Eres igual a ti, y desigual, lo mismo que los azules del cielo.

Juan Ramón Jiménez


martes, 16 de agosto de 2011

EL DEVENIR DEL POEMA BLANCO

 
Imagen encontrada en la web. Desconozco el autor(no sé si es de un anuncio...)







Me he levantado con ganas
de escribir un poema blanco
y tenderlo al frescor de la mañana

Me he levantado con ganas
de llenar alforjas con tu nombre
y alimentar con ellas
al que tiene hambre
Alguien me dijo una vez
que el amor obra los mayores milagros

Viviría
recostada sobre tu hombro
con los ojos vibrantes de arco iris
y la boca ingrávida de besos

Moriría
como un lazo en torno a tu cintura
con los ojos tapiados de desierto
y la boca quebrándose en relámpagos

Construyo bosques de palabras
sabiéndome la presa
Aquélla tras la que corre la jauría
ávida de mi sangre

Cuando el cazador me doblegue
y rodemos juntos por el suelo
le mostraré un seno blanco
palpitante
preparado para la mordedura

Dientes afilados
desgarran mi carne
Una lengua lobuna
sopetea mis heridas
Todavía respiro

Sus pesadas patas
cavan con persistencia en mi cuerpo
Me pregunto qué clase de tesoro
esperan encontrar
enterrado en mis entrañas
abiertas
desparramadas
malolientes

Miro a mí alrededor
y veo que esa viscosidad roja en la que nado
no es más que un charco de palabras
Palabras como vísceras saliendo de mi vientre
Palabras como sangre manando de mis venas

Palabras para teñir de carmesí este poema
que en la inocente mañana
había nacido tan blanco



viernes, 12 de agosto de 2011

RETRATO DE SOLEDAD

La imagen la encontré en la web. Desconozco el autor



La casa permanece vacía
mi única compañía
es esta sombra
que husmea como un caniche
entre mis pies
Continuamente le hablo
pero jamás responde
Ni siquiera ladra

De vez en cuando
me sorprende
una carcajada
agazapada en el armario
Y recuerdo con sonrisa nostálgica
el modo en el que me hacías reír

También hallo algún orgasmo
escondido entre  las sábanas
Me desnudo
y me cubro únicamente
con una noche de sexo solitario y triste
Ya no hallo placer en masturbarme
Tan solo es un mero vaciarme
de esa necesidad perenne de tu piel
Un trámite

De lunes a domingo
sólo el gato me acompaña
a despedirme ante la puerta
Cocino para una
cantidades para dos personas
Ya sólo hago la compra por internet

Soy como un columpio
balanceándome únicamente
al impulso del viento
sin el peso de un cuerpo sobre mí
Tengo esa melancolía rota
de un parque en el que ya no suenan
las voces infantiles

Escribo poemas con gritos
para tapar el silencio


jueves, 11 de agosto de 2011

POEMA COMPUESTO EN EL ESPACIO DE UN BESO

Imagen de la película Carne Trémula


Ayer
mientras te besaba
compuse un poema

Un poema
hecho con saliva
y las sinalefas de tu lengua

Un poema que me arrancaba la ropa
y me rompía las bragas con los dientes
Un poema que me puso de cara a la pared
erizándome los pezones el roce frío de la pintura

Un poema que recorrió con sus manos mis muslos
y exploró con sus dedos mis rendijas

De espaldas a él
incapaz de evitar que me violara
con su miembro erecto de palabras

Limpió de maleza
todas mis hendiduras
Y se abrió paso a hachazos
por el bosque oscuro
en el que sólo los temerarios se adentran

Febril y vigoroso entre mis apretadas nalgas

Luego el poema se puso de rodillas
para con su lengua lamer mis entresijos
Barrió el polvo jabonoso de mi clítoris
Abrillantó mi coño con orgasmos

Rodamos victoriosos por los suelos
doloridos
exhaustos
Tatuándonos el cuerpo con las zarpas
Reacios a devolvernos las pieles

Así que en el acontecer de esta noche
una vez me pongas cara la pared
no te sorprendas por encontrarte
palabras martilleando entre mi sexo

