Blog sobre libros donde voy dejando mis lecturas de poesía, novela y cualquier texto literario que me haya interesado, para extender la conversación que mantenemos con los libros durante la lectura.
Eres igual a ti, y desigual, lo mismo que los azules del cielo.
Pienso en ti, y de repente el cielo se rompe en pedazos. Esta lluvia que cae como si fuera a resquebrajar el mundo, se parece mucho a la respuesta a una pregunta. Al fin y al cabo, si la tierra es la que marca la distancia, es el cielo el que nos unifica. El mismo lienzo azul pende sobre nuestras cabezas. Y en la noche, ambos contemplamos la misma pálida luna. Sin embargo, a menudo mi corazón suena a cristales rotos, pues no siempre sale bien librado de la escaramuza. Me pongo la escafandra y buceo en las imágenes de mis sueños, buscando un pedazo de ti, aunque sea sólo la bruma de una anterior presencia, el pececito a colores de tu sonrisa. Pero es en vano. Me paso el día inventándote tactos, olores. Sobre mi cuerpo he dibujado la tersura de todos tus vellos. Mis oídos naufragan en los requiebros de tu voz. Pero todo es tan de mentira, tan estérilmente mío. Soy la gran mentirosa, la gran fingidora. Tú existes en algún lugar lejano e inalcanzable. Totalmente autónomo de mí. Y curiosamente es la sombra que arrojas sobre mi mundo como una pátina de luz. La sombra alegre que yo observo desde la caverna. Quisiera ir hacia ti, pero sé que la caverna es mi lugar, que estamos condenados a comunicarnos desde el umbral, como los márgenes opuestos de un río. O como las dos caras de una moneda que sólo parecerán contiguas la una a la otra cuando alguien las haga girar a gran velocidad. ¿Alguna vez el mundo girará de un modo tan vertiginoso? Supongo que eso ha de ser contra natura. Así que mientras espero el milagro, te sueño. Y la lluvia en su lenguaje indescifrable, responde….