A veces siento unas malditas ganas
de hacerte un inmenso daño
Decirte que ya no te amo
y contemplar como caes fulminado
por el relámpago de esas palabras
Sólo por perverso placer
Te advertí que era una niña mala
tú me sonreíste luciferino
Preñada de gestos ordinarios en la cama
Capaz de encadenar los versos más sublimes
en la inmaculada cueva de tu oído
Conservo para el gran público
una radiante cabellera virginal
Con sumo deleite te contagio
el sulfuroso pecado de mis labios
Tú lo propagas como perseidas por mi cuerpo
hasta llegar a la hendidura infernal
Y allí
sin pensarlo
te arrojas de cabeza
He de decirle a mis demonios
que levanten acta de esto que te escribo:
Jamás he de sentir remordimientos
por condenar al tormento eterno
la vida de tu alma inmortal
Pues sólo soy la niña endiablada
que todo hombre que se precie
sueña con encontrar en su camino
Blog sobre libros donde voy dejando mis lecturas de poesía, novela y cualquier texto literario que me haya interesado, para extender la conversación que mantenemos con los libros durante la lectura.
Eres igual a ti, y desigual, lo mismo que los azules del cielo.
Juan Ramón Jiménez
miércoles, 1 de junio de 2011
martes, 31 de mayo de 2011
NO SEAMOS ORFEO Y EURÍDICE
Imagen:George Frederick Watts
Nunca he podido entender como Orfeo
cuya música hizo llorar a los tormentos
y estremecer el corazón de los demonios
se volvió para mirar a Eurídice
cuando esta aun tenía un pie en la sombra
Como amante
el peso de la mano de Eurídice en la suya
debería haber bastado
Como bardo
el sonido lacerante de su respiración
debería haber eclipsado
el ritmo turbador de cualquier otro canto
Como animal
la fragancia embriagante de su piel
debería haber permanecido incólume
ante cualquier olor contaminante
Pero quizás
como humano
necesitó de esa seguridad aplastante
que sólo otorga la mirada
Por lo que ahora
me preparo a conciencia
para emprender el viaje
y rescatarte del infierno
donde te he perdido
Y TEMO
Que el Inframundo no se rija
por las mismas leyes físicas
que la superficie
Y tu mano se torne
entre la mía
tan liviana
Que
inevitablemente
me pare a mirarte
Que el lamento quejumbroso de los desdichados
suene tan atronador a mis oídos
que la cadencia envolvente de tu respiración
se diluya entre los gritos de angustia
e irremisiblemente
me detenga a mirarte
Que los vapores pestilentes
del Averno
eclipsen el cálido y fragante
aroma de tu cuerpo
y que
definitivamente
me vuelva a mirarte
Porque indudablemente
yo también soy humana
Pero además como mujer
soy previsora
Por lo que antes de partir y abandonar
el abrazo del hogar
me he procurado un pequeño puñal
cuya hoja calentaré en el fuego de mi pecho
Y si en un momento dado
me veo en el trance
de sucumbir a la tentación
no dudaré en posarlo
sobre la cuenca de mis ojos
Porque la ceguera es el modo más efectivo
que conozco
de impedir
que
aciagamente
me vuelva a mirarte
domingo, 29 de mayo de 2011
TÚ Y YO
Pongamos una “Y”
entre tú y yo
Y hagamos a un lado
esa coma que nos separa
Te envío todos mis ejércitos
para intimidarte
Pero en realidad lo que deseo
es que firmemos un armisticio
con nuestras pieles
Las bases de nuestro tratado
quedarán de la siguiente manera
Primero, a partir de este momento
ya no existirán fronteras
entre ambos territorios
Segundo, tendrás libertad para penetrar
en el mío
con el fin de erigir tus embajadas
hasta la capital del reino
Ninguna de mis ciudades
(incluso las más soberbias)
te será vedada
Tercero, escogeremos
nuevos nombres
para las calles
Con el fin de borrar de nuestros mapas
todo vestigio ofensivo
de un tiempo
en los que nuestros estados
vivían separados
y hostiles
Aunque con el fin de que no olvidemos
todo esto estará fielmente recogido
en los libros de historia
Cuarto, hemos de pensar juntos
