A Laura García del Castaño. Su blog La palabra sembrada
La veo arder al sacrificio del poema,
narciso ennegrecido
entre llamas azules.
Como una de esas mujeres
que expían una culpa
que es de todos,
ella se inmola en la palabra.
Satura el aire el olor de su carne quemada,
mi cuerpo convulso,
la náusea.
la náusea.
Un grito abre el cielo
con su pico de pájaro
¿qué clase de augurio manifiesta
la articulación del pánico?
Nubes de moscas revolotean estos ojos,
como en las cuencas vaciadas de un cadáver
hacen noche.
“Mujer ardida,
me señalan desde tu pira
cada una de mis muertes”
el tallo es cuerpo adentro,
la flor se abre sin presunción de ser mirada.