Blog sobre libros donde voy dejando mis lecturas de poesía, novela y cualquier texto literario que me haya interesado, para extender la conversación que mantenemos con los libros durante la lectura.
Eres igual a ti, y desigual, lo mismo que los azules del cielo.
Juan Ramón Jiménez
lunes, 13 de junio de 2011
POEMAS QUE ATRAVIESAN EL OCÉANO
La imagen es regalo de Miriam...
A Miriam, porque la entrada de hoy en su blog derivó en esta idea...Y sobre todo por ser espejo que propaga la luz..
Ella moraba junto al mar. En una solitaria casita con el tejado de pizarra. Vivía sin compañía alguna, pero aun así no sabía lo qué era tener miedo, porque cada noche dormía acunada por el sonido de las olas, y entre los protectores brazos del viento. Aquellos eran sus mejores amigos, la única familia que conocía. Y siempre, hasta entonces, había pensado que no necesitaba más….
Una mañana, imponiéndose al bramido de una tormenta, la despertó un golpeteo intermitente, sobre el cristal de su ventana. Se levantó sobresaltada, y corrió a ver qué motivaba aquella perturbación. Al abrir las contras la sorprendió la figura frágil de un pájaro de papel, tembloroso y medio muerto de frío. Lo tomó en sus manos y dejó que se acurrucara entre ellas. Exhalando sobre él su aliento, consiguió que entrara de nuevo en calor. A medida que se recuperaba, el avecilla iba extendiendo sus alas, que hasta ese momento permanecían plegadas. Pronto la chica pudo ver que había algo escrito sobre ellas. Lo leyó y en sus ojos florecieron unas lágrimas. Ella nunca antes había llorado. La chica desconocía que a quien no ama, no le sobreviene el llanto… Recogió con un dedo una de aquellas lágrimas y la llevó a su boca. Su sabor era salado, lo que le hizo estar agradecida, porque tampoco nunca antes había tenido el mar en sus ojos.
Aquel que había venido a su ventana no era otra cosa que un poema, que se había hecho pájaro para atravesar los mares….
A la tarde por fin hubo escampado, y la chica y al pájaro salieron a dar un paseo por la playa. Ella iba descalza, con los cabellos sueltos, y llevaba puesto un vestido rojo. El pájaro volaba sobre sus pasos, de vez en cuando se paraba encima de sus huellas y comenzaba a cantar alegremente. Pero la mayoría de las veces, descendía hasta el hombro de la chica, y posándose sobre él, desplegaba sus alas al sol, para permitir que sus rayos pudiesen pendular sobre los versos escritos en ellas.
A la mañana siguiente llegó otro pájaro. Este venía húmedo de océano y viento. Por lo que el primer pájaro y la chica se esforzaron en hacerle entrar en calor, pues temían que fuese demasiado tarde. Por momentos parecían perder la esperanza, y el primer pájaro recostaba la cabeza sobre su pecho, buscando el latido. Y aunque fugaz y débil, su corazón continuaba sonando, así que agitando rápidamente las alas, la encomendaba para que redoblaran los esfuerzos. La chica buscaba entre todos sus alientos aquellos que le parecían más cálidos, y los proyectaba sobre aquel cuerpecillo de papel, del que parecía haberse ausentado toda vida. Cuando rondaban el mediodía por fin abandonó su rigidez y sus alas comenzaron a desplegarse. La chica pudo al fin leer los versos escritos en ellas. Y una gran sonrisa se posó en su rostro.
El primer pájaro revoloteaba contento, finalmente se acercó al segundo pájaro, y se saludaron juntando sus picos.
Aquella tarde los dos pájaros volaron delante de ella, quien los perseguía pizpireta, a veces corriendo, en ocasiones a saltos. Atravesaban las nubes, dejando en ellas las huellas de sus delicadas formas. Y en los cabellos blancos se quedaban prendidas las letras de los versos de sus alas. Cuando se cansaban volvían junto a la chica, y se apoyaban en cada uno de sus hombros. Entonces ella caminaba despacio, para no enturbiar aquella paz recién recobrada. En ese preciso momento la tarde decidía morir…
En días sucesivos se repitió el mismo ritual. La única diferencia es que dejó de llover, y los pájaros ya no llegaban en estado tan lamentable. Siempre parecían reconocerse, o esperarse…Todos con su correspondiente poema sobre las alas.
Ahora, en sus paseos por la playa la acompañaba una bandada completa de pájaros, que cincelaban el cielo con sus alas. Eran tantos los que dejaban las letras de sus poemas dormidas sobre las nubes, que un buen día llovieron versos sobre la arena. Pero, cada vez con más frecuencia, la chica acababa sus paseos, inmóvil junto a la orilla, con la vista perdida en un punto lejano del océano. Finalmente, en una ocasión preguntó:
-¿Dónde está vuestro lugar de procedencia? ¿Quién es el que os ha enviado junto a mí?
