Mi madre tiene una cicatriz en el riñón
en el lugar que me sirvió de apoyo
mientras me gestaba.
Quizás al apoyarme sobre aquel riñón su corazón se
escuchaba más cerca,
quizás también sobre aquel riñón tuve
mi primer sueño,
quizás me refugié en aquel riñón
porque de reojo vislumbré la primera claridad
acechándome
y la sombra de aquel riñón me resguardó de su intemperie.
O quizás su matriz era demasiado estrecha
y la cicatriz de su riñón la produjo el hachazo
de mis alas.
Puede que por eso escribamos
porque el espacio bajo nuestros pies
nos viene estrecho
y nuestras alas no cesan de agitarse talando
cicatrices en los riñones
y un dolor que se repite cada invierno.