Niñez hecha de la sal del mar
regresas cabalgando el sol que cocea el cielo,
o al estruendo de gaviotas.
Singular resonancia de voces en la playa:
caracola de cuerpos sobre la arena.
Ebriedad de bronceador,
el eclipse de aluminio envolviendo la merienda,
el castillo latiendo en el fondo del cubo.
Los ojos bien abiertos entre las olas,
corroborando su espuma lo inviolable
de la infancia.
14 comentarios:
Toda niñez debería estar hecha de la sal del mar, por suerte compartimos eso ;))
Hace poco estuve en una de mis playas de la infancia -que no son pocas...-, en la que no había vuelto a estar desde entonces y fue como desandar el laberinto de maíz, espantando a tantos y tantos pájaros que últimamente vienen a picotear mi memoria con tanta insistencia.
Hubo catarsis, y comprendí que a veces es necesario reencontrarse con el pasado no para añorarlo sino para hacer hueco en las manos para ese nido nuevo del futuro, nuevas playas, nueva sal, nuevos pájaros...
Hermoso, Vera.
Bicachuss mil, linda.
Añoro el pasado no a través de recuerdos, sino a través de sensaciones. Es como si la nostalgia fuera algo del sentir y no del pensar. Algo más animal que racional...El pasado es una porción de piel con su olor, su sabor, su tacto. No debemos anclarnos en ella, pero tampoco vedarla, porque cuando llega así, desde una playa donde de niños chapoteamos nuestros pies, siempre enriquece...Bicachus querida Susana. Nos vemos en ese horizonte que ya está a la vista. Muaks!!
Lo terrible es que seamos castillos de arena, tan expuestos. Un abrazo.
Precisamente en esa exposición reside la belleza de la infancia. Siempre los brazos abiertos, dispuestos a ser la medida del acontecer, la grupa del viento....Abrazo, Darío.
la salde la brisa del mar en la cara como una pegatina con sabor a infancia... acontecer de sol sin tiempo. Besos Vera querida.
tu poema actuó en mí cual magdalena.
besos, vera*
Debe ser que en verano uno es menos consciente de los límite del día, como cuando somos niños...Bico, Claudia. Gracias por estar...
Bico enorme, Silvia!
Como tú siempre regreso al mar, y más ahora que lo tengo lejos. Quizás sea tengas razón y el mar corrobore la espuma inviolable de la infancia, así sea, como la raíz necesaria que nos ata a la vida.
Un beso
la memoria, lo pienso muchas veces, desgraciadamente, no es inviolable. pero leo tu poema mientras aquí casi, casi está a punto de romper a llover un preludio de otros otoños. te leo así y siento, en mi desprotección, que vuestra memoria, la tuya y la de proust, me cuidan. eso es lo que siempre me ofreció su magdalena y hoy también tu niñez hecha de sal de mar: una puerta donde respirar la lluvia que ha caído y sentirme, por un instante, a salvo.
gracias, vera.
te abrazo.
El mar aquí es tan lejos.... Como la infancia...
Recordar el pasado como una tierna y adorable borrachera de los sentidos, que distorsiona la estricta realidad convertida en una secuencia fascinante.
un saludo
Yo no me canso Vera, aunque las infancias se nos agolpen en la saliva.
Besos.
Parece inevitable escribir sobre la infancia,todos lo hemos hecho alguna vez, se queda uno muy a gusto. Hermoso boceto de estío infantil el tuyo.
Un saludo
Setefilla
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