Eres igual a ti, y desigual, lo mismo que los azules del cielo.

Juan Ramón Jiménez


martes, 5 de julio de 2011

CLEMENTINE



El amor se acaba ¿y bien? A todas luces, eso es lo de menos...



Si algo me dolió pequeña Clementine, fue que borraras mis caricias de tu pelo naranja. O de tu pelo azul. Porque recuerdo que en una época tu pelo fue azul, y parecías de juguete. Olías a gominola, como las muñecas. Y a mí me gustaba jugar a vestirte y desvestirte, y mordisquearte en la barriguita y en las nalgas. 

Al borrar mis caricias de tu pelo naranja, fue como si borrases el tacto de tu pelo naranja de la aureola de mis dedos. Y ahora sólo son dedos vacíos, como agujeros negros que han engullido tu tacto, y ya no lo recuerdan. Mis dedos hacen memoria en otros cabellos, en otras pieles. Así como mis dientes inventan nuevos mordiscos en nalgas resplandecientes, turgentes y recién compradas. En algunas ocasiones, no llego a quitarles el plástico. Porque algo me dice que no tienen aquella caída tan especial de las tuyas. 

A veces incluso siento como si mis dedos fueran de aire, transparentes. Como si yo no fuera otra cosa que un dibujo que has ido borrando del folio de tu vida con una goma. Y no puedo ver mis dedos, ni asir otras cinturas. Trato de abrir las puertas que permanecen cerradas, hasta que otra mano caritativa las abre por mí. Lo peor es cuando esto me ocurre en casa, porque entonces me paso días enteros encerrado. 

Otras veces son mis ojos, porque los borraste mientras te miraban. En todas esas ocasiones que yo te veía, sonriente, auténtica, desnuda, lúdica, lacerante, estrella, sirena, rocío, guitarra, mujer. Todo eso lo hurtaste a mis pupilas. Te miraba y tú encarnabas todas las ciudades, Londres, París, Barcelona, Roma, Compostela, Buenos Aires, Tokio, Lisboa….Fregaste el suelo de  esas imágenes y dejaste grandes territorios vírgenes en mis atlas. Cuando veo a un niño por la calle, lo señalo y le pido que me diga cómo se llama ese país, en el que se ve sólo un roto sin nombre. Por supuesto echan a correr pensando que soy un loco peligroso. 

Y en algunos momentos ya nada puedo ver porque me arrancaste los ojos cuando te llevaste tu imagen. Ya la luz no encuentra su lugar en mis pupilas. ¿En qué lugar se recoge toda esa luz que me sobra? ¿En qué oscuridad será bien recibida?

Hay días en los que no tengo piel, porque tú la borraste de la tuya. Camino por el mundo como un idiota invisible. Llevo ropa de abrigo en verano, y voy semidesnudo en invierno. Ya no sé qué es el frío, ni el calor. Duermo cada noche sobre un lecho de hielo. Con todas mis estructuras a la intemperie. Hay animales que me acechan en la oscuridad, pero se alejan convencidos de que soy sólo un espectro.

Y bueno, luego está el tema del sexo. Tras haber tachado de mi lista todos nuestros coitos ( salvajes, aburridos, románticos, simpáticos, ardientes, de tu la llevas, de jueguitos, o a la carrera…) juraría que vuelvo a ser virgen. Ni siquiera puedo ampararme en ellos para masturbarme. Pero sucede que tras haber borrado mis caricias, mis dedos, mis mordiscos, mis miradas, mi tacto, mi sexo, has borrado mi deseo. Y con mucho trabajo, tengo que hurgar en mi mente, para rescatar un destello, un pequeño atributo de ti sobre el cual volver a erigirte, nuevamente inventarte. Y entonces te veo de nuevo, alegre, caprichosa, coqueta, neurótica, cantarina, pajarito,…y por fin un mechón de pelo naranja vuela a reencontrarse con mis dedos.

Si algo me dolió pequeña Clementine, no fue tanto que trataras de borrarme de ti, sino que trataras de borrarte de mis propios recuerdos.

POEMA PARA UNA IDIOTA

"Navegando en la conciencia" Salvador Luna




No
Señoras, señores
Él no era un idiota
Pido disculpas

Idiota era yo
Que creí tener un corazón
lo bastante fuerte
como para amarle
Y obviaba el desgarro
a cada latido

Que creí en la entrega
de los cuerpos
En el furor de los astros
En la misericordia de la lluvia

Idiota fui yo
que rompí los cielos
con mi cabeza
Y las estrellas cuajadas
pendían del tembloroso
hilo de mi vida
Y pesaban

Idiota fui yo
Que no entiendo una palabra
de amor
ni de sus actos
Sólo la teoría
(occidental)

Idiota fui yo
A la que desmigajaba
una espera
Que me sentía despedazada
por la jauría de sus besos
Y tenía brazos de mártir
que le crucificaban
en cada abrazo

Idiota fui yo
Incapaz de escribirle
un solo buen verso
De entregarle
el cetro de mi clítoris
De empuñar la bandera
de nuestras pieles
Y escapar juntos
a coronar las montañas de la luna

Todo fue un malentendido
Disculpen las molestias...