Pero por única respuesta ellos desplegaban sus alas versadas al cielo.
Con el tiempo percibieron que la chica parecía cada vez más melancólica, y ya no corría junto a ellos, sino que se limitaba a mirar al horizonte, dejando que las olas bañaran sus pies descalzos. Los pájaros se entristecían al verla tan nostálgica. Una tarde se miraron los unos a los otros y como quien ejecuta una movimiento marcial, todos a un tiempo se posaron en la espalda de la chica, y sujetándola con sus picos por el vestido rojo, agitaron con fuerza sus alas, hasta que comenzaron a elevarse. Al principio la chica se revolvió nerviosa, al notar como el suelo se esfumaba bajo sus pies, pero pronto se supo segura por encontrarse al cobijo de sus amigos. Intuía que estos, aun a riesgo de perder la vida, nunca la dejarían caer. Viajaron durante días por encima del océano, y las aves comenzaron a dar muestras de fatiga. De vez en cuando alguna corriente de aire compadeciéndose de ellas les decía:
-Frágiles y hermosos pajarillos de papel, que sin duda por amor soportáis una carga demasiada pesada para vuestras alas, dejad que os empuje durante este tramo del camino en el que afortunadamente somos compañeros de viaje.
Y durante parte del trayecto, los pájaros podían descansar y se dejaban conducir plácidamente por la fuerza del viento.
-Tristemente aquí nuestros caminos se bifurcan. Quisiera sosteneros hasta el final de vuestro viaje, pero como viento que soy no tengo más voluntad que la de mi propio corazón, y este me conduce a otra parte…
Entonces los pájaros de papel tenían que continuar con aquella dura tarea que se habían impuesto. La chica no tenía miedo, sólo maldecía a aquella nostalgia que había impulsado a sus amigos a iniciar un vuelo tan peligroso. De vez en cuando, alguna nube también se apiadaba, y mullendo sus carnes, les permitía reposar sobre ella, pero durante ese tiempo la travesía transcurría muy lentamente.
Por fin llegó el día en el que divisaron la costa, y los pájaros junto con la chica comenzaron a descender. Ya algunos eran apenas capaces de agitar sus alas, así que los que aun tenían arrestos de energía redoblaron su esfuerzo para impedir que su preciosa carga se precipitase bruscamente hacia el suelo. La chica pudo ver la línea de la costa, sinuosa, como la espalda de una mujer. Las lenguas del mar saboreando la arena. Los bancos de peces como diminutas y plateadas sombras moviéndose al unísono, obedeciendo las órdenes de un cerebro común. Ya apenas estaban a unos metros del suelo, cuando las aves sintieron como se quebraban sus alas y lo único que pudieron hacer fue echar una última ojeada para calcular la distancia y comprobar con alivio que la chica no se haría daño, y que estaba definitivamente a salvo. Ella sintió brevemente el vértigo y la velocidad de la caída. De inmediato fue la arena entrándole en la boca, en los ojos, en las veniales heridas que su abrieron en su cuerpo al golpearse. A continuación un ruido sordo, mate, apenas perceptible, que se repetía una y otra vez. Se volvió lentamente, presa de un doloroso presentimiento. Y al erguir la cabeza inevitablemente se encontró con los cuerpos exánimes, de los pájaros de papel, descansando al fin sobre la playa. Estuvo tratando de reanimarlos, uno a uno, hasta que terminó por rendirse. Ya no había rastro de los versos que alguien, en un tiempo no muy lejano, había escrito sobre sus alas. Durante horas permaneció en silencio, encogida, con el rostro cubierto de lágrimas, parecía que el mar ya no quería abandonar sus ojos. Sólo hasta que escuchó un sonido de pasos sobre la arena consiguió apartar la mirada de los aquellos cuerpos inermes.
-¿Quién eres? ¿Por qué lloras?-dijo una voz de hombre
-Ya no recuerdo quien soy-respondió la chica con voz entrecortada-Lo único que tengo claro es el motivo por el que lloro. Mis lágrimas se vierten sobre estos pájaros de papel que hace tiempo se acercaron a agitar los versos de sus alas junto a mi ventana. Y por fin, gracias a ellos, conocí qué es aquello que llaman amor….¿Y tú, quien eres?-dijo volviendo su rostro hacia él.