Llenemos de gemidos
los silencios
recostados
entre los versos  de este poema
que compuse en el espacio de un beso
mientras siento el frío roce de la pintura
contra mis duros pezones


miércoles, 10 de agosto de 2011

COSAS

Textura de mar, Urbano Lugris



No me gustan los poemas que definen, ni que explican, ni que van cargados de razonamientos. Me gustan los poemas que tienen el olor de las flores, o pican como las ortigas. Los que son como una cajita de música, con una bailarina condenada a girar. Los que puedo aplastar contra el paladar como si fueran un quesito. Los que me queman en la piel, los que se columpian, sin piedad, de mi corazón. Los que esconden una sorpresa, o una bomba. Los que devienen en un orgasmo travieso y clitorial. Los que me manchan las ropas, o  me mojan las bragas. Me gusta tomar el mundo de las manos del poeta. Así como se toma una caricia. El otro se desviste de esa caricia que es suya, y que sobre mi piel se hace mía. Me gusta beber el poema de su boca. Que me cure esa sed que no tenía, y los pezones se me pongan en flecha al leerlo. Sentir una erección no siendo hombre. Vivir una vida que nunca tuve. Amar a una mujer a la que nunca amé. Y sin preverlo ser yo y ser otro. Me gusta pasar por el poema como una gata curiosa. Husmear entre los versos. Recostarme en su regazo, y dejar que me viajen en una lenta caricia. En definitiva hacer el amor con el poema(pero no con todos. Sólo con los que me provocan estas cosas…)

En fin, es extraño, pero estos días me apetece escribir cualquier cosa que se me pasa por la cabeza. Me pasaría el rato escribiendo entradas, como pequeños trozos de mí. Como si fuera desvistiéndome despacio. Será porque de nuevo me invade esa felicidad que es tan mía, un poco tonta y tierna a la vez.  Y vuelvo a ser, y vuelvo a existir, y vuelvo a amar….Bueno, estas entradas que son como minucias, son sobre todo para aquellos que pasan por aquí  a quienes quiero (en algunos casos mucho, mucho….)

PENELOPE

A Blanca y a María



Tiene
los ojos perdidos en el ayer
los cabellos peinados de pasado
viste con las ropas de otro tiempo

No tiene
un hombre en su cama
un hábito masturbatorio
Le ha crecido una virginidad nueva

Tiene
una canción de Serrat
un hijo
que conserva en alcanfor
intacto
Fantasma en la medianoche del amor
agita las cadenas de la ausencia

Le gusta coleccionar
flores secas
entre las páginas de un libro viejo
Huelen a  los gritos
de una juventud perdida

No tiene
oídos para los rumores
chismes para el comadreo
la veo vestir chándal y tacones

Me la imagino desandando
(silenciosa en la noche)
los pasos que anda cada día
Para nunca alejarse
de aquel último beso

Dándole la espalda
Hurtándole los ojos
él le dijo
“mañana volveré”

Me pregunto
si alguna vez ha llorado
pensando en que hay días
que se distancian del mañana
en una vida completa
En que una mujer
que se sustrae del tiempo
no es más que una marioneta
con los hilos segados
Un trozo de tela mal cortada

Supongo
que ese es un secreto
que oculta con mimo
entre las plumas de su almohada
sobre la que siempre duerme sola





Hoy creo que me voy a poner sentimental.  Ayer mismo decía que no suelo evocar el pasado, pero a veces me sobreviene. Esta mañana he leído una entrada en Yuyo del suburbio y el pasado se me ha tirado encima (perdona Malena que te haya copiado el tema…Gracias)…

