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Amarte
tiene un poco de esa tristeza regazo
de las canciones de Edith Piaf,
es el hambre de un pajarillo desnudo
picoteando las migajas de su propia indigencia.
En mañanas como esta
un velo de fantasmales nubes
cubre el rostro del sol,
más que una novia
semeja una viuda vestida de blanco,
o una difunta.
-tú,
la complexión de tu
nervio-
Un gato negro se pasea
entre poemas de Chantal Maillard.
El pajarillo hambriento ha venido
y atravesando el espectral velo
ya mira directamente al sol.
El gato negro
levanta la pata para tratar de atraparlo,
pero vencido,
pronto regresa a su indolencia de esfinge.
-rozar
y que la música que
todo nervio calla
sea -
El pajarillo lleva los ojos untados de luz,
el hambre saborea su ceguera.
-tu nervio
unívoco al mío-
Un verso como un insecto alado
zumbando entre las hojas del libro.
El gato negro yergue su cabeza
y de un salto se cuelga de sus alas,
juntos revolotean hasta la página siguiente.
El pajarillo hambriento vuelve a mi.
No, no se puede mirar al sol sin esperar cicatrices.
No, ni tampoco escuchar a Edith Piaf.