cómo designar a la confederación
nacida entre nuestros dos países
Algunos de mis ministros
sugieren la viabilidad de la palabra
Nosotros
Y aunque bella
tentadora
y contundente
Resulta desalentadoramente
utópica
Así que me decido a proponerte
que consideres esta unión
bajo la bandera de la cópula
pasando a constituirnos desde ahora
como “Tú y yo”
Poderoso nombre
en incesante expansión
entre tú y yo
Y hagamos a un lado
esa coma que nos separa
Te envío todos mis ejércitos
para intimidarte
Pero en realidad lo que deseo
es que firmemos un armisticio
con nuestras pieles
Las bases de nuestro tratado
quedarán de la siguiente manera
Primero, a partir de este momento
ya no existirán fronteras
entre ambos territorios
Segundo, tendrás libertad para penetrar
en el mío
con el fin de erigir tus embajadas
hasta la capital del reino
Ninguna de mis ciudades
(incluso las más soberbias)
te será vedada
Tercero, escogeremos
nuevos nombres
para las calles
Con el fin de borrar de nuestros mapas
todo vestigio ofensivo
de un tiempo
en los que nuestros estados
vivían separados
y hostiles
Aunque con el fin de que no olvidemos
todo esto estará fielmente recogido
en los libros de historia
Cuarto, hemos de pensar juntos
cómo designar a la confederación
nacida entre nuestros dos países
Algunos de mis ministros
sugieren la viabilidad de la palabra
Nosotros
Y aunque bella
tentadora
y contundente
Resulta desalentadoramente
utópica
Así que me decido a proponerte
que consideres esta unión
bajo la bandera de la cópula
pasando a constituirnos desde ahora
como “Tú y yo”
Poderoso nombre
en incesante expansión
viernes, 27 de mayo de 2011
YONKIE
Yonkie
De tus palabras
De tus afectos
De tus besos
De esa manera tan tuya
de mirar al vacío
y desprenderte
Así como de pronto del cielo
en verano
se desprende una estrella
Yonkie
De tus sonrisas
Del olor de tus cabellos
De tus pasos
y ese modo tan particular de descolgarse
que tienen tus huellas
sobre el asfalto
Yonkie
De tu cuerpo
De tu sexo
De tu almohada
Y del peso de tu pierna
en la cálida noche
sobre mi ingrávida nalga
Yonkie de tu amor
De tus descargas adrenalínicas
De que digas mi nombre
Del grito de placer
lumínico
desgarrando la tiniebla
La gente por la calle
me llama yonkie
El llanto de los niños
me dice yonkie
El ladrido de los perros
me acusa yonkie
Vienen mis amigas
y solícitas encomiendan
BASTA YA
Te llevaremos a un centro
de esos donde se curan
todas las adicciones
hasta las más insólitas
Les grito
Las echo de mi casa
Tapio puertas y ventanas
Y me dispongo a combatir
el mono
A sobrevivirlo
Sólo en espera
de la próxima
estimulante
pero
insuficiente
dosis
De tus palabras
De tus afectos
De tus besos
De esa manera tan tuya
de mirar al vacío
y desprenderte
Así como de pronto del cielo
en verano
se desprende una estrella
Yonkie
De tus sonrisas
Del olor de tus cabellos
De tus pasos
y ese modo tan particular de descolgarse
que tienen tus huellas
sobre el asfalto
Yonkie
De tu cuerpo
De tu sexo
De tu almohada
Y del peso de tu pierna
en la cálida noche
sobre mi ingrávida nalga
Yonkie de tu amor
De tus descargas adrenalínicas
De que digas mi nombre
Del grito de placer
lumínico
desgarrando la tiniebla
La gente por la calle
me llama yonkie
El llanto de los niños
me dice yonkie
El ladrido de los perros
me acusa yonkie
Vienen mis amigas
y solícitas encomiendan
BASTA YA
Te llevaremos a un centro
de esos donde se curan
todas las adicciones
hasta las más insólitas
Les grito
Las echo de mi casa
Tapio puertas y ventanas
Y me dispongo a combatir
el mono
A sobrevivirlo
Sólo en espera
de la próxima
estimulante
pero
insuficiente
dosis
jueves, 26 de mayo de 2011
ACTOS DE AMOR PARA SALVAR AL MUNDO
¿Cuantos actos de amor son precisos para lavar la cara del mundo? Deberíamos comenzar a echar cuentas...