-Yo sólo soy el poeta-contestó- Y también hace algún tiempo que las olas del mar-quienes son incapaces de ocultar un secreto-me contaron que al otro lado del océano vivía una chica solitaria, que no conocía lo que era el amor. Aquello me puso muy triste, porque la misión del poeta es llevar el amor a todos los rincones del mundo. Por todo esto cada día di vida con mis versos a un pájaro de papel ,al que enviaba a surcar los mares para que buscase a esa chica, con el fin de dejar un poso de amor en su corazón. Comenzaba a preocuparme porque ninguno de los pájaros había regresado. Temía que no hubiesen llevado a cabo su misión.
-Ah!- se sorprendió la chica- ¿Entonces eran tus versos los que mis amigos portaban en las alas?
-Sí, y como puedo comprobar cumplieron su cometido con total satisfacción. Tus ojos están llenos de amor, por lo que su muerte no habrá sido en vano.
-Pero yo siento un agujero aquí en el pecho, que sólo el agitarse de sus alas podría llenar-contestó la chica tristemente. –Murieron por mí. Porque yo quise atravesar el océano, para encontrarte...
-Has de saber, muchacha, que la poesía nunca muere. Que siempre habrá un verso que llene el hueco que otro verso deja al aniquilarse. Que la poesía está en el movimiento de los árboles, y en el rayo de sol que se aplasta contra el mar. Que pueden extinguirse todos los poetas, pero siempre habrá poesía, al menos hasta que no se seque la última gota de amor en el corazón del último hombre, o siempre que haya un espejo para propagar la luz. ¿Ves?-entonces cogió una pluma y un tintero que llevaba en su bolso y tomando uno de los pájaros de papel que reposaba yermo sobre la arena, comenzó a escribir en él. De inmediato la vida regresó a aquel cuerpo que comenzó a revolotear alrededor de la chica. Casualmente el pájaro escogido era el primero que había llegado hasta su ventana, y los ojos de la chica comenzaron a resplandecer con nuevas lágrimas, en las que el poeta reconoció un matiz muy distinto. Por lo que decidió hacer una excepción y reescribir todos los versos que alguna vez había escrito sobre el cuerpo de aquellos pájaros, con el único fin de aquella desconocida chica supiera lo que era el amor.
Así que, uno por uno, ante aquellos ojos, los devolvió a la vida.
viernes, 10 de junio de 2011
FILOSOFÍA DE LAS ALMOHADAS
-En cuanto a Eros, prefiero la animalidad a la sofisticación-dijo Flavia mientras se volvía con lentitud hacia él. Escapando la blancura de su seno izquierdo a la impavidez de la sábana-. Las espinas de la rosa, ¿qué son sino el subterfugio de la flor que fue, antes de ser atrapada en el concepto de belleza?
-Mira-contesto Mauro acercando el dedo a la piel de Flavia, justo allí donde se resolvía la curvatura del pecho-, blanco sobre blanco. La impavidez de la sábana, contra tu palpitante palidez… Sin embargo no dudo en cuál de las dos se inclina a recogerse la luz. Tu seno resplandece con idéntico fulgor a la luna. Pero en este caso no hay ningún sol fuera que le conceda su brillo. La luz procede directamente del corazón que descansa en el interior de tu pecho.
-El corazón es el vestigio del animal que algún día fuimos. Antes de aquel hombre que le puso nombre a las cosas. Se dice que el verbo se hizo carne, pero lo que nadie cuenta nunca, es que después la carne retornó al verbo…
-Sí, aquel hombre sacrificó la libertad de la especie por jugar a ser dios. No pensó en que los demás también querríamos jugar a ser dioses….Pero bueno, tal día como hoy yo he encontrado mi manera de jugar a ser dios- deslizó su dedo hacia el centro del pecho de Flavia, acariciando con él el oscuro pezón, que a continuación comenzó a desperezarse- Soy dios despertando a Adán a la vida….Y dictamino que esta es la figura geométrica perfecta acerca de la que discutían los griegos.
-A eso me refiero precisamente…Retornar a esa amor previo al concepto. Ese amor antes de la perversión de las formas.
-El amor no es más que una ruptura en el equilibrio del universo. Una excepción. Cuando en una mañana sin nubes, me encuentro en el cielo límpido y azul la presencia rezagada de la luna, siempre pienso en el amor. Esa rebeldía de la luna transgrediendo las normas es superior a cualquier milagro de los que hablan las escrituras…
-En eso Eva fue mucho más lista que Adán-interrumpió Flavia
-Yo a ti siempre te he considerado una chica lista. Una discípula aventajada de Eva..
-Gracias-contestó Flavia mostrando sus relucientes dientes en la batalla encarnizada de una sonrisa-…Eva debió pensar que este era un universo absurdo si para respetar su equilibrio había que dejar que la manzana cayera del árbol, para que seguidamente se pudriera. Mejor arrancar la manzana y morderla antes de que sus jugos se perdieran…
-Mírate, estás ahí, hermosa. La almohada sobre la cama. Tu codo sobre la almohada. Y tu cabeza reposando delicadamente sobre la mano en la que termina tu codo. Sin duda el universo está en equilibrio-y diciendo esto comenzó a descender, sumergiéndose en aquel mar de sábanas debajo de las cuales el cuerpo desnudo de Flavia descansaba.