Cuando vivíamos en Compostela Blanca, María y yo compartíamos cuarto. Yo era la única gallega, así que cada viernes regresaba a mi casa, para volver el domingo con los pormenores del fin de semana. Ahora que lo pienso, aquellas historias no debían de tener demasiada sustancia, pero como yo las narraba intercaladas de suspiros, y miradas emotivas al aire, ellas siempre las esperaban con expectación. En aquellos tiempos yo era una persona de una timidez enfermiza, por lo que a pesar de convivir con un montón de jóvenes a nuestro alrededor, mi mundo se reducía a las paredes de aquella habitación y a mi amor por mi maña (María) y mi mallorquina (Blanca). Soy un tanto fatalista en cuanto a la amistad. No suelo esforzarme con la gente, pienso que la conexión ha de surgir. Con ellas fue desde el primer momento. Y es curioso, porque en un principio no íbamos a compartir habitación, pero los hechos se encadenaron de esa manera. Me gusta pensar que existió una mano que tergiversó los hilos, porque en realidad no podía haber sido de otra manera. Sin ellas mi vida no sería la misma. Yo no sería la misma.
A mí, que nunca me faltan las palabras,  me resultaría difícil explicarlas. La nostalgia que me invade en este momento. Cómo desde el recuerdo escucho una voz llamándome “portento”(que era el mote cariñoso que me daban, y que siempre me hacía sentir como alguien único en sus vidas). O “ya está Verónica con su posición musa”, que era como decir que el mundo de pronto estaba en equilibrio, y girando para el lado correcto, porque yo estaba recostada en mi cama, de lado, con el codo apoyado, y mi cabeza sobre él, dándole alimento a las musarañas que viven en mi cabeza. El entusiasmo y la dulzura de Blanca. Su boca siempre llena de palabras cariñosas. El ritual de cada noche, poniéndose un guante de tela en la mano, sujetándolo con esparadrapo, porque desde pequeña se chupaba el dedo en sueños, e  incluso en ocasiones amanecía con el guante arrancado.  María siempre haciéndose la dura, al principio bastante reacia a mostrarse. Recuerdo el día en el que tras burlarnos de ella(en broma, sin mala intención) nos sorprendió haciendo las maletas, y tomando el primer autobús a Zaragoza. Blanca y yo, desconsoladas, nos fuimos con Marisa a tomarnos una crema de whiskey al Pepa Loba, recurso a mano en nuestras noches tristes. Hace unos años volví al Pepa Loba, y en vez de Ópera o Jazz, por sus altavoces sonaba Shakira. Sé que ya no volveré... María sí volvió, más nuestra de lo que nunca había sido. También siempre sentimos nuestros a su familia, a su pueblo de Castilla, llamado Sienes. Nos fuimos una Semana Santa, con el espíritu de aquellos que por fin van a conquistar El Dorado. El padre, Jaime, nos preparó torrijas de vino y leche, y unos riquísimos buñuelos. Paseábamos al perro, Lau, al que le gustaba morder piedras. Le pusimos rostro a tantos y tantos nombres, y caracteres... Vivimos la noche de Sigüenza. Pero sobre todo recuerdo el cumpleaños de María, en Zaragoza, hará unos tres años. Y cómo canté tangos en aquel restaurante, a pesar de que estaba afónica, para más tarde marcarnos unas jotas en un garito típico, Jaime y yo. Él siempre estaba cantando. Su casa estaba siempre llena de su voz grave, y vibrante, tan maña. Me cuesta imaginar ahora, aquellas paredes tan vacías....
