Imagen: Anka Zhuralev
El amanecer escuece
mientras se alfombran de luz las calles
Visten mis ojos
furia de ángeles
Forjo con la piel un látigo,
mis pasos se deshojan en un herrumbrar de pólvora
A cada despertar sólo anhelo saltar por los aires
y jugar a la comba con el viento,
agitar los dedos en meandros de colores,
sangrar mis bolsillos de océano y palabras
Entonces,
¿por qué insisto en abuhardillar mi espíritu?
Contemplo con desdén la propia cobardía
arrullo en la brisa el maldecido cuerpo de sonámbula
Quiero morar allí donde la hierba crece
y la luna se recuesta entre un canto de pájaros
El vórtice de mis venas
en azul utopía
La cresta de mi mirada
enjugándose en el reventar de una ola