-¿Qué haces?-rió ella
-No podemos permitir tanta armonía…He de arrancar la manzana antes de que caiga del árbol, y estos deliciosos efluvios se pierdan para siempre-y una vez dicho esto, ya no hablaron más….
-Mira-contesto Mauro acercando el dedo a la piel de Flavia, justo allí donde se resolvía la curvatura del pecho-, blanco sobre blanco. La impavidez de la sábana, contra tu palpitante palidez… Sin embargo no dudo en cuál de las dos se inclina a recogerse la luz. Tu seno resplandece con idéntico fulgor a la luna. Pero en este caso no hay ningún sol fuera que le conceda su brillo. La luz procede directamente del corazón que descansa en el interior de tu pecho.
-El corazón es el vestigio del animal que algún día fuimos. Antes de aquel hombre que le puso nombre a las cosas. Se dice que el verbo se hizo carne, pero lo que nadie cuenta nunca, es que después la carne retornó al verbo…
-Sí, aquel hombre sacrificó la libertad de la especie por jugar a ser dios. No pensó en que los demás también querríamos jugar a ser dioses….Pero bueno, tal día como hoy yo he encontrado mi manera de jugar a ser dios- deslizó su dedo hacia el centro del pecho de Flavia, acariciando con él el oscuro pezón, que a continuación comenzó a desperezarse- Soy dios despertando a Adán a la vida….Y dictamino que esta es la figura geométrica perfecta acerca de la que discutían los griegos.
-A eso me refiero precisamente…Retornar a esa amor previo al concepto. Ese amor antes de la perversión de las formas.
-El amor no es más que una ruptura en el equilibrio del universo. Una excepción. Cuando en una mañana sin nubes, me encuentro en el cielo límpido y azul la presencia rezagada de la luna, siempre pienso en el amor. Esa rebeldía de la luna transgrediendo las normas es superior a cualquier milagro de los que hablan las escrituras…
-En eso Eva fue mucho más lista que Adán-interrumpió Flavia
-Yo a ti siempre te he considerado una chica lista. Una discípula aventajada de Eva..
-Gracias-contestó Flavia mostrando sus relucientes dientes en la batalla encarnizada de una sonrisa-…Eva debió pensar que este era un universo absurdo si para respetar su equilibrio había que dejar que la manzana cayera del árbol, para que seguidamente se pudriera. Mejor arrancar la manzana y morderla antes de que sus jugos se perdieran…
-Mírate, estás ahí, hermosa. La almohada sobre la cama. Tu codo sobre la almohada. Y tu cabeza reposando delicadamente sobre la mano en la que termina tu codo. Sin duda el universo está en equilibrio-y diciendo esto comenzó a descender, sumergiéndose en aquel mar de sábanas debajo de las cuales el cuerpo desnudo de Flavia descansaba.
-¿Qué haces?-rió ella
-No podemos permitir tanta armonía…He de arrancar la manzana antes de que caiga del árbol, y estos deliciosos efluvios se pierdan para siempre-y una vez dicho esto, ya no hablaron más….