Ya pocas cosas son iguales en Compostela. Las superhamburguesas del Galeón, se han vuelto escuetas, casi villanas....  La última vez que fui con Blanca nos encontramos cerrado O Galo Negro, así que no pudimos tomarnos aquel dulzón licor de mora ni poner una canción en la Juke Box. Y aunque podamos tomarnos en el Airas Nunes la tarta de chocolate, o las tortitas, seguramente no nos encontraremos al hombre que recoge los tickets en los cines Valle Inclán, con su pila de libros de filosofía en la mesa, fumándose con deleite su puro, asombrándonos ante unos carrillos veleidosamente hinchados. Ya no se puede fumar en los bares...El hombre de los cines merece una historia. Él convertía el simple acto de cortarte una entrada en un acto cirujano. La tomaba cortésmente de entre tus dedos, y la colocaba con cuidado y a la vez con seguridad, sobre la palma de su mano. Justo en el lugar exacto, encima de las otras entradas de la tarde. Entonces, muy despacio, la recortaba, por la línea del ecuador, el lugar en donde el alma se  repartía en dos mitades. Y tú entrabas en la sala con un trocito de entrada exactamente igual al que ahora él tenía en sus manos. Y por un momento, otra vez, el mundo giraba hacia el lugar exacto. Hace poco me sorprendió averiguar que el hecho de “encontrarse al hombre que recoge los tickets del Valle Inclán fumando un puro en el Aires Nunes” está catalogado como una de las 100 cosas que uno no ha de perderse cuando estudia en Compostela. Ilusas de nosotras, que pensábamos que éramos las únicas que habíamos concebido a aquel hombre y su importancia.
Encontrarse a Tosar bajando la Cuesta de Las Camelias, y confesar con los carrillos sonrojados que lo amo desde que lo vi en “Flores de otro mundo”. Mirar la Quintana desde la ventana del café Literarios. Sentarse al sol en las escaleras de la Quintana, o en el parque del Bonaval. Ir al Iacobus y que nos sirva café la mujer mayor que tanto nos gustaba con aquella voz  que parecía hecha de orujo. Pasear por la Rua Nova y encontrarse con los acordes del Moon River, a los que le sigue la silueta oscura del Jazzman of Santiago, con el rostro cubierto con una media negra, y unos labios de cartón rojo, en lugar de boca. Le echamos una moneda y siempre nos agasaja con “A Garota de Ipanema”. Cartas que llegaban al buzón. Yo expectante por recibir las de aquel chico del que estaba enamorada, y que me escribía cada semana. Creía que a través de aquellas líneas más bien oblicuas podría leer su corazón. Blanca recibiendo un montón de ellas, en sus primeros momentos de amor con Pedro. Siempre ilusionándonos las unas con las otras. Ir a La Rana a bailar música española. Salir por Galerías. Acabar desayunando en el Galicia, o en la pensión cuando había sándwich vegetal, que nos guardaba Marisol.
Podría enumerar, y enumerar hasta el infinito. Pero nada podía hacer desaparecer la nostalgia que hoy me invade desde el momento que leí a Malena, y recordé que el primer año, en la época de exámenes, descansábamos para comer yogurt con cereales y escuchar Penélope de Serrat en una versión de Diego Torres. No sé por qué aquella canción nos gustaba tanto, ni por qué parecía poner las cosas en su sitio. Recuerdo que cuando la escuchaba yo siempre decía “en mi pueblo hay una Penélope. En cada pueblo siempre tiene que haber una Penélope….”
Hoy me pregunto si dejaré que el año termine sin volver a verlas. Pero sé que después del tiempo transcurrido desde la última vez , nada habrá cambiado entre nosotras. Porque cuando estamos juntas somos sustancialmente las mismas, o no, y en realidad somos distintas, pero nos amamos del mismo modo. Pero de seguro que cuando las vea les diré que me deben un “día sabático” en Compostela. Y ellas sonreirán…..




