En todo cuestionamiento vital hay
una pretensión de trascendencia. Nos cuestionamos para no suceder, porque
asociamos sucesión con muerte. Nos cuestionamos como quien tiene un hijo,
planta un árbol, escribe un libro. Quizás por eso tantos libros son en realidad
cuestionamientos. Pero como escribió Chantal Maillard “un gesto no se hace, un
gesto acontece”. Qué es la vida sino acontecer. Vivir mientras quema y dejar de
lado este dolor salvaje. Vivir como en un holocausto diferido, que nuestra piel
sea marcada una y otra vez por la vida, y hacer de nuestro cuerpo un
palimpsesto que nunca dejaremos de acuñar. Darle la espalda a la eternidad,
mirar el instante con un rostro indescifrable porque en realidad habrá sido tantos
rostros como ayeres. ¿Qué sería de la lluvia si temiera caer, si se cuestionara
su caída? ¿La sientes? ¿ahí? La vida es todo ese vértigo que sube….