miércoles, 8 de junio de 2011
CORRUPCIÓN
Con una hoja de silex
rasgas la tela de mi mortaja
y me desprendes del envoltorio
Igual que a un caramelo
que te introduces en la boca
Me chupas
Me lames
Me arrancas todo ornamento con los dientes
Me haces girar cual peonza
con la punta de tu lengua
Me pones cara el norte
Me pones cara el sur
Igual que a una veleta
de la que eres el viento
Yo era Lázaro
hasta que me levantaste
Aldonza Lorenzo
hasta que en tu delirio
me llamaste“Dulcinea”
Maullido de gatita negra
hasta que encontraste en mi diafragma
el rugido selvático de la pantera
Y cándida Blancanieves
hasta que me erigiste en pérfida madrastra
toda vestida de cuero
Sólo tú
me devuelves a mi cuerpo de los diecisiete años
Libre de pecado
con todos los orificios vírgenes
y sus secreciones contenidas
INMACULADO
Para cada nuevo día
llenar mi boca con tu pecado
abrir con tus dedos todos mis orificios
dejar vía libre a mis secreciones
Hasta contaminar mi cuerpo
de nuevo adolescente
con la santísima corrupción de tu carne
NO
No dejes ni un centímetro de piel para los gusanos…
Ni un solo rincón de mi alma consagrado a dios…
rasgas la tela de mi mortaja
y me desprendes del envoltorio
Igual que a un caramelo
que te introduces en la boca
Me chupas
Me lames
Me arrancas todo ornamento con los dientes
Me haces girar cual peonza
con la punta de tu lengua
Me pones cara el norte
Me pones cara el sur
Igual que a una veleta
de la que eres el viento
Yo era Lázaro
hasta que me levantaste
Aldonza Lorenzo
hasta que en tu delirio
me llamaste“Dulcinea”
Maullido de gatita negra
hasta que encontraste en mi diafragma
el rugido selvático de la pantera
Y cándida Blancanieves
hasta que me erigiste en pérfida madrastra
toda vestida de cuero
Sólo tú
me devuelves a mi cuerpo de los diecisiete años
Libre de pecado
con todos los orificios vírgenes
y sus secreciones contenidas
INMACULADO
Para cada nuevo día
llenar mi boca con tu pecado
abrir con tus dedos todos mis orificios
dejar vía libre a mis secreciones
Hasta contaminar mi cuerpo
de nuevo adolescente
con la santísima corrupción de tu carne
NO
No dejes ni un centímetro de piel para los gusanos…
Ni un solo rincón de mi alma consagrado a dios…
martes, 7 de junio de 2011
EL PARAÍSO ESTÁ EN NOSOTROS
Cuando enlazados, caminamos lentamente por las calles, observamos extasiados como a nuestro alrededor van cayendo pequeños trozos de cielo. Algunos llevan un querubín prendido, que pronto comienza -agitando deliciosamente las alas- a revolotear a nuestro alrededor. Allá a donde vamos nos acompaña la fragrante brisa que brota de sus plumas.
Pero el resto de los mortales se vuelve a mirarnos- inquietos-como si temieran que aquel aire alegre se les metiera en el corazón, y ya no pudieran expulsarlo…
Los serafines al ver esto se arrojan peligrosamente desde las nubes, e intentan captar nuestra atención deleitándonos con el arpa. Su sonido es inflamable, y nos llena los ojos de centelleantes fuegos de artificio. Vemos como sus dedos se deslizan por las cuerdas en ese delicado gesto con el que la mariposa horada la crisálida... La música es como el espectro del sol lacerando el cristal, desternillándose en infinitas cábalas, incandescentes. Tú atrapas una de sus notas entre tu mano. Al abrirla, tan sólo queda de ella una voluta de humo, y una quemadura sobre tu palma, justo encima de la línea de la vida. Te miro asustada, pero enseguida sonríes y dices “así es la huella de tus besos sobre mi piel. Indeleble sobre la línea de la vida…”.
Al llegar a cualquier lugar, el murmullo de las conversaciones cesa, y todos se llevan las manos al pecho, como sujetando el corazón en su cuenca. No vaya a ser que se ponga a bailar, y sean incapaces de devolverlo a sus límites de nuevo...
En ocasiones descubrimos como alguno de esos pedacitos de cielo contiene un ángel caído. A nosotros eso nos pone tristes porque se pasa mucho tiempo llorando, echando terriblemente de menos sus alas perdidas... Por lo que le hacemos carantoñas, para distraerlo. Siempre olvidamos que los ángeles caídos son muy traviesos. Que les gusta revolvernos el pelo y arrancarnos las ropas. En ese caso nosotros lo único que podemos hacer es repasar nuestras desnudeces y memorizar las líneas de nuestro pecado. Entonces correteamos por las calles con el descaro de nuestros sexos al descubierto.
Y la gente que nos mira-inevitablemente-comprueba la hermeticidad de sus cinturones, la disciplina de los botones, y el rigor de las cremalleras. No vaya a ser que a ellos también se les de por quitarse las ropas... Nosotros podemos pararnos y leer en sus frentes agraviadas un fuerte deseo de darnos una azotaina, y vestirnos de nuevo, como si fuéramos niños. Entre dientes Adán y Eva nos llaman...
Sin embargo preferimos seguir correteando desnudos, pues si como Sartre dijo “el infierno son los otros”, sabemos que, para compensar, “el paraíso está en nosotros”.
Pero el resto de los mortales se vuelve a mirarnos- inquietos-como si temieran que aquel aire alegre se les metiera en el corazón, y ya no pudieran expulsarlo…
Los serafines al ver esto se arrojan peligrosamente desde las nubes, e intentan captar nuestra atención deleitándonos con el arpa. Su sonido es inflamable, y nos llena los ojos de centelleantes fuegos de artificio. Vemos como sus dedos se deslizan por las cuerdas en ese delicado gesto con el que la mariposa horada la crisálida... La música es como el espectro del sol lacerando el cristal, desternillándose en infinitas cábalas, incandescentes. Tú atrapas una de sus notas entre tu mano. Al abrirla, tan sólo queda de ella una voluta de humo, y una quemadura sobre tu palma, justo encima de la línea de la vida. Te miro asustada, pero enseguida sonríes y dices “así es la huella de tus besos sobre mi piel. Indeleble sobre la línea de la vida…”.
