:

Sarco Lange dijo...

Cuando muere un poema comienza a vivir. A pesar de los poetas.

Beso Vera E.

Isabel Martínez Barquero dijo...

Me estremece, pero no tanto por su contenido, sino por la belleza, esa hermosura que has conseguido en un tema tan terrible.
Besos, Vera.

batalla de papel dijo...

Los dos últimos versos impecables, un poema estremecedor.
Besos

Blue dijo...

Después de estar todo el día con una muerte en la cabeza (esta vez verdadera), vengo aquí y me reconforta el lirismo de tu poema.
;-)
Bicos, Vera.

Darío dijo...

Hasta el amado muerto puede ser poético... Un abrazo.

vera eikon dijo...

Me gusta eso que dices, Sarco. Como si el poema soltara amarras..Bico!

vera eikon dijo...

Gracias por tus palabras, Isabel. Un abrazo!

vera eikon dijo...

Coincidimos, María. Esa es la parte que a mí más me gusta, en la que realmente radica eso que intento decir...Beso, amiga.

vera eikon dijo...

Lo lamento, Blue. Te abrazo muy fuerte...

vera eikon dijo...

Y sí, Darío....Un abrazo.

Sandra Garrido dijo...

Y acaba de resucitar la poesía, ayysss.

Besitos

P MPilaR dijo...

no habrá modo de echarle tierra al
por más que se inhumen poetas.
ni que enmudezca la lírica.

besos, Vera

Maruja dijo...

No habrá forma de poder enterrar a los poeta... segiran surgiendo como estrellas en el cielo. Un abrazo.

Leo Mercado dijo...

Si la palabra queda suspendida en el aire, hay un asombro en el que permaneceremos por siempre.
Besos, Hermidalonga.

Juan A. dijo...

La belleza de las cosas rotas, inútiles, entrañables. Nunca se pierde todo, nunca nos perdemos del todo.