martes, 9 de agosto de 2011

SIEMPRE SOMOS FELICES EN LISBOA

Creo que es una versión del cuadro "O fado" de Jose Malhoa pero desconozco el autor



Siempre somos felices en Lisboa. Será porque nos pasamos el día subiendo y bajando cuestas, y sentimos que, de algún modo metafórico y misterioso, allí la vida se dibuja en la trayectoria que voluntariamente le hemos querido dar: la de una montaña rusa. Será porque degustamos el sabor enmohecido de las casas decrépitas, y que, como nosotros mismos , se caen a cachos, cuando estamos el uno junto al otro. Será porque un día de tanto besarnos se nos olvidó la hora de la sesión del planetario, con las entradas sacadas, y no nos importó. Decidimos forjarnos un nuevo universo todo poblado de besos como centellas … Será porque yo, entre sonrisas, mastico “prego no pao”, y te digo que su sabor sólo es comparable al que preparan en ese bar del “casco vello ourensán”, y que tanto nos gusta. “Y además aquí, hay mar” matizo, y entonces una de mis sonrisas se me atraganta y tengo que beberme un trago de ese vino que convulsiona fugazmente mi rostro, habitualmente sereno, y entonces caigo brevemente en la morriña. Porque un gallego puede ser feliz en cualquier lugar del mundo pero caerá inevitablemente  en la morriña. Una y otra vez, y otra vez, y otra vez….Será  porque en Lisboa asistimos al duelo de dos divas del fado venidas a menos. Tú te inventas su historia para mí. Dibujas el carácter de una de ellas por el oscuro maquillaje de sus ojos, y el brillante rouge de los labios. Su modo de cantar es incontestable, autoritario. Mira a su compañera de soslayo, y sostiene las notas con manifiesta superioridad. No sabrías decir si canta mejor. Pero lo hace con más brío, consciente de que alguna vez la adornó el fulgor de una estrella. La otra sin embargo se mueve con una timidez y grisura un tanto enervante para una mujer de su edad. En alguno de los tiempos de su vida debió ser una Eva Harrington, pero finalmente, quizás se consumió esperando su momento, quizás el momento sí llegó, y tuvo miedo. Entonces las contemplamos con la sensación de estar escuchando cantar a una mujer, y a su sombra. También en  Lisboa escuchamos el fado en la voz temblorosa y el arrastrar delicado de erres de un francés tan anciano que sus ojos parecían brillar desde ultramar a través de las arrugas. Nos gustó imaginar que el Fado es el nombre de la única mujer que amó en su vida. Que abandonó Francia por Portugal, la isla de la Cite por las colinas de Lisboa. Pero para nosotros esa música jamás volverá a sonar tan pegada al corazón como en aquel momento. Tuvimos que aprisionarnos el pecho para que no doliera. Tan abatidos de amor que ya sólo pudimos abrazarnos en aquella noche.  En Lisboa también fuimos tan osados como para desafiar a uno de los tranvías que subían al Barrio Alto, en un recorrido tan empinado que tuve que descansar con mi rostro de derrota cara a la pared. Tú te burlabas de mí, sin piedad, cosquilleándome la nuca con tus risas. Decidimos que nos iríamos a vivir, precisamente allí, al Barrio Alto. En unos pocos meses volveríamos a desafiar al tranvía, y entonces “sabría lo que era bueno”, amenazamos mientras realizaba el trayecto de vuelta. Aunque pensamos que mejor no malquistarnos con él, porque seguramente en multitud de ocasiones le haríamos compañía en su viaje, por puro placer. Nos faltaron noches para cenar en tantos restaurantes encantadores. Para tomar vinho verde en tantas típicas tabernas portuguesas. Para quejarnos entre nosotros del escandaloso comportamiento de los españoles, de esa actitud de reafirmamos en nuestro europeísmo cuando vamos a Portugal.  Nos faltó el invierno en Lisboa. Nos empapó la lluvia. Nos enamoró el otoño. Y esa familiaridad de los portugueses, siempre dispuestos a dejarte atravesar el umbral de su casa….Nos faltan tantas cosas que son invitaciones a volver a Lisboa, donde siempre somos felices. Pero sé que sobre todo volveremos, por todas esas cosas que no faltaron, y por algunas que no menciono….


COMO UNA GATA RECOSTADA EN TUS CORNISAS

Edipo y la Esfinge: Gustave Moreau

Para Le Bossu...



Soy una mujer
toda llena de agujeros
Un colador
que la vida atraviesa
sin pedir disculpas

Sólo unas pocas cosas
permanecen
Una sonrisa flotando
una caricia prohibida
una porción de luna
hurtada a la noche
el epíteto manchado de tu boca

Formo un cuenco con mis manos
para aquietar el momento
Es como un mar calmo
del que se suspende una gaviota
Con impotencia
los veo  aniquilarse
Ni siquiera bracean
mientras se deslizan
por el sumidero
del ayer

Trato de agarrar al tiempo
por los pelos
pero huye
dejando tan solo
un rastro de cabellos
enredados a mis dedos
mutilándolos
Me embriaga
su olor a paja
y a verano

Escribo poemas
con cara de perro
Versos
que asesinan las horas
Otros son
migas de pan
que me orientarán
en mi retorno a casa
A esa mujer
de la que cada día
me alejo
sin saberlo

En ocasiones
cuando estamos juntos
logramos cincelar la tarde
Como a una estatua
que sobrevivirá
bella y joven
en la intemperie de los años

que cuando me cuelgo
de las cornisas de tu cuerpo
me sustraigo a la rotación de la tierra

De ese modo
pasaré a la eternidad
Como una gata
que imita a las esfinges
recostada en tus cornisas