Eres igual a ti, y desigual, lo mismo que los azules del cielo.

Juan Ramón Jiménez


martes, 11 de agosto de 2015

ESCUCHAS



Él era sobre todo una oreja. Una gran oreja en la que mi pensamiento se volcaba. Como una cuenca sobre la que la lluvia cae, torrencialmente, y encaja perfecta y hecha río. Por mucho que yo imaginase sus ojos, el extrañamiento de la luz sobre ellos, las dos gitanas caracoleando en sus pupilas. Por mucho que construyese o deconstruyese a partir del pilar de su nariz aquella actitud siempre envalentonada de su rostro. Por mucho que buscase el trazo un tanto infantil de aquellos brazos nerviosos cuando hablaba. Por mucho que el sexo, la sonrisa, el beso, la broma, la ternura, el desplome. Por encima de tantas y tantas cosas, él era fundamentalmente una oreja. Una gran oreja. Dispuesta, entregada, sensible. La oreja perfecta para tantas cosas que ya nunca le diría.

martes, 21 de julio de 2015

EL GESTO DE VOLVER






como música venida
hacia el silencio
cada cosa tiene
su gesto de irse

Del libro Formas de decir lluvia 


Cada cosa tiene su gesto de irse, pero ¿existe un gesto de volver?. El gesto de nacer, el gesto de morir, pero ¿qué hay del gesto del regreso?. La lluvia sabe, la lluvia es un perenne regreso. Pero tiene al regresar ese gesto de nacer, y nos renace. No puedo precisar la fecha en la que dejé de publicar en el blog y en la que dejé de visitaros. Quizás porque borré muchas entradas con poemas que se incluyeron en mi libro. Sí, en todo este tiempo publiqué un libro titulado Pequeña oportunidad de arder que fue una experiencia hermosa, y me deparó una amistad, la de Gabriel Viñals, cosa más hermosa todavía. Y a finales de mayo salió Formas de decir lluvia,  libro por el que me siento muy afortunada, puesto que la edición es impecable, bonita, el editor encantador, y el prólogo lo firma mi querido Gabriel. 
Pero a lo que íbamos, ¿cómo volver? Si he pasado meses en un torbellino político, emocional, padeciendo una especie de afasia. Sin embargo regresar a la escritura es natural. Basta una palabra para comenzar a hilar. Pero regresar al blog es regresar a la gente. Se trata de hilar algo más que palabras...Así que después de darle vueltas he decidido publicar lo que estoy escribiendo en este momento, aunque probablemente inacabado, aunque distinto a lo que suelo escribir, aunque no sé si formará parte de nada...Pero así el regreso será ante todo un gesto natural...casi lluvia 




Querida mía a querido mío




Amarte es
alimentarse de nieve.
Aplaca la sed, no el hambre:
me digo víbora
dando cuenta de sí misma

deflagración del bajo vientre

pervivencia
alrededor de un agujero
de aire enviciado.

Comer la nieve, comer la nieve
en el instante de cuajar

como la moribunda
confundo la salvación
con la mano que aplica el paliativo.


Masticar la nieve,
cielo
troceado

¿puede tu piel
palidecer hasta la luz?

y amar sea este desvanecerse
en tu

desvanecer.

miércoles, 27 de mayo de 2015

PRESENTACIÓN DEL LIBRO FORMAS DE DECIR LLUVIA


Lluvia es concreción del asombro. Con sus menudas manos y sus menudos pies es incapaz de sujetarse. Todos los grises del cielo se resbalan. Se columpian en la atmósfera como en la hoja extendida, espléndida, verdísima. Errante la lluvia, huérfana, inhabitable. Derrame en busca de regazos. Es lapso, y luego charco o desliz sobre el cristal. Las gotas no se conocen entre sí, no se llaman por sus nombres, se dicen en caída. Y en ese caer también nos dicen.


martes, 4 de noviembre de 2014

DESPEDIDA



En todo cuestionamiento vital hay una pretensión de trascendencia. Nos cuestionamos para no suceder, porque asociamos sucesión con muerte. Nos cuestionamos como quien tiene un hijo, planta un árbol, escribe un libro. Quizás por eso tantos libros son en realidad cuestionamientos. Pero como escribió Chantal Maillard “un gesto no se hace, un gesto acontece”. Qué es la vida sino acontecer. Vivir mientras quema y dejar de lado este dolor salvaje. Vivir como en un holocausto diferido, que nuestra piel sea marcada una y otra vez por la vida, y hacer de nuestro cuerpo un palimpsesto que nunca dejaremos de acuñar. Darle la espalda a la eternidad, mirar el instante con un rostro indescifrable porque en realidad habrá sido tantos rostros como ayeres. ¿Qué sería de la lluvia si temiera caer, si se cuestionara su caída? ¿La sientes? ¿ahí? La vida es todo ese vértigo que sube….