El mundo pone cara fea
Al levantarnos
leemos los diarios
Y ahí está otra vez
con su cara sucia
Durante el almuerzo
ponemos el canal de noticias
Y otra vez nos espanta
la visión de su horrendo rostro
Pienso que alguna vez
como a los niños
alguien le advirtió
“no pongas cara fea
que se te quedará así para siempre”
Y en esas se petrificó
El mundo pesa sobre nuestras espaldas
cuando llega la tarde
condenados Atlas humanos
Mientras tanto
Yo
y este deseo de ti
vamos acumulando lava
en mi cuerpo torneado
El día en el que por fin erupcionemos
(digo)
será tal el magma
que
hemos de cambiar la faz del mundo
Tan solo de un acto de amor
puede surgir la sonrisa
que sustituya la mueca de horror
de su feo rostro
Por tan solo un instante
Te pediré que la pintes con tu dedo
El mundo pone cara fea
Al levantarnos
leemos los diarios
Y ahí está otra vez
con su cara sucia
Durante el almuerzo
ponemos el canal de noticias
Y otra vez nos espanta
la visión de su horrendo rostro
Pienso que alguna vez
como a los niños
alguien le advirtió
“no pongas cara fea
que se te quedará así para siempre”
Y en esas se petrificó
El mundo pesa sobre nuestras espaldas
cuando llega la tarde
condenados Atlas humanos
Mientras tanto
Yo
y este deseo de ti
vamos acumulando lava
en mi cuerpo torneado
El día en el que por fin erupcionemos
(digo)
será tal el magma
que
hemos de cambiar la faz del mundo
Tan solo de un acto de amor
puede surgir la sonrisa
que sustituya la mueca de horror
de su feo rostro
Por tan solo un instante
Te pediré que la pintes con tu dedo
miércoles, 25 de mayo de 2011
DE LOS CUATRO ELEMENTOS
A veces me pregunto
en que lugar del camino
se quedan las mujeres
que algún día fui
Aquella que sembraba vientos
en el interior de un reloj de arena
Aquella que amaestraba heliotropos
para que actuaran como leones en el circo
Aquella de innumerables máscaras
pero ni un solo rostro
Como diría una voz amada
la niña que vivía en un tiovivo
A los dieciocho amé a un poeta
Amar a un poeta está bien
Es un ser de agua que se te escurre
entre los dedos
Hice un cuenco con mis manos
pero al final
él sólo fue eso
Agua estancada
A los veintiocho me enamoré
de un contador de historias
El puso tierra
en mi sexo
en mis ojos
en mi boca
le dio peso a mi cuerpo
e invistió de carne mi cintura
A los treinta y cuatro me sorprende
haberme dejado todas las puertas abiertas
Batiéndose
Es el aire que nunca pide permiso
En el centro del hogar
late una pequeña llama
que con tiento
he ido cultivando
De pronto sé
porque todas mis puertas
permanecen todavía abiertas
Lo olvidaba
Nunca se dio fuego
sin aire
en que lugar del camino
se quedan las mujeres
que algún día fui
Aquella que sembraba vientos
en el interior de un reloj de arena
Aquella que amaestraba heliotropos
para que actuaran como leones en el circo
Aquella de innumerables máscaras
pero ni un solo rostro
Como diría una voz amada
la niña que vivía en un tiovivo
A los dieciocho amé a un poeta
Amar a un poeta está bien
Es un ser de agua que se te escurre
entre los dedos
Hice un cuenco con mis manos
pero al final
él sólo fue eso
Agua estancada
A los veintiocho me enamoré
de un contador de historias
El puso tierra
en mi sexo
en mis ojos
en mi boca
le dio peso a mi cuerpo
e invistió de carne mi cintura
A los treinta y cuatro me sorprende
haberme dejado todas las puertas abiertas
Batiéndose
Es el aire que nunca pide permiso
En el centro del hogar
late una pequeña llama
que con tiento
he ido cultivando
De pronto sé
porque todas mis puertas
permanecen todavía abiertas
Lo olvidaba
Nunca se dio fuego
sin aire
martes, 24 de mayo de 2011
DIALOGO: DAIREN Y EL BUFÓN
-Un solo instante de amor, que condense toda una vida. Así como una única gota de agua contiene la esencia del océano…-dijo la joven del dominó rosa, con aquella risa cristalina sobresaliendo por entre la boca de plástico. Casi podía ver como el espectro solar se quebraba en miríadas de colores cada vez que ella reía… Pero olvidaba-continuó- que el Bufón es el único en la corte que no puede entenderlo. Porque ha consagrado su corazón a la carcajada del Rey, y por lo tanto ha acabado por secarse. Ya no le queda una sola gota que pueda hurtar al amor Real….-y así con un gesto que a él le pareció demasiado grotesco para la persona encantadora que se ocultaba tras la máscara, le hizo una reverencia.
El Bufón, se volvió a observar como sus pies colgaban por encima del canal. A pesar del desánimo no cesaba de columpiarlos, como si en toda su vida nunca hubiera hecho otra cosa. Mientras, trataba de evocarla. Traía a su mente la imagen serena de aquella joven que se pasaba los días deambulando por los pasillos. En aquel aspecto aparentemente indolente él no podía dejar de percibir la entereza de una inquebrantable resolución. De vez en cuando se volvía hacia los muros, con aquellos ojos azules en los que se transparentaba una pregunta. Se crispaban sus manos en un puño, y un leve pliegue adornaba su entrecejo…. En un gesto tan efímero como la vida de las olas...
Finalmente la veía doblegarse, toda coronada de espuma. Pero en los pasillos permanecía durante horas aquella fragancia a mar y algas. “Por eso nadie la comprende, y nadie se atreve a amarla. Ella tiene un olor diferente, y por eso la llaman loca…”
-Si al menos tuvieras la bondad de decirme tu nombre….-dijo ella, sentándose repentinamente a su lado.
-El único nombre válido es aquel con el que el mundo me conoce….-contestó él amargamente.
-¿Hefesto?...Ese es un nombre de personaje, no un nombre de persona…En un mundo tan repleto de personajes, no he tenido la dicha de toparme con una sola persona… Pensé, que quizás tú, que ocultas tu verdadero aspecto bajo esa forma contrahecha, podrías mostrarme a un verdadero hombre…. Dado que tu comportamiento es completamente afectado, quizás poseas una intimidad sin la más mínima huella de afectación…. Porque tu voz suena siempre distorsionada, tal vez en ella pueda percibir esa indescriptible vibración que sólo se encuentra en el lenguaje de los pájaros.
-Hace tanto tiempo que nadie me llama por mi verdadero nombre que temo que lo he olvidado, mi dulce Dairen
-Oh! eso no puede ser…Sería una desgracia. Dame un solo nombre con el que pueda nombrarte. Sólo podemos poseer aquello que tiene nombre…El rey ya posee a Hefesto, dime a quién puede poseer la desdichada Dairen
-Invéntatelo, pues-la retó…
- Pero para que pueda darte un nombre tienes que revelarte, del mismo modo en que se nos revelan desde el cielo las estrellas….
- Quizás esas estrellas que contemplamos en este momento ya estén muertas. Y tan solo estemos nombrando espectros…
-Un espectro es mucho más que una máscara. Al menos es la huella de lo que algún día fue…
-Es raro escuchar esas cosas, viniendo de una bella enmascarada…….-dijo él sonriendo tristemente.
Con un movimiento rápido, la joven desalojó la máscara de su rostro. Era la primera vez que el Bufón contemplaba aquella cara de cerca. Quiso tocar el rubor de aquellos pómulos antes de que el dominio de si misma le hiciera recuperar la impavidez. Anheló capturar entre sus dedos aquella sombra roja. Y se dijo a si mismo que un rubor, a pesar de lo efímero, puede ser el único rasgo auténtico de un rostro. Entonces los ojos de ella espejearon, como la arena que de repente acoge en su seno al mar. Y entre lágrimas únicamente dijo:
-Tú habrás quedado atrapado en el personaje Hefesto, pero yo estoy varada en la playa de mi delirio….