Al llegar a cualquier lugar, el murmullo de las conversaciones cesa, y todos se llevan las manos al pecho, como sujetando el corazón en su cuenca. No vaya a ser que se ponga a bailar, y sean incapaces de devolverlo a sus límites de nuevo...
En ocasiones descubrimos como alguno de esos pedacitos de cielo contiene un ángel caído. A nosotros eso nos pone tristes porque se pasa mucho tiempo llorando, echando terriblemente de menos sus alas perdidas... Por lo que le hacemos carantoñas, para distraerlo. Siempre olvidamos que los ángeles caídos son muy traviesos. Que les gusta revolvernos el pelo y arrancarnos las ropas. En ese caso nosotros lo único que podemos hacer es repasar nuestras desnudeces y memorizar las líneas de nuestro pecado. Entonces correteamos por las calles con el descaro de nuestros sexos al descubierto.
Y la gente que nos mira-inevitablemente-comprueba la hermeticidad de sus cinturones, la disciplina de los botones, y el rigor de las cremalleras. No vaya a ser que a ellos también se les de por quitarse las ropas... Nosotros podemos pararnos y leer en sus frentes agraviadas un fuerte deseo de darnos una azotaina, y vestirnos de nuevo, como si fuéramos niños. Entre dientes Adán y Eva nos llaman...
Sin embargo preferimos seguir correteando desnudos, pues si como Sartre dijo “el infierno son los otros”, sabemos que, para compensar, “el paraíso está en nosotros”.
lunes, 6 de junio de 2011
A TUMBA ABIERTA
Al hermano perdido…
Creo que siempre deseé aquel lunar de encima de tu boca. Pero en aquel deseo nada había de posesión, ni carnalidad…. Sólo que mirarlo me hacía bien, ponía mi mundo sobre su eje…. Está claro que habíamos nacido para querernos, no para amarnos. Tú eras una línea recta, y yo , sencillamente, culebreaba….
El primer día nos miramos mal. Durante toda una época nos sacamos las zarpas, delimitándonos los territorios. Pero de pronto comenzamos a respetarnos. Y finalmente fuimos cómplices en el hecho de querernos, en el hecho de quererla. Ella era el nexo, la comunión. Los planetas estaban en sintonía. Yo miraba a aquel lunar flotando sobre tu labio, y no necesitaba más pruebas de ello.
Pero un día dejaste de ser fuera de mí, fuera de nosotras. Y no ceso de culparme por no haber podido protegerte en aquella habitación de paredes de agua, en la que te ahogaste. Aquel día todos llegamos un minuto tarde. Y así sucede la muerte(cuando es fortuita, improvisada…) todos llegan un minuto tarde. Y me di cuenta de que hasta ese momento, yo te había creído invulnerable. Y le preguntaba a los cielos cómo podías haber muerto si eras invulnerable. Tú que eras mi héroe, acabaste por convertirte en mi tragedia. Todo el mundo tiene su tragedia. Y aquellos que no la tienen se la inventan, lo que es menos doloroso, pero conlleva un peligro mayor. Tu hermana me dio tu último mensaje. “Él hablaba muy bien de ti-dijo. Siempre comentaba lo inteligente que eres…” Tú sabías que era de ese tipo de mujeres que prefieren que les digan inteligentes, a bellas.
Y ahora, ha pasado tanto tiempo, que trato de cristalizar tu voz en los nombres que me dabas. “Hippie”, me llamabas. “Estás loca, mujer”, me decías ante los síntomas de mi alucinógena imaginación. Y tenías una forma de pronunciar estas palabras, que , extrañamente, denotaban orgullo. Pero ¡ay!, apenas son ya un eco. Que triste cuando el mar de la vida se lleva cabalgando sobre sus olas la voz de un ser querido. Me fallaste-grito-yo creía que siempre estarías aquí…
Ya ni recuerdo cómo se movían tus manos. Sólo sé que te gustaba llevar los zapatos limpios. Y yo en aquella época insistía en llevar botas de hombre, en perenne conflicto con mi feminidad. Tú te reías. Y yo aprendí a reírme contigo. Siempre me decías lo qué pensabas acerca de los chicos que me gustaban. Por supuesto, a ti no te gustaba ninguno. Pero un día me sorprendiste diciéndome que “él” era buen chaval. No daba crédito….Y yo ante ti, con el corazón destrozado, creyendo que en el amor las cosas debían ser blanco o negro. “Comprende mi dolor, no me digas que es bueno….”
