La infancia,
ese lugar hecho de alas.
El miedo vertebra al adulto
y sustituye el plumaje.
El pájaro cerrado
reduce su vuelo a un temblor larval.
Hasta la hoja
sabe el éxtasis en su
caída,
la mordida del viento,
el acontecer del gesto.
Tanto hombre
de espaldas al vértigo.
Tanto rostro
al que jamás confortó la lluvia.
La belleza y el espanto
asumen líquida materia.
Un simple matiz de luz
dirime la lágrima.
Cuando el miedo ramifica
flores de ceniza
se abren
antes del fuego.