he acariciado el infierno
en tu pubis
en él he conocido la embriaguez
el extravío
he radiografiado al ángel
me he encaramado a tu pubis
como al faro del fin del mundo
y desde el ventanal he visto
la infinitud que rebosa el grano de arena
nos decimos discípulos de dios
cuando somos discípulos del mar
batiéndonos unos contra otros
como olas
he peregrinado a tu pubis
para corroborar mi liquidez
pues es insuficiente la lágrima
el orín
la exudación en el poema
ni siquiera menstruar
como cuchillo abriéndose paso
inversamente en la carne
nos concilia con nuestra restitución a la tierra
una sombra se cierne sobre los amantes
como hoja amenazando el blanco cuello
desde el cadalso de tu pubis
mi cuello se ofrece
alto alto