En fin, que ahora me emborracho con el mismo alcohol que tu bebías. Un sucedáneo homenaje.
El último momento que recuerdo juntos (no sé si fue realmente el último, pero sí el que recuerdo), fue en la noche. Yo iba con mis amigas, gozosa de tenerlas allí, mis ojos sólo eran para ellas. Aquella fue “la noche de las tres gracias”. “ Él” la bautizó así. Nos encontramos en un local pequeñito, que ahora tampoco existe. Estuvimos hablando un rato, una singular conversación acerca de “la batalla de las Navas te Tolosa”. Creo que estuvimos en desacuerdo. Y pronto me fui con las otras dos gracias, inconsciente de que aquel iba a ser el último momento que iba a recordar de ti…. De madrugada, cuando llegué a casa, me fui a consultar la enciclopedia…Ahora recuerdo, nos vimos una vez más, y tú me confesaste que al llegar a tu casa, también habías consultado la enciclopedia..
A veces me pongo muy triste, al comprobar que comienzas a ser solamente un borrón en mi vida. Como Ávalon, siento que eres una isla perdida entre las nieblas. Me desespero, ¿alguna vez exististe, o eres sencillamente un mito?. Entonces, en estas ocasiones, donde la nada parece a punto de vencer, mi mente vomita la imagen talismán. Aquel lunar tan deseable, encima de tu boca, que yo sabía que nunca sería mío. Y en eses momentos, mi mundo, vuelve a estar sobre su eje.
Creo que siempre deseé aquel lunar de encima de tu boca. Pero en aquel deseo nada había de posesión, ni carnalidad…. Sólo que mirarlo me hacía bien, ponía mi mundo sobre su eje…. Está claro que habíamos nacido para querernos, no para amarnos. Tú eras una línea recta, y yo , sencillamente, culebreaba….
El primer día nos miramos mal. Durante toda una época nos sacamos las zarpas, delimitándonos los territorios. Pero de pronto comenzamos a respetarnos. Y finalmente fuimos cómplices en el hecho de querernos, en el hecho de quererla. Ella era el nexo, la comunión. Los planetas estaban en sintonía. Yo miraba a aquel lunar flotando sobre tu labio, y no necesitaba más pruebas de ello.
Pero un día dejaste de ser fuera de mí, fuera de nosotras. Y no ceso de culparme por no haber podido protegerte en aquella habitación de paredes de agua, en la que te ahogaste. Aquel día todos llegamos un minuto tarde. Y así sucede la muerte(cuando es fortuita, improvisada…) todos llegan un minuto tarde. Y me di cuenta de que hasta ese momento, yo te había creído invulnerable. Y le preguntaba a los cielos cómo podías haber muerto si eras invulnerable. Tú que eras mi héroe, acabaste por convertirte en mi tragedia. Todo el mundo tiene su tragedia. Y aquellos que no la tienen se la inventan, lo que es menos doloroso, pero conlleva un peligro mayor. Tu hermana me dio tu último mensaje. “Él hablaba muy bien de ti-dijo. Siempre comentaba lo inteligente que eres…” Tú sabías que era de ese tipo de mujeres que prefieren que les digan inteligentes, a bellas.
Y ahora, ha pasado tanto tiempo, que trato de cristalizar tu voz en los nombres que me dabas. “Hippie”, me llamabas. “Estás loca, mujer”, me decías ante los síntomas de mi alucinógena imaginación. Y tenías una forma de pronunciar estas palabras, que , extrañamente, denotaban orgullo. Pero ¡ay!, apenas son ya un eco. Que triste cuando el mar de la vida se lleva cabalgando sobre sus olas la voz de un ser querido. Me fallaste-grito-yo creía que siempre estarías aquí…
Ya ni recuerdo cómo se movían tus manos. Sólo sé que te gustaba llevar los zapatos limpios. Y yo en aquella época insistía en llevar botas de hombre, en perenne conflicto con mi feminidad. Tú te reías. Y yo aprendí a reírme contigo. Siempre me decías lo qué pensabas acerca de los chicos que me gustaban. Por supuesto, a ti no te gustaba ninguno. Pero un día me sorprendiste diciéndome que “él” era buen chaval. No daba crédito….Y yo ante ti, con el corazón destrozado, creyendo que en el amor las cosas debían ser blanco o negro. “Comprende mi dolor, no me digas que es bueno….”
En fin, que ahora me emborracho con el mismo alcohol que tu bebías. Un sucedáneo homenaje.