-No digas eso Dairen, a ti te trajeron un nombre de un país muy lejano. Alguien que procede de tan lejos nunca estará varada. Sólo aguarda a que el océano le devuelva el movimiento….
-Ahora recuerdo que a mí también hace mucho tiempo que nadie me nombra…
-Dairen….-al decir esto posó la mano sobre la suya y deslizó sus dedos
entre las rendijas. Constituyendo entonces una sola mano.
-No me sueltes-suplicó ella
-No, no lo haré
Entonces ambos miraron al agua, y como si al contacto de sus manos, compartiesen una única voluntad, precipitaron sus cuerpos hacia el canal, en esos momentos circundado por la más absoluta oscuridad. Al penetrar en el agua continuaron enlazados, y aunque la inercia del propio impacto los devolvió a la superficie, pronto el peso de las ropas de él los arrastró hacia el fondo. Ella sacó un pequeño puñal que llevaba escondido en algún lugar cerca del pecho y comenzó a desgarrarlas. Una vez liberado, ambos nadaron hacia el interior, buscando alejarse del bullicio y el estrépito del carnaval, del que, desde la lejanía, eran más conscientes que durante la conversación anterior, pues mientras hablaban, sin pretenderlo, habían conseguido aislarse del mundo. A lo lejos podían intuir la presencia de unas antorchas, que como fuegos fatuos, estaban en continuo y caótico movimiento. “Hefesto-escucharon-..El rey se aburre. El rey te busca”. Ella le miró sobresaltada, y con el sonido de aquellas voces restallando en el silencio, ambos reanudaron la marcha, al unísono. No tardaron mucho en llegar a una de aquellas islas que se alojan en el interior del canal. Ella parecía cansada, así que en cuanto hicieron pie él la tomó entre sus brazos. Acariciándole el rostro ella dijo:
-Así que este es Hefesto, el Bufón. Siempre supe que aquel gorro y aquellas ropas eran lo único grotesco de su aspecto. Si bien se dice que el hábito no hace al monje, al rasgarse las vestiduras sí que libera a la persona….
El la miró con la primera sonrisa verdadera que sus labios pudieron dibujar tras las muecas de tantos años.
-Así que esta es Dairen, aquella a quien cuyo nombre vino a buscarla desde tierras muy, muy lejanas. Aquella a la que algunos llaman loca. Aquella cuya locura hace del grotesco Bufón, de nombre Estor, un ser afortunado….¿Sabes?, antes pensaba que Dairen olía mar. Ahora por fin sé, que es el mar el que huele a Dairen…
El Bufón, se volvió a observar como sus pies colgaban por encima del canal. A pesar del desánimo no cesaba de columpiarlos, como si en toda su vida nunca hubiera hecho otra cosa. Mientras, trataba de evocarla. Traía a su mente la imagen serena de aquella joven que se pasaba los días deambulando por los pasillos. En aquel aspecto aparentemente indolente él no podía dejar de percibir la entereza de una inquebrantable resolución. De vez en cuando se volvía hacia los muros, con aquellos ojos azules en los que se transparentaba una pregunta. Se crispaban sus manos en un puño, y un leve pliegue adornaba su entrecejo…. En un gesto tan efímero como la vida de las olas...
Finalmente la veía doblegarse, toda coronada de espuma. Pero en los pasillos permanecía durante horas aquella fragancia a mar y algas. “Por eso nadie la comprende, y nadie se atreve a amarla. Ella tiene un olor diferente, y por eso la llaman loca…”
-Si al menos tuvieras la bondad de decirme tu nombre….-dijo ella, sentándose repentinamente a su lado.
-El único nombre válido es aquel con el que el mundo me conoce….-contestó él amargamente.
-¿Hefesto?...Ese es un nombre de personaje, no un nombre de persona…En un mundo tan repleto de personajes, no he tenido la dicha de toparme con una sola persona… Pensé, que quizás tú, que ocultas tu verdadero aspecto bajo esa forma contrahecha, podrías mostrarme a un verdadero hombre…. Dado que tu comportamiento es completamente afectado, quizás poseas una intimidad sin la más mínima huella de afectación…. Porque tu voz suena siempre distorsionada, tal vez en ella pueda percibir esa indescriptible vibración que sólo se encuentra en el lenguaje de los pájaros.
-Hace tanto tiempo que nadie me llama por mi verdadero nombre que temo que lo he olvidado, mi dulce Dairen
-Oh! eso no puede ser…Sería una desgracia. Dame un solo nombre con el que pueda nombrarte. Sólo podemos poseer aquello que tiene nombre…El rey ya posee a Hefesto, dime a quién puede poseer la desdichada Dairen
-Invéntatelo, pues-la retó…
- Pero para que pueda darte un nombre tienes que revelarte, del mismo modo en que se nos revelan desde el cielo las estrellas….
- Quizás esas estrellas que contemplamos en este momento ya estén muertas. Y tan solo estemos nombrando espectros…
-Un espectro es mucho más que una máscara. Al menos es la huella de lo que algún día fue…
-Es raro escuchar esas cosas, viniendo de una bella enmascarada…….-dijo él sonriendo tristemente.
Con un movimiento rápido, la joven desalojó la máscara de su rostro. Era la primera vez que el Bufón contemplaba aquella cara de cerca. Quiso tocar el rubor de aquellos pómulos antes de que el dominio de si misma le hiciera recuperar la impavidez. Anheló capturar entre sus dedos aquella sombra roja. Y se dijo a si mismo que un rubor, a pesar de lo efímero, puede ser el único rasgo auténtico de un rostro. Entonces los ojos de ella espejearon, como la arena que de repente acoge en su seno al mar. Y entre lágrimas únicamente dijo:
-Tú habrás quedado atrapado en el personaje Hefesto, pero yo estoy varada en la playa de mi delirio….
-No digas eso Dairen, a ti te trajeron un nombre de un país muy lejano. Alguien que procede de tan lejos nunca estará varada. Sólo aguarda a que el océano le devuelva el movimiento….
-Ahora recuerdo que a mí también hace mucho tiempo que nadie me nombra…
-Dairen….-al decir esto posó la mano sobre la suya y deslizó sus dedos
entre las rendijas. Constituyendo entonces una sola mano.
-No me sueltes-suplicó ella
-No, no lo haré
Entonces ambos miraron al agua, y como si al contacto de sus manos, compartiesen una única voluntad, precipitaron sus cuerpos hacia el canal, en esos momentos circundado por la más absoluta oscuridad. Al penetrar en el agua continuaron enlazados, y aunque la inercia del propio impacto los devolvió a la superficie, pronto el peso de las ropas de él los arrastró hacia el fondo. Ella sacó un pequeño puñal que llevaba escondido en algún lugar cerca del pecho y comenzó a desgarrarlas. Una vez liberado, ambos nadaron hacia el interior, buscando alejarse del bullicio y el estrépito del carnaval, del que, desde la lejanía, eran más conscientes que durante la conversación anterior, pues mientras hablaban, sin pretenderlo, habían conseguido aislarse del mundo. A lo lejos podían intuir la presencia de unas antorchas, que como fuegos fatuos, estaban en continuo y caótico movimiento. “Hefesto-escucharon-..El rey se aburre. El rey te busca”. Ella le miró sobresaltada, y con el sonido de aquellas voces restallando en el silencio, ambos reanudaron la marcha, al unísono. No tardaron mucho en llegar a una de aquellas islas que se alojan en el interior del canal. Ella parecía cansada, así que en cuanto hicieron pie él la tomó entre sus brazos. Acariciándole el rostro ella dijo:
-Así que este es Hefesto, el Bufón. Siempre supe que aquel gorro y aquellas ropas eran lo único grotesco de su aspecto. Si bien se dice que el hábito no hace al monje, al rasgarse las vestiduras sí que libera a la persona….
El la miró con la primera sonrisa verdadera que sus labios pudieron dibujar tras las muecas de tantos años.
-Así que esta es Dairen, aquella a quien cuyo nombre vino a buscarla desde tierras muy, muy lejanas. Aquella a la que algunos llaman loca. Aquella cuya locura hace del grotesco Bufón, de nombre Estor, un ser afortunado….¿Sabes?, antes pensaba que Dairen olía mar. Ahora por fin sé, que es el mar el que huele a Dairen…
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