TUMBAS


"Caryatid" Amadeo Modigliani




Dormir
Y poner muchos sueños
de distancia
entre el presente
y aquel sueño






De regreso a la tumba
del cuerpo
los girasoles rezan
Los pájaros visten
escarapelas negras
Los niños se disfrazan
de ahorcados

Puedo sentir la humedad
del nicho
En mi espalda
En mis nalgas
En mis talones
Le pido a mis enterradores
un almohadón para la cabeza
No me gustaría ensuciarme el pelo

Ahí junto a mí
hay insectos,
larvas
Futuros moradores de mi carne
Los puedo escuchar
arrastrarse hacia mí
Ávidos
Sus bocas haciéndose agua
Los jugos gástricos
bullendo en conflicto
a la espera del banquete
La descomposición
¡Alto!
(Les advierto)
Primero he de morirme

Esta será mi primera noche sola
en mi tumba
Sin duda me estremeceré
al escuchar el cantar de los lobos
Y temeré que los demás muertos se levanten
a bailar cual espectros bajo la luna
(yo nunca he sido de bailes, ya sabes)
Ni siquiera tengo un ataúd en condiciones
en el que encerrarme
O donde clavar mis uñas
excepto la blanda madera de mi carne

Sólo mi triste tumba de tierra
Tierra en esta boca
(que algún día fue besada)
Tierra entre estos senos
(desfiladero por donde sólo los locos o los bufones se adentraban)
Tierra en la hendidura de mi sexo
(desde allí visionarios se arrojaban al descubrimiento del ardiente núcleo del mundo)
Tierra en la cuenca vacía de mis ojos
que un aciago día me arranqué
para no volverme a mirarte

Nunca supiste entender este gesto

lunes, 4 de julio de 2011

OFELIA




Fotografía: Silvia Camporesi




¿Cómo no me extraigo las venas
y hago con ellas una escala
para huir al otro lado de la noche?
"El Despertar" Alejandra Pizarnik






Por fin toda ella era mar, con los brazos extendidos, crucificada en las aguas. Dejarse balancear ingrávida, en el maternal regazo de una nube. La sal penetrando por las aletas de su nariz, ardiente y amorosa. Las olas de infinitos dedos, recorriendo su cuerpo, desandándolo. Se siente retornar a su forma de niña. Los pechos se le deshinchan, el sexo se vuelve virgen, el vello cae como hojarasca, aterido. Cada gota doliente de cada una de sus menstruaciones regresa al lugar de partida. Es la lágrima por cada uno de sus hijos no nacidos. 

Debe ser la caída del sol, siente sobre los párpados una presión escarlata. Quizás aquella tarde se postre, definitivamente vencido, para nunca más levantarse. Entretanto aquel mar enjuaga cada uno de los besos, cada una de las caricias, cada uno de los orgasmos(ese instante en el que una le arranca los ojos al cielo, y juega con ellos como dios a los dados). Entiende que ella nunca quiso ser escupida del útero de su madre. Y que se agarró a sus paredes con aquellas uñas blandas, y mordió con sus encías, a falta de dientes. Dentro aun podrían verse las cicatrices. Escrito con letras bien claras un “Ofelia estuvo aquí”. 

La arrojaron a un mundo sin amor. Donde el hecho de inventarse un amor era síntoma de una tara.  Preludio de una locura. Pero siempre caía presa de aquella fascinación de inventarse amores.  Amores en las fauces de una estrella (o en sus cenizas). Amores con los zapatos rotos y los cordones desatados(por lo que al final siempre caminaba descalza. Al único amparo de sus huellas). Amores tejidos de lluvia, y de rocío. Preludios de aquel último amor. El que le había cosido el corazón a balazos. Le tomaba la mano y la aproximaba a su pecho, pidiéndole que extrajera el plomo de sus agujeros. “Cada uno de ellos es la muerte de uno de los dioses antiguos”-le decía. Él se echaba a reír. Aquello la desconcertaba. Ella nunca pudo entender de qué se ríen los hombres. 

Y ahora, semidormida en aquel mar sin nombre, se dice que nunca es necesario entender nada. Que ambos sabían que un corazón cosido a balazos nunca deja de sangrar hacia dentro. Que los proyectiles alojados en la herida son compuertas, y al extraerlos con aquella precisión de cirujano, la herida queda abierta, desnuda. Que nunca mana tanta sangre como de las heridas que nos infligen los tiempos felices….Abre los ojos y ve que el sol continúa alto, impasible. Que estaba errada y apenas habrán transcurrido minutos, y no horas desde que ella se hizo mar, y todavía no es el ocaso. Aquel rubor escarlata, es sólo su propia sangre, que se desliza sobre el agua, y acabará por diluirse. Ella le regala sus venas al océano, y éste las rellena con su milenario plasma acuático. Sabe que cuando él vaya a reconocer su cadáver de dermis espesas, por los centímetros de mar cobijados en cada uno de sus átomos, se preguntará a dónde habrá ido a parar toda aquella belleza, incapaz de reconocerla en aquel cuerpo hinchado. Cuán voluble ante la muerte el cuerpo amado.... Mujeres ahogadas vendrán a despertarlo en la noche de los tiempos, con el rostro de Ofelia. Y perseguirá durante siglos los vestigios de aquella belleza que fue. La buscará en el sexo de las caracolas. En la cosquilla del sol sobre las horas. En la branquia del pez. En los suspiros del coral. Y nunca más hallará descanso ni consuelo. Porque a partir de aquella tarde él también tiene un corazón que sangra hacia dentro, con las heridas que infligen los tiempos felices. Y nadie con la precisión de un cirujano para extraerle las balas….

sábado, 2 de julio de 2011

DIENTES ROTOS

Tengo los dientes rotos
de este amor a puñetazos
Por entre los huecos huérfanos
se me escapan los “te quiero”
me redimen “los te amo”

Mi amor no es de los de retener palabras
Ni suspiros
Ni llantos
Es de descarrilar trenes
Exterminar especies
Arrasar civilizaciones con sus aguas

Es conflicto
y es quimera
Cielo raso
Estrella congelada

Sueño
con las partes pudientes al aire
indefensa
Y cada noche este amor me viola
cuando más tenso está el arco

Sé que si el viene
mi estrella se coagula
para que su lengua se oville en ella
como un gato
Y si lo cree preciso
me arranque los capilares
con sus uñas en gajo de luna

Amor
Pies de barro en los dioses
Agujas quebradas del reloj
Aquelarre de esperma
y carne
De mi mundo la membrana





SOLILOQUIO



El cuadro es de Chagall  

 

A veces lo único que quiero es aislarme en la palabra. Recogerme en ella en posición fetal, y fingir que nunca he conocido mundo y vida más que ella. La palabra es matriz y es tierra. Es órdago, espina, y seno. La columna dorsal del viento. Embrión en la herida. El único modo de amar que siento mío. El tesoro que para ti guardo y que cada día arrojo al mar en el vientre brillante de sucesivas botellas. Mis únicas lágrimas en estos últimos tiempos están dolientes de vocales, de acentos, y silencios. Porque la palabra, como la música, también se compone de silencios. Es aquello que nunca supe que buscaba, y la analítica de cada gota de mi plasma. El arrullo consolador de mis latidos. El veneno exhalado por tus besos. La aspereza y el espesor de tus ausencias. Sin ella ya no hay gozo, ni sexo, ni pálpito. No hay tristeza sin palabra, sólo un infamante vacío del que huyo, y al que sé que ya no pertenezco. Eso a lo que algunos llamarían paz y calma, en mi caso no sería otra cosa que una desoladora nada. Y si hay un miedo sollozando entre mis párpados, es la sospecha de que puede llegar un día en el que calle. O en el que tú ya no estés….

viernes, 1 de julio de 2011

SALMODIA EN DOS POEMAS


POEMA ESCRITO CON LÁPIZ AZUL (LAPISLÁZULI)


En la curva celeste de tu risa
solapado
un verso


Imagen: "Danae" Gustav Klimt




FENÓMENOS ATMOSFÉRICOS

Tu voz es como lluvia
Cuando hablas
Cuando recitas
Palabras erectas
que mojan
Que empapan
Violadoras de Danae,
colman mi caudal interior
Acoplo mi oreja
al sonido,
pero sólo adhiero el eco,
la tragedia,
el envés
de aquello que alguna vez fue dicho


Tu tacto es como viento
Cuando deslizas
Cuando besas
Vello que se eriza
Estremecimiento
Rio Lethes
donde toda caricia anterior
naufraga,
alza las manos,
pide socorro,
antes de ser sepultada
Coses a mi carne nuevas huellas
Una canción de estrellas salpicadas
Corono tu cintura con mi abrazo
y ya no estás
No hay jaula donde viento alguno permanezca


Tu ser es como niebla
Cuando te pienso
Cuando te sueño
Todo se desdibuja
más allá de tu rostro,
de tu boca,
de esa luz que muere en tus ojos
O que nace…
Aureola del fenix
Extiendo mi mano
Para tocarte
Para sentirte
Para tomarte
Y sólo atrapo un enjambre de nada