El último momento que recuerdo juntos (no sé si fue realmente el último, pero sí el que recuerdo), fue en la noche. Yo iba con mis amigas, gozosa de tenerlas allí, mis ojos sólo eran para ellas. Aquella fue “la noche de las tres gracias”. “ Él” la bautizó así. Nos encontramos en un local pequeñito, que ahora tampoco existe. Estuvimos hablando un rato, una singular conversación acerca de “la batalla de las Navas te Tolosa”. Creo que estuvimos en desacuerdo. Y pronto me fui con las otras dos gracias, inconsciente de que aquel iba a ser el último momento que iba a recordar de ti…. De madrugada, cuando llegué a casa, me fui a consultar la enciclopedia…Ahora recuerdo, nos vimos una vez más, y tú me confesaste que al llegar a tu casa, también habías consultado la enciclopedia..
A veces me pongo muy triste, al comprobar que comienzas a ser solamente un borrón en mi vida. Como Ávalon, siento que eres una isla perdida entre las nieblas. Me desespero, ¿alguna vez exististe, o eres sencillamente un mito?. Entonces, en estas ocasiones, donde la nada parece a punto de vencer, mi mente vomita la imagen talismán. Aquel lunar tan deseable, encima de tu boca, que yo sabía que nunca sería mío. Y en eses momentos, mi mundo, vuelve a estar sobre su eje.
domingo, 5 de junio de 2011
TODO MENOS EL PURGATORIO
Quiero que me enseñes a amar
con todas las heridas limpias
A consumirme en la violencia de tu fuego
y con un certero soplido
disperses mis cenizas en los vientos
Quiero que redimas en mi piel
todas las guerras del Peloponeso
El agujero sin contorno
Vaciar de las aguas mis océanos
Quiero que domestiques para mí
la línea fugitiva del horizonte
Abandonémonos sobre su lomo erizado
Y cabalguemos
Y descubramos de una vez
a dónde van las nieblas
Me dices que seguramente
al mismo lugar
a dónde va el amor cuando muere
Y yo te respondo
que hay amores
cuyo destino son los cielos
Otros hay
cuya condena es el infierno
Cualquiera de esos dos
LO ACEPTO
Pero, tesoro, amores de purgatorio
Ay! Yo no sirvo para eso…
con todas las heridas limpias
A consumirme en la violencia de tu fuego
y con un certero soplido
disperses mis cenizas en los vientos
Quiero que redimas en mi piel
todas las guerras del Peloponeso
El agujero sin contorno
Vaciar de las aguas mis océanos
Quiero que domestiques para mí
la línea fugitiva del horizonte
Abandonémonos sobre su lomo erizado
Y cabalguemos
Y descubramos de una vez
a dónde van las nieblas
Me dices que seguramente
al mismo lugar
a dónde va el amor cuando muere
Y yo te respondo
que hay amores
cuyo destino son los cielos
Otros hay
cuya condena es el infierno
Cualquiera de esos dos
LO ACEPTO
Pero, tesoro, amores de purgatorio
Ay! Yo no sirvo para eso…
jueves, 2 de junio de 2011
ISIS REENCARNADA
Isis y Osiris: Grace Flamand
Con mis caricias reintegro
cada elemento de tu cuerpo
esparcido por los cinco continentes
Ha sido preciso beber
las aguas de siete largas vidas
antes de reunir todas tus partes
En África hallé tu tronco
como un nudoso baobab
anclado a la tierra
Con el ímpetu de mi insurgente abrazo
conseguí extraerlo sin quebrar las raíces
En Asia encontré tus brazos
amarrados al cielo
Tuve que construir una escalera completa de palabras
con la que elevarme
Y fue tal la fuerza de mi deseo
que a pesar de que se veían tan radiantes
en aquel estado de febril ingravidez,
sin oponer resistencia descendieron
prendidos a la telaraña de mi cintura
Por los áridos desiertos de Oceanía
estuve persiguiendo las huellas caídas de tus pies
Tuve que aunar la destreza de los Jinetes de las Estepas
la filosofía de los Tuareg, monarcas nómadas de las arenas
y la resistencia de los aborígenes
para darle alcance a tus piernas
Al siguiente continente nos fuimos bailando
En América me esperaba
la más difícil y ardua tarea
de convencer a tu cabeza
Para ello preparé concienzudamente los argumentos
Sin embargo
antes de haber hablado
La cadencia de mi sonrisa
y la elocuencia de mi mirada
resultaron convincentes
Claro que todo esto no habría sido posible
si previamente en Europa
no hubiera hallado tu corazón
que con su latido-brújula
me guió por las laderas del ancho mundo
para hallar todos los miembros de tu cuerpo perdido
Así que sin más
fui Isis reencarnada
y exhalé el aliento de la vida
en la cavidad paciente de tu boca
Ahora nos reímos enlazados
de aquellos que preveían el desastre
como único destino de esta solitaria quimera
Y sin más nos congratulamos en la cama
de que contrariamente a lo que ocurrió con Osiris
yo sí que conseguí encontrar